Tratar las consecuencias de la desnutrición, sobrepeso y obesidad representa un mayor gasto para América Latina que combatir la pobreza.
Jessica Martínez
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que la falta de acción para eliminar el hambre y la malnutrición cuesta, en promedio, un 6.4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de los países estudiados.
Al presentar el informe Financiamiento para la seguridad alimentaria y la nutrición en América Latina y el Caribe, José Manuel Salazar, secretario ejecutivo de la Cepal, subrayó que el bajo crecimiento económico agrava la inseguridad alimentaria. Esto debido a que los bajos ingresos limitan el acceso a alimentos.
“En Cepal estimamos que más de 70 millones de personas viven en situación de pobreza extrema, el 13 por ciento de la población. Parte del reto de reducir el hambre y la desnutrición es un reto de reducir la pobreza.
Sin embargo, la incidencia de pobreza y pobreza extrema en la región es mayor que hace 10 años. Esto en gran parte se debe al síndrome de bajo crecimiento que padece la región, que sólo creció en la última década a 0.8% en promedio, menos que el 2% al que creció en la famosa década perdida de los ochentas. Con tasas de crecimiento tan bajas, es sumamente difícil, por no decir imposible, reducir pobreza e informalidad, y crear empleo de calidad”.
Aunque los costos son significativos, el informe enfatiza que tratar las consecuencias de la malnutrición, que incluyen desnutrición, sobrepeso y obesidad, representa un gasto aún mayor.
Salazar señaló que incrementar el acceso y consumo de dietas saludables en la región tendría un costo promedio del 0.52 por ciento del PIB.
“En cuanto a los costos, el principal resultado es que la brecha de ingresos para acceder a dieta saludables equivale a 0.52% del PIB, pero con grandes variaciones entre sus regiones y países. Por ejemplo, esta brecha se estima en 31% en Haití, 5.3% en Honduras, y menos de 0.1% en Costa Rica, Panamá, Argentina, Chile y Uruguay“.
El informe en el que también participaron la Organización de las Nacionales Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (WFP por sus siglas en inglés), y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), destaca la importancia de invertir en agricultura y la necesidad de realizar otras intervenciones para reducir la inseguridad alimentaria y la malnutrición.
“La inversión en agricultura por sí sola no garantiza la reducción de la inseguridad alimentaria o la desnutrición, o la malnutrición, el tema es más amplio e interconectado y por eso es importante adoptar un enfoque de sistemas agroalimentarios”.
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