Paréntesis transmitido 26 de febrero del 2020.
Cecilia Bembibre, una investigadora de University College London, en Londres, está desarrollando técnicas para recuperar esencias del pasado que se han “extinguido” y preservar los olores que todavía se pueden reconocer en el presente.
Uno de esos aromas es el de los libros viejos. Por cada ejemplar viejo que se destruye, tira a la basura o coloca en una habitación con temperatura controlada, se reduce cada vez más la experiencia de disfrutar del olor de las paginas antiguas.
Pero ¿Cómo capturar algo tan intangible como un aroma del pasado? Uno de los métodos es exponer una fibra de polímero al olor para que los compuestos químicos que lo producen puedan adherirse a ella.
Luego se disuelven los compuestos que se impregnaron en la fibra, se separan e identifican. La lista de compuestos químicos que se desprende del análisis funciona como una receta para crear el olor. Otro método es pedirles a las personas que describan ciertos aromas.
Hasta el momento, Bembibre ha extraído con métodos químicos el aroma de unos guantes de cuero, de libros viejos y del moho, y ha reinterpretado el olor de una receta de ambientador florar del hogar utilizado en 1750.
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