Alejandro Cencerrado Rubio, autor del libro “En defensa de la infelicidad”, describe por qué estar felices todo el tiempo es imposible.
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IMER Noticias
¿Cómo se mide la felicidad? Alejandro Cencerrado Rubio, licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid, experto en Estadística y analista de big data del Instituto de Investigación de la Felicidad de Copenhague (Dinamarca), explicó para IMER Noticias que por desgracia (o por suerte) aún no hay una máquina que entre al cerebro y nos diga qué tan feliz es una persona.
“Lo que hacemos en el instituto es básicamente preguntarle a la gente no sólo por su felicidad, sino por qué tan satisfechos están con su vida, que es una felicidad que fluctúa menos que la satisfacción que se siente día con día”
Por otro lado, el especialista destacó que actualmente existe una exigencia por mantenernos felices y ser las personas que mejor lo pasan.
“Esto se ve mucho en las redes sociales. Siempre subimos la foto en la que nos vemos mejor. Y es comprensible, tampoco tenemos que publicar siempre nuestra peor parte, pero creo que hay algo importante también en compartir también nuestro lado no tan feliz”.
La felicidad no aumenta
“Yo llevo 17 años anotando mi felicidad cada noche y no he conseguido aumentarla en todos estos años”. La razón, explicó Cencerrado, es que nos adaptamos a todas las circunstancias.
“Por ejemplo, noQs suben el sueldo hoy y en cuatro días ya estamos comparándonos con el sueldo del compañero de al lado”.
Asimismo, el investigador señaló que el progreso económico y material difícilmente viene acompañado hoy en día por un incremento en la felicidad de los países.
Por el contrario, un mayor Producto Interno Bruto hoy día es un indicio de mayores niveles de depresión, estrés y ansiedad.
“Un aumento en la riqueza ya no repercute en un aumento en el bienestar. Un buen ejemplo de esto es que Estados Unidos es mucho más rico que Finlandia, y éste último es mucho más feliz”.
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