Entre la expectativa y la incertidumbre de lo que vendrá, los ciudadanos de Chile
decidirán con un Plebiscito Nacional si redactan o no una nueva Constitución. Una de las exigencias más sentidas por los chilenos en este momento histórico es que el Estado garantice la justicia social.
Bianca Carretto
Cuando los jóvenes chilenos comenzaron a saltarse los torniquetes del metro de Santiago como protesta al aumento de tarifa en octubre de 2019, poco sabían que al abordarlo la próxima parada sería crear una nueva Constitución.
El trayecto no fue tranquilo, hubo incendios y destrozos, los ciudadanos que salieron a las calles fueron reprimidos: balas de goma lesionaron sus ojos, otros más fueron asesinados por las fuerzas del Estado en las protestas -al menos 35 denuncian organismos defensores de derechos humanos-, hubo heridos, aún los hay.
Pero la exigencia de que las palabras “justicia social” queden grabadas en una nueva Carta Magna y que el legado de la dictadura de Augusto Pinochet quede enterrado de una vez por todas avivan la esperanza. Habla Manuel Martínez, escritor y analista político.
Por fin, inicia un proceso que es bien histórico porque Chile nunca ha tenido una constitución dada por la gente o por el pueblo como le queramos llamar. Todas las constituciones que a nosotros nos han regido desde mil 800 la constitución del año 25 y la constitución espuria de Pinochet siempre fueron hechas entre cuatro paredes por un par de personas y el pueblo tuvo que aceptarlo y así funcionó y esto por primera vez gracias también a un movimiento social nos vamos a encontrar justamente iniciando un proceso para una nueva constitución.
Para Manuel, el texto que actualmente rige la vida de los chilenos es un documento que lejos de procurar el bien común, otorga beneficios a los intereses privados por tratarse de un Estado subsidiario, que ha abandonado su papel de garante de derechos, para únicamente regularlos. En esto coinciden Isabel Castillo y Javiera Arce, integrantes de la Red Nacional de Politólogas.
El principal efecto que veo es la Constitución como una traba y que llevó a dónde estamos a que se acumulara este descontento, porque privilegiaba ciertas voces por sobre otras, el darle más representación a los que dictaron esta constitución, al poder económico.
Es un neoliberalismo súper desatado dentro de la Constitución, donde el Estado tiene mínimas capacidades para hacerse cargo de la vida de la ciudadanía, donde tú no aseguras, por ejemplo, ningún tipo de derecho social.
La falta de garantías sobre derechos sociales como el acceso a la salud y a la educación universal ha sido una demanda presente en las movilizaciones sociales en Chile y que ha tenido en los jóvenes su principal motor. Así lo demuestran el ‘Mochilazo’ de 2001, ‘La revolución de los pingüinos’ de 2006 y las protestas estudiantiles de 2011.
Sin embargo, fue hasta las movilizaciones de octubre de 2019 que la presión social acumulada en los últimos 40 años se tradujo en la posibilidad de un cambio con el Plebiscito Nacional, convocado originalmente para el 26 de abril, pero que se tuvo que posponer por la pandemia de covid-19.
La consulta de este domingo para que los chilenos decidan si cambian su constitución es apenas un primer paso, explica Manuel.
Hay tres partes de esto: primero se vota si la gente quiere que se cambie la Constitución de los años 80 de Pinochet, y después viene una segunda etapa que ya es una justamente una Constituyente, que no es una Asamblea, sino es una Convención Constituyente, que tiene diferente forma, y que va a ser votada en el mes de abril con 155 personas que se van a postular en todo el país para poder iniciar este proceso definitivamente de córdoba de cómo se va a vivir esta nueva Constitución .Y después tiene un proceso de salida, que va a depender de cuánto se pueda demorar, que más o menos se demora nueve meses, pero puede pedir una prórroga de dos meses más para la salida y ahí se vota nuevamente este texto terminado, con un ‘apruebo’ a esta nueva carta fundamental o un ‘rechazo’.
La inclusión de los pueblos originarios es otro paso pendiente después del Plebiscito, explica Jorge Millaquen, de la comunidad Mapuche, que ha sido una de las más agraviadas por el actual gobierno, que encabeza Sebastián Piñera.
Los indígenas hoy en día en Chile estamos pidiendo que los escaños reservados sean en proporción a la población que el último censo que en el año 2017 se reflejó y lo que reflejó es que somos el 12.8 por ciento. Los indígenas somos alrededor de 2 millones 200 mil personas.
Las posturas están polarizadas, “radicalizadas” dice Javiera Arce, quien espera entre la expectativa y el temor la llegada de este 25 de octubre, una fecha también simbólica pues se cumple un año de la marcha que congregó a un millón 200 mil chilenos en la Plaza Italia, renombrada como Plaza de la Dignidad.
Siento mucha incertidumbre del proceso, estoy todavía expectante y tengo miedo de lo que pueda llegar a pasar, que se desconozcan de los acuerdos, yo creo que el ‘apruebo’ va a ganar por un 60% o más va a ganar Convención Constituyente, pero lo que viene es un proceso súper complejo. Están radicalizadas las posturas.
Que nadie sobre en Chile. Que la nueva Constitución sea un instrumento que obligue al Estado a garantizar el bienestar de sus ciudadanos, que reconozca la multiculturalidad del pueblo chileno, que priorice el cuidado del medio ambiente, de la cultura…
Esos son los anhelos con los que Javiera, Manuel, Jorge e Isabel llegan a las urnas este domingo, pero también con la esperanza de enviar un mensaje de unidad a todos los países América Latina.
Desterrar el neoliberalismo porque lo único que ha hecho es hacer daño y destrucción del medio ambiente y concentrar el poder económico en unos cuantos. Eso le ha hecho mal en América Latina, particularmente en Chile, que ha sido el centro del neoliberalismo. Debemos transitar hacia un trabajo conjunto, hacia un mayor rol del Estado.
Yo quiero que el medio ambiente sea respetado bajo lineamiento de ley, que la cultura tenga su espacio como corresponde en un espacio que queremos construir pero no puede ser que no se dé y no se está dando. La nueva constitución tiene que traer lo que significa protección del medio ambiente por qué las constituciones no se hicieron para este tiempo se hicieron para este tiempo hacia atrás, no hacia delante no sólo tenemos que pensar hacia 100 años y por eso las constituciones tienen prevalecer.
Hay que asegurar un mayor rol del Estado en proveer y garantizar los derechos sociales. Se puede avanzar hacia una constitución que tenga perspectiva de género. La inclusión de los pueblos originarios, en general una mayor apertura hacia la diversidad.
Somos todos libres e iguales en dignidad y derechos, yo creo que eso es y el Estado promotor del acceso al bienestar. Y el bienestar para todo el mundo, eso lo pondría como en los artículos primeros, el hecho de entregar esta vida con dignidad, que tanto se reclamó, el tema del bienestar ha sido un tema que ha sido creída con mucha fuerza.
La dignidad que para Jorge se refleja en la bandera Mapuche que se alza por encima de la escultura del general Baquedano en la Plaza de la Dignidad, donde todas las noches la Galería Cima capta con una cámara los cacerolazos que recuerdan al Estado chileno la deuda que tiene con sus ciudadanos.