Bolivia, Ecuador y Venezuela son tres ejemplos de países que aplican la revocación de mandato a nivel presidencial.
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Por Perla Miranda
El próximo 10 de abril, México se convertirá en el tercer país en consultar a su población si quiere que su presidente siga en el cargo o sea removido antes de concluir su mandato.
En nuestro país este ejercicio recibió el nombre de Revocación de Mandato y el presidente Andrés Manuel López Obrador será el primero en enfrentarlo.
Aunque esta práctica democrática es común en países como Reino Unido, Estados Unidos, Taiwán, Panamá, Colombia, Argentina, Suiza y Nigeria, solo Venezuela, Bolivia, Ecuador y recientemente México, la contemplan a nivel del titular del Ejecutivo.
Ya en 2004 y 2008, Venezuela y Bolivia tuvieron revocatorias de mandato en las cuales Evo Morales y Hugo Chávez fueron ratificados en su cargo. De cara al ejercicio de participación ciudadana en nuestro país, ¿qué similitudes hay en América Latina para que se lleve a cabo este proceso?
En los cuatro países, la revocación de mandato ocurrirá solo a petición de un porcentaje de ciudadanos y después de determinado tiempo de mandato.
- Ecuador: el 15% del padrón electoral puede solicitarla a partir del primer año de gobierno.
- Bolivia: requiere el mismo porcentaje del electorado y que haya transcurrido al menos la mitad del periodo presidencial.
- Venezuela: son necesarias las firmas de 20% de las personas inscritas en el Registro Electoral.
- México: necesitó 2.7 millones de firmas, equivalente a 3% de la lista nominal con dispersión en 17 entidades federativas.
La experiencia en América Latina
Más allá de las semejanzas en las leyes de cada país que hacen posible la revocación de mandato, especialistas como Marcela Román del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad consideran que son los contextos políticos en donde se encuentran los puntos de convergencia.
“Hay dos posiciones confrontadas que han estado en toda América Latina entre los órganos electorales y las poblaciones actuando por participar democráticamente en las transformaciones, que apelan a ser escuchadas y que quieren mantener esto cada tres años para evaluar a conciencia la política que se está llevando a cabo y un instituto electoral que intenta poner límites”.
Para Román, la polarización que ha provocado la revocación de mandato en México tiene su origen en los resultados en Venezuela y Bolivia: no sólo significó la ratificación de los presidentes en turno, sino que se abrió el debate para alargar los periodos de mando.
Fue el 15 de agosto de 2004 cuando sectores opositores, empresas privadas y medios de comunicación promovieron la recolección de firmas para solicitar el referendo para revocar a Hugo Chávez.
En cuatro días se juntaron 3.6 millones de firmas, cifra mayor a las 2.4 millones requeridas. La pregunta fue la siguiente: ¿Está usted de acuerdo con dejar sin efecto el mandato popular otorgado mediante elecciones democráticas legítimas al ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías como presidente de la República Bolivariana de Venezuela para el actual periodo presidencial?
Seis de cada 10 votantes rechazaron la destitución del presidente venezolano.
En el caso de Bolivia, la consulta se realizó en agosto de 2008. El presidente Evo Morales y su vicepresidente Álvaro García salieron triunfantes del ejercicio con el respaldo de dos millones de personas que equivale al 67% de los votantes.
Revocación: una lucha de fuerzas
Que los ejercicios de revocación a un presidente sólo se realicen en América Latina no es la única coincidencia que el investigador y académico de la UNAM, Eloy Caloca, encuentra en los países de la región.
Él advierte que existen fuerzas y actores políticos, así como intereses privados que se oponen a este tipo de consultas minimiza su impacto en el fortalecimiento de la democracia.
“Es claro que las grandes corporaciones trasnacionales siempre se favorecen de otras y se dedican a desprestigiar a otras figuras, los retos es la grave desinformación que tenemos ante este tipo de ejercicios, lo vemos en México, pero lo hemos visto en toda América Latina, en los ejercicios electorales o de consultas de este tipo, las personas no tienen muchos argumentos de qué decisión tomar”.
A parecer de Eloy Caloca, parte de esa desinformación también está en las alarmas de que una revocación de mandato podría derivar en una supuesta ingobernabilidad.
Sin embargo, reconoce que es una estrategia válida de quienes se oponen a estos ejercicios.
“Independientemente de cuál sea nuestro criterio, o nuestras preferencias políticas, este 10 de abril, las y los mexicanos tomemos el ejercicio de ratificación o revocación de mandato, nos apropiemos de él y vayamos a votar independientemente de nuestra preferencia vayamos a votar, porque es importante hacer uso de estos dispositivos políticos para poder expresarnos y cambiar el rumbo de nuestra política nacional”.
Con ello coincide la investigadora Marcela Román, quien pide más espacios en los que la población pueda analizar de manera crítica el poder de su decisión, incluidos los posibles escenarios de que un gobernante renuncie o continúe su gestión.
“En Venezuela y en Bolivia se vio como las asambleas populares van a sostener un proceso de transformación de largo alcance, que no sea solamente el periodo electoral; que la revocación sea apenas un instrumento. Llamaría a que nos mantengamos activos, informados y que propiciemos el interés por estas discusiones abiertas, porque solo la apertura nos permite la reivindicación y la estructura de una verdadera democracia”.
Para Julián Atilano, sociólogo, analista político e investigador de Tlatelolco LAB de la UNAM, la próxima revocación de mandato no debe ser vista como un asunto del sexenio en curso.
“Es importante que exista una revocación porque es una forma de evaluar a los presidentes, mujeres u hombres, es una forma de rendir cuentas. Es importante que haya ese tipo de ejercicios democráticos porque con este presidente o quien sea en el futuro, sabe que a la mitad de su mandato se le puede revocar por pérdida de confianza. La ciudadanía de esa forma se siente empoderada, sabe que puede destituir al Presidente”.
El especialista lamenta que en América Latina, durante los procesos de revocación de mandato, la democracia quede en segundo plano y los reflectores apunten a situaciones de corte político o económico que en lugar de promover que la población acuda a las urnas, la desmotiva.
“Lo importante es que exista este ejercicio de revocación, que esté anclado en nuestra cultura política democrática. Muchas personas se han manifestado en contra porque dicen que es un presidente muy popular, que no tiene caso salir, olvidemos si es muy popular o no, este ejercicio requiere de todas y todos, hubo un cambio constitucional, si nosotros no ocupamos las calles, no participamos por la democracia, no va a avanzar por sí sola”.
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