El atrio del templo mariano permaneció cerrado a las peregrinaciones durante dos años por la pandemia de Covid-19.
Perla Miranda
Una torta y un vaso con café fue lo primero que Maribel aceptó de una familia que cada año regala comida en la autopista México – Puebla a miles de peregrinos que avanzan por el rumbo hacia la Basílica de Guadalupe.
Maribel salió de su casa en Valle de Chalco, acompañada de su esposo Jorge. Llegar a la autopista les tomó hora y media y al templo Mariano al menos nueve horas más, pero no les importó, lo único que querían era ver a la Virgen, darle gracias por un año más de vida y celebrar que después de dos años pudieron regresar para cantarle las “mañanitas”.
Este 2022, autoridades capitalinas estimaron la visita de alrededor de 10 millones de personas y se desplegó un operativo a cargo de 5 mil 400 agentes de la policía, pero habría alrededor de 20 mil servidores públicos para apoyar y atender a los peregrinos.
#Entérate || La autopista México – Puebla y la Calzada Ignacio Zaragoza registra presencia de feligreses que se dirigen a pie, en bicicleta o en camiones a la Basílica de Guadalupe para festejar a la virgen.
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— IMER Noticias (@IMER_Noticias) December 11, 2022
En el camino, Maribel y su esposo platicaron con feligreses de Puebla, Tlaxcala y Veracruz, cantaron y se unieron a oraciones para pedir un camino libre de percances y llegar a tiempo para festejar el 491 aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego.
“Gusto de que llegué hasta aquí con el favor de la virgencita y pedirle por mis hijos, mi esposo, por nuestras enfermedades y a darle gracias que tenemos un año más de vida. Es algo muy bonito, se siente muy bonito porque hace un año estaba cerrado, nada más le pudimos dar la vuelta a la basílica y ahorita está abierta para darle gracias y que nos mantenga siempre juntos, como familia, darle gracias y que tenemos vida, que nos permita seguir viviendo, unos años más para ver crecer a los hijos y si se puede nietos”.
Maribel y Jorge han visitado la Basílica cada 12 de diciembre desde hace 22 años, pero para otros fieles, este año fue su primera vez, como en el caso de Juan Carlos Aguayo. Él caminó desde la caseta de San Marcos Huixtoco en compañía de dos sobrinos.
A su entrada al atrio de la Basílica brincó y festejó la “hazaña” familiar, caminó a la entrada principal del templo y con su teléfono grabó a unos mariachis que entonaban canciones populares. Después se hincó, se persignó, dio gracias por sobrevivir a la Covid-19 y a una cirugía a corazón abierto.
“Una emoción grandísima, empieza uno primeramente a platicar vivencias, después a hacer oración durante todo el camino y ahorita al llegar son lágrimas de emoción por todo el cuidado de la virgen. Yo creo que ahorita que es el primer año después de la pandemia es una emoción, basta ver todo alrededor, cuánta gente, cómo vienen las carreteras, como vienen las calles, es mucho muy emocionante. Vengo hoy a agradecer, la virgen María, santa María Guadalupe, Cristo, han sido muy nobles conmigo y vengo a agradecer, así hayan sido pruebas fuertes, vengo a agradecer”.
A horas de las tradicionales mañanitas, el atrio de la Basílica de Guadalupe aún tenía espacio para recibir a más fieles. Entre danzantes, mariachis y payasos Maurilio acomodó al menos seis figuras de la virgen de Guadalupe, una de San Judas Tadeo y otra de San Juan Diego y comenzó a instalar tres casas de campaña.
El joven, originario de Morelos, encabezó una peregrinación de moto taxistas, es la décima vez que usa su mototaxi para trasladar a su esposa e hijos a la “villita” para festejar a la virgen.
Foto: Perla Miranda
Este año, llegó a la Basílica para pedirle a la Virgen de Guadalupe que no tenga que abandonar Morelos por la violencia y porque no le quiten su fuente de trabajo, pero también para agradecer que su hijo mayor salió bien de una cirugía y porque su esposa se licenció como abogada.
“Nos preocupa mucho la violencia en Morelos, a cada rato nos quieren extorsionar, o usar el mototaxi para la maña, por eso estamos aquí, para pedirle a la virgen que nos cuide, que no nos tengamos que ir de casa y más que nada a agradecer, porque mi niño estuvo en el hospital, lo operaron de la apéndice y salió bien y mi esposa ya terminó su carrera, esas son bendiciones y hay que dar gracias”.
Y así, después de dos años de pausa por Covid-19, con vivas, porras y bailes, los peregrinos volvieron a convertir el atrio de la Basílica en una fiesta.
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