La producción de cualquier alimento que se lleva a la mesa implica una huella ecológica, pero esto puede modificarse.
La doctora María de Jesús Ordóñez, en entrevista para la Tercera Emisión.
IMER Noticias
En la lucha contra el cambio climático se debe reorientar el consumo de alimentos, pues su producción, procesamiento y transportación producen gases de efecto invernadero a gran escala en todo el mundo.
Esto es lo que sugiere María de Jesús Ordóñez Díaz, investigadora titular del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, tras conocer los resultados del sexto informe elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), presentado recientemente.
“Tenemos que reorientar los mercados para que sean alimentos estacionales locales. Se nos está acostumbrando a consumir todo el año lo mismo. En la medida en la que los consumidores seamos conscientes de nuestro impacto por nuestros modelos de consumo, vamos a poder disminuir esta huella climática. Tenemos que ser muy conscientes de que lo que llevamos a nuestra mesa implica una huella ecológica”.
Ordóñez pide tomar muy en serio el problema del cambio climático y reconsiderar a la actividad humana como la causa principal de ello.
“No hay duda de que el cambio climático es producto de la actividad humana, todo lo que realizamos, desde la producción de alimentos, procesamiento, transformación, transporte, nos lleva a emitir gases de efecto invernadero y estos gases están siendo emitidos en un volumen superior al que puede ser absorbido por las fuentes naturales, que son los bosques y las comunidades oceánicas”.
Agrega que debe haber conciencia de que todos los productos que se llevan a la mesa implican una huella ecológica.