Las desigualdades y diferencias basadas en el género y situación socioeconómica se acrecentaron debido a la pandemia por Covid-19. Hermelinda Santiago Ríos cuenta su historia como trabajadora del campo.
Nayeli Valencia con la producción de Jorge Jaramillo
A los ocho años Hermelinda Santiago Ríos salió por primera vez de su comunidad Francisco I. Madero, en Cochoapa el Grande, Guerrero. Conoció al menos once entidades como Sinaloa, Morelos, Nayarit y Baja California, donde cortó diversas hortalizas junto a su padre.
Desde entonces es una de las más de 2.04 millones de personas que laboran en campos agrícolas en México, cifra que asciende a más de ocho millones si se considera a sus familias, de acuerdo con datos del Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación.
Cuando empecé a migrar muy seguido tenía ocho años. Sí había escuela, pero los maestros a veces no estaban o ponían prioridad a otras cosas y la escuela no me llamaba mucho la atención. Además de eso nosotros no teníamos idea de cómo es para leer, para escribir.
Hermelinda Santiago Ríos
Tomates, ejotes, cebollas, chiles y un sinfín de productos que son parte de una alimentación diaria son cosechados por trabajadores agrícolas. Ellas, las mujeres, son quienes ganan menos. Por estar de pie, agachadas y realizando movimientos repetitivos, como indica Conapred, ganan entre 115 y 171 pesos diarios. Además hacen trabajo doméstico, esto lo sabe Hermelinda.
Es un poco más difícil para la mujer porque se levanta a las 2 o 4 am para hacer su comida, llevar el almuerzo, llevar la comida del mediodía y después de salir del trabajo de las cuatro de la tarde llega a la casa lavar… bañamos nuestros hijos y así al día siguiente para hacer sopa.
Hermelinda Santiago Ríos
Las desigualdades y diferencias basadas en el género y situación socioeconómica las ha notado desde siempre. Condiciones que se acrecentaron debido a la pandemia por Covid-19.
Desde siempre me he dado cuenta. Ser pobre no me hace menos que los demás. El que se está partiendo el alma es un jornalero allá afuera, sabiendo que hay enfermedad, sabiendo que está el Covid. Diario diario se va con el alma en un hilo, porque sabe que la muerte está cerca pero aún así no se detiene, por qué, por sus hijos, por su madre, por su padre, por sobrevivir para sacar adelante a su familia
Hermelinda Santiago Ríos
Sinaloa fue el primer destino de Hermelinda. A más de mil 800 kilómetros de su lugar de origen conoció la Navidad y otras festividades; ella fue feliz, como declaró para el foro “Cultura, género y movilidad humana”. Sin embargo, la emoción de Hermelinda competía con la discriminación que también vivió en su nuevo lugar.
Me fui a Piedras Negras, Coahuila, ya siendo adolescente, para entrar a un centro comercial grande junto a muchos trabajadores que veníamos de un rancho. Fuimos a comprar despensa y las personas dijeron ‘ay mira llegaron los indios’.
Hermelinda Santiago Ríos
Es por su experiencia que Hermelinda -hoy radicada de nueva cuenta en Guerrero- espera que sus tres hijos no conozcan ni Sinaloa, Morelos, Nayarit o Baja California, al menos no en las condiciones que ella lo hizo.
Trabajo mal remunerado
A pesar de que las personas jornaleras realizan trabajos de alta productividad y alto riesgo, su salario no les permite acceder a derechos básicos. Aunque con la Ley Federal del Trabajo deberían de ganar entre 150 y 400 pesos, el 83.3 por ciento de las más de dos millones de personas trabajadoras agrícolas reciben hasta dos salario mínimos. Por ello, Hermelinda, a través del colectivo Campo Justo, exige salarios dignos.
En noviembre de 2020, la asamblea consultiva del Conapred llamó a la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos a fijar un monto mínimo de 300 pesos diarios para jornaleros y jornaleras.
Para Hermelinda representa un esfuerzo mínimo en beneficio de quienes son indispensables en la producción de alimentos de todo el país.
Si no estuviéramos nosotros no habría comida. Pónganse a pensar qué hay detrás, quién lo trabajó, un jornalero una jornalera, un indígena porque así llaman los de la ciudad, este es el origen que nos colgamos ser indígena.
Hermelinda Santiago Ríos