Las últimas seis víctimas fallecieron el miércoles 25 de mayo luego de que el autobús en el que viajaban cayó a un barranco en San Luis Potosí.
Nayeli Valencia
Ahogamientos, accidentes carreteros y deshidratación severa exacerbada por golpe de calor fueron las causas de muerte de 21 personas migrantes que buscaban el sueño americano.
Entre ellas había dos menores de edad. Un niño de siete años que falleció junto a su padre de 36 años en el cauce del Río Suchiate, en la frontera de México con Guatemala. Apenas habían transitado 500 kilómetros desde su país de origen: El Salvador.
La otra víctima menor de edad provenía de Angola. El Instituto Nacional de Migración inició su búsqueda el 3 de mayo en el Río Bravo, en Acuña, Coahuila.
Seis días después el Grupo Beta localizó el cuerpo. También había otro menor desaparecido, pero las autoridades no informaron si lograron su rescate.
Para el 16 de mayo agentes de migración encontraron el cuerpo de un adulto migrante ahogado, también en el Río Bravo; tenía un pasaporte peruano.
Un día después medios de comunicación alertaron por posibles personas fallecidas dentro de un vagón de ferrocarril estacionado en Piedras Negras que provenía de Estados Unidos.
La Secretaría de Seguridad Pública de Coahuila confirmó que las víctimas eran cinco migrantes: tres de Honduras, uno de Puebla y otro más sin identificar. Murieron por deshidratación debido a un golpe de calor.
A este accidente se suman las seis personas ahogadas tras la volcadura de su embarcación en Veracruz. Otras cuatro fueron rescatadas, pero aún hay una desaparecida.
El último accidente de migrantes registrado en México ocurrió en San Luis Potosí. El autobús que los transportaba cayó a un barranco. El saldo fue de seis migrantes fallecidos y 19 heridos, entre ellos dos menores de seis meses y ocho años de edad. Habían salido de Honduras, El Salvador y Cuba.
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