A los 33 años se convirtió en leyenda y en el “poeta nacional”, gracias a La Suave Patria. A cien años de su muerte, Ramón López Velarde es reconocido y recordado como un escritor que, más allá de las etiquetas, se convirtió en uno de los poetas más populares de México.
Juan Carlos Valdés
Ramón López Velarde: poeta nacional, poeta católico, poeta moderno, son algunos de los títulos que ha recibido. Desde el mismo día de su muerte, el escritor ha sido motivo del discurso político. Durante prácticamente un siglo su figura ha sido utilizada desde el poder y la han vuelto un estereotipo, una etiqueta. Sin embargo López Velarde es mucho más, su vida y su obra siguen siendo analizadas.
A los 33 años ya se había convertido en leyenda y su obra ha sido comentada durante un siglo por personajes como Octavio Paz, Jorge Luis Borges o José Emilio Pacheco.
Hoy en el Centenario de su muerte, se le reconoce, se le recuerda y se le rinde homenaje como un escritor que más allá de las etiquetas se convirtió en uno de los poetas más populares de México y paradójicamente no tan leído más allá de su obra: “La Suave Patria” .
Ramón López Velarde nació en 1888, en Jerez, Zacatecas, en una familia religiosa de clase media. La educación en la moral católica más estricta marcó para siempre su personalidad.
En 1905 ingresó en el Instituto de Ciencias de Aguascalientes. De ese año data su primer poema conocido, «A un imposible», sobre una novia inalcanzable: Josefa, a quien tiempo después bautizó como «Fuensanta».
Octavio Paz señaló que “Fuensanta” presenta rasgos de aquella «dama de la tradición» en la que el amor se confunde con la religiosidad, el miedo y el deseo de la muerte.
La crítica ha señalado dos épocas en su literatura: la de cierta inocencia en la provincia tradicional y católica, y después el refinamiento de los sentidos y la nueva literatura. Todo esto en medio de la Revolución.
El escritor Juan Villoro destaca la manera en que López Velarde hizo suyos los entornos cotidianos para elevarlos al nivel de la poesía. Es el poeta por antonomasia que ha sabido capturar las esencias de lo que somos los mexicanos .
“El poeta estuvo mucho más cerca de la vida mundana de lo que podría pensarse. No era un poeta exclusivamente de lo sublime, del erotismo, de la religión; sino que también se interesó en la cosa pública, se interesó en ejercer la crítica social en el periodismo. Podemos ver que se beneficia mucho de la cercanía con el lenguaje popular”.
Con tan sólo 10 años de ejercicio literario, el zacatecano creó una obra que no hemos dejado de valorar y que sigue desafiando al lector, y ese es un reto a cien años de su muerte, señala el catedrático de la Universidad de Houston, José Ramón Ruisánchez.
“López Velarde es un diferente poeta para diferentes edades. López Velarde seguirá teniendo lectores porque es un poeta que nos habla sobre el siglo 21, que nos habla sobre estas cualidades funestas que nos atraviesan, esto no genera un nuevo ámbito de lectura para López Velarde y me parece importante”.
El día de su muerte, el 19 de junio de 1921, unos días después de haber aparecido su poema “Suave Patria”, el presidente Álvaro Obregón dio la indicación a José Vasconcelos, entonces Secretario de Educación Pública, de sepultar con honores al poeta. Allí comenzó a establecerse el mito del “Poeta Nacional”.
A partir de ese mismo momento, la figura de Ramón López Velarde ha servido al poder público: como “poeta nacional” y sobre todo con su “Suave Patria”.
“López Velarde ha servido al poder público desde su muerte, ha sido parte del discurso retórico y vacío para legitimar el poder de algunos. Ahí está la Suave Patria, pero si él no hubiera escrito su Suave Patria, igualmente hubiera sido el extraordinario poeta que es. porque su libro Zozobra, escrito en 1919, es probablemente el mejor libro de poesía de México del siglo 20”. Fernando Fernández, escritor.
Para el catedrático español de la Universidad de Sevilla, Alfonso García Morales, en México pocos poetas como López Velarde han generado tanto culto oficial y retórico, pero también muy pocos han generado una fascinación tan resistente y han sido tantas veces interrogados.
“López Velarde dejó una obra breve pero extraordinariamente original y compleja en la que explora a fondo sus posiciones y conflictos. Ofreció un testimonio indirecto de los convulsos tiempos de la revolución y llevó al límite el lenguaje literario de su época. Con él terminó el modernismo y comenzó la poesía mexicana contemporánea”.
Queda aún mucho por descifrar del poeta zacatecano, lo importante es dejar de revisar lo que ya se sabe y que todos han analizado, subraya el escritor Fernando Fernández quien en breve publicará el libro: “La majestad de lo mínimo”, en torno de la obra de López Velarde.
“Y es una pena encontrarte a los de siempre volviendo a analizar otra vez lo de siempre, cuando hay muchas zonas que todavía están esperando a los investigadores y parece que ni siquiera hay que investigar profundamente para seguir encontrando informaciones que se nos han escapado a todos. Son los investigadores que están tratando de sacar agua donde ya no hay agua cuando por otra parte hay zonas que están inexploradas”.
La poeta Rocío Cerón, quien nació un 19 de junio, explica que la fascinación que tiene por la obra de López Velarde radica en la forma en que renovó la poesía y la manera en que se acerca al sujeto amado, sea la mujer o sea la nación. Una nación personal, pero también la mujer como una cartografía y un espacio para lo plástico, lo sonoro y lo melancólico.
“La contradicción de estar exaltado pero al mismo tiempo manejar como los escondido o lo oculto, como el deseo, como la parte erótica que tiene la persona que tiene y que está allí. Yo creo que fue un hombre con muchas contradicciones: católico pero al mismo tiempo muy apasionado y profano en otros temas. Creo que esas contradicciones son a las que habría que leer porque de alguna forma también son las contradicciones de México”.
“Es de una musicalidad absolutamente extraordinaria, en buena medida la logra con el uso de expresiones espontáneas que tienen que ver con el lenguaje popular de México, pero también, y esto es absolutamente deslumbrante, con el uso de ciertos barbarismos, él incorpora estos barbarismos para llegar a una belleza por error y a efectos poéticos con elementos que parecen rechazar lo poético”. Juan Villoro, escritor y cronista.
Nacional, moderno o católico, son caracterizaciones distintas, pero al final concurrentes para tratar de entender, sin lograrlo del todo, a un autor tan grande y complejo como López Velarde, explica Alfonso García Morales.
“Todavía se siguen descifrando las claves de sus conflictos íntimos, los episodios de su historia sentimental, la fuente de metáforas y alusiones secretas de su lenguaje o su equívoco papel en la historia y la mitología de la revolución”.