La llegada de perros abandonados a otros ecosistemas representa una amenaza para la biodiversidad de los países, afirman expertos.
Escucha este trabajo realizado en coproducción con Mongabay Latam.
Antonio José Paz / Mongabay, con producción de Jorge Jaramillo
Del espacio hasta el mar, el perro ha seguido los pasos del ser humano desde hace 10 mil años. Los canes formaron un vínculo con las personas tan fuerte que ningún continente, país o clima pudo evitar que ambas especies dejaran de convivir.
En la actualidad se estima que existen cerca de mil millones de perros en todo el mundo. Sin embargo, la falta de atención y el abandono de las personas ha provocado que el 70 por ciento de ellos terminen en la calle, de acuerdo con cifras de la organización Wildlife Conservation Society en Chile.
Los canes que alguna vez tuvieron una familia, hoy deambulan en las calles, recorren largas distancias, consumen desperdicios que encuentran a su paso e integran nuevos grupos con otros perros para sobrevivir a estas adversidades.
No obstante, la formación de estas manadas y su llegada a ecosistemas silvestres representa una amenaza para la biodiversidad.
En la región de los Andes ecuatorianos, la presencia de perros asilvestrados, o ferales, ha desplazado de su hábitat a mamíferos como el coatí de montaña, la paca, la comadreja de cola larga y el pudú del norte.
También ha causado que especies como el tapir se vuelven nocturnos para evitar contacto con los perros. Estos cambios les causan estrés y alteran su sistema reproductivo, lo que representa un fuerte impacto negativo. Así lo señala, el biólogo y director científico de WCS Ecuador, Galo Zapata-Ríos.
“Entonces es una estrategia para evitar amenazas, pero es una estrategia que conlleva un costo, si tú estás acostumbrado a llevar tus actividades durante determinadas horas que te toque volverte totalmente nocturno, pues definitivamente te genera estrés, altera tu éxito reproductivo; entonces está teniendo un impacto fuerte”.
A diferencia de otros mamíferos como el puma, el oso andino o el zorro, los perros son animales sociales que viven en grandes manadas y cazan en grupo. Esta característica es una desventaja para las especies de los Andes porque acaparan más territorio y alimento.
Además, no tienen un depredador natural que frene su expansión, explica Galo Zapata.
““Esto también, desde el punto de vista evolutivo, es un reto para las especies silvestres porque no hay depredadores sociales en los Andes, o en general, en el trópico a diferencia de otros sitios donde tienes grupos de leones y las especies han tenido que evolucionar. En el contexto que tienes un depredador grande que funciona en grupos, las especies silvestres en Sudamérica son ingenuas porque no han evolucionado con un depredador de ese tipo entonces eso agrava más el problema”.
Los perros ferales: con más daños que soluciones
Los retos que imponen los perros ferales en Ecuador y otros países no terminan aquí. Uno de los principales impactos indirectos es que su presencia en ecosistemas silvestres agrava los conflictos entre las personas y otros carnívoros como pumas y osos.
Estudios indican que la mayor parte de los ataques a animales domésticos o ganado son causados por perros, pero la gente los atribuye a animales más grandes. Los perros molestan y persiguen a cabras, ovejas y vacas, pero al no tener intención de matarlos sólo los dejan malheridos.
Con el propósito de acabar con las manadas de canes silvestres, la gente opta por envenenar desperdicios. Sin embargo, esto ha traído una tragedia ecológica para las especies carroñeras, principalmente para la gran ave de Sudamérica, el cóndor Andino.
Al tratarse de un ave que se alimenta de animales muertos, los cóndores fallecen al comerse la carne envenenada o al alimentarse de perros que previamente se comieron las sustancias tóxicas.
Hasta 2018, al menos 20 cóndores habían sido envenenados en la provincia de Cotopaxi, Ecuador. Esta cifra representa poco más del 10 % de la población de estas aves en el país.
La muerte del cóndor andino también pone en riesgo el agua de las montañas que abastece a los pueblos cercanos, pues son los principales encargados de evitar que ríos o lagos se contaminen con desperdicios.
Pese a este panorama, el gobierno ecuatoriano no ha tomado cartas en el asunto y continúa sin otorgar recursos para su protección debido a la crisis que enfrenta el país por la pandemia de Covid-19, así lo señala Martín Bustamante, secretario del Grupo Nacional de Trabajo del Cóndor Andino.
“Tenemos un plan de acción para la conservación del cóndor, sin embargo, no hemos podido encontrar manera de que la autoridad ambiental destine recursos, estos se gestionan desde la sociedad civil con toda la dificultad que eso implica en una crisis económica que se sostiene desde hace varios años en Ecuador y que se agrava con la pandemia”.
El abandono, la principal causa del problema
Chile es otro país con afectaciones por la presencia de perros ferales y, aunque es uno de los más avanzados en el tema, no ha podido frenar este problema ecológico. En los últimos años, una de las causas más frecuentes de entrada de animales silvestres a centros de rehabilitación en el país son por ataques de canes.
Para la directora científica de la WSC en ese país, Catherine Dougnac, los causantes de estos problemas son las personas que abandonaron a sus mascotas porque los perros son animales domésticos y no tienen cabida en los ambientes silvestres.
Por ello, exige que las leyes en su país sean más estrictas en este tema, puesto que las normas que existen hasta ahora no son severas con las sanciones. Además, no hay recursos suficientes para fiscalizar su correcta implementación.
““Es un problema, es un problema. Estamos perdiendo biodiversidad, biodiversidad muy valiosa. Es un problema para la salud pública, tenemos que hacer algo, es súper difícil. Sí, es muy difícil, pero no por eso no vamos a hacer nada o sea los perros han sido responsables de extinciones de especies y los gatos también, pero los perros tienen particularidades que son un poquito más manejables”.
El tema poco a poco ha ganado relevancia en Chile, pero es tan complejo que se generan debates académicos en torno a ¿cómo definir cuándo un animal puede considerarse asilvestrado?, y ¿qué medidas se deben adoptar?
¿Cuáles son las alternativas?
Los y las biólogas coinciden que la irresponsabilidad de las personas sobre la tenencia de mascotas es una de las principales causas de que todo esto se haya salido de control.
Por ello, una de las tareas más urgentes es concientizar a la gente para que entienda que hacerse cargo de un perro es una responsabilidad que requiere de tiempo y dinero.
Otra recomendación de los y las especialistas es priorizar la vacunación y esterilización de los canes. En especial, en zonas rurales donde la mayor parte de ellos padecen desnutrición y enfermedades como rabia o estrés.
Para la científica Catherine Dougnac la estrategia debe ser conjunta y complementaria, de lo contrario el número de perros libres seguirá en aumento.
“Sí, la educación, la esterilización y todo eso evidentemente son herramientas que hay que incorporar de todas maneras. Es decir, esto que yo tengo, por un lado, los perros en la ciudad y los perros en la zona silvestre, tienen que ir de la mano y básicamente tienen que comulgar todas las herramientas para poder encontrar una solución, pero ninguna por sí sola será efectiva”.
Pese a las advertencias de la comunidad científica, los riesgos son desconocidos por la mayor parte de las personas y subestimados por los gobiernos en el mundo.
Esto abre la puerta a que el problema ecológico se convierta en una emergencia sanitaria por la transmisión de enfermedades entre las distintas especies.
Los perros pueden ser portadores de parvovirus, rabia y hasta distemper, una infección viral multisistémica que afecta al sistema respiratorio y neurológico. Estos virus podrían ser catastróficos en poblaciones silvestres.
La posibilidad de que esto ocurra debería concientizar a las personas, sobre todo, en una época marcada por una pandemia que cambió la vida de todas las poblaciones en el mundo.
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