Integrantes del mecanismo recordaron que el proceso será lento porque no cuentan con los recursos necesarios, pero su labor es una esperanza para las familias de las víctimas.
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Georgina Hernández
El Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense reconocerá a los primeros cuerpos y restos óseos a finales del año o en enero de 2023.
Esto ocurriría en San Luis Potosí, uno de los tres estados en donde hace un año comenzaron a trabajar sus integrantes.
En el marco del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, el MEIF informó que en San Luis Potosí hay 720 desaparecidos, mientras que en sus labores han contabilizado 613.
Sobre este tema, el médico forense de Colombia, Jairo Vivas, aseguró que ya hicieron los acuerdos imprescindibles con las autoridades locales.
Además, han analizado o revisado los peritajes del 30 por ciento de los restos. Por ello, en los próximos meses harán estudios genéticos para recabar información de sus familiares y confrontar los resultados.
Este trabajo lo replicarán poco a poco en otros estados por regiones como Tamaulipas y Zacatecas.
“Algo muy importante que quisimos mostrar en este mapa es la regionalización. Lo planteamos como un mecanismo que era necesario, en problemáticas como la que vive México y basado en experiencias similares. No podemos trabajar en 32 estados aislados. Lo mejor es hacer un plan regionalizado”.
Jairo Vivas puntualizó que su trabajo será lento, a largo plazo y que nunca contará con todos los recursos suficientes.
Pero, destacó la labor del equipo pues supondrá una esperanza para las familias porque cada identificación implicará una persona desaparecida menos.
A la par, el médico forense hizo un llamado para consolidar un plan nacional de identificación humana sostenible a largo plazo fortalecido con la acreditación de los laboratorios.
“Otros casos pasarán años para que se logren estas localizaciones positivas. ¿Cuántos? En mi experiencia diría muchos, ni siquiera hay una cifra”.
No depender de la genética
Para la antropóloga forense Yadira Reyna, las universidades del país deberían invertir y desarrollar programas de estudio sobre el diseño y apoyos especializado en el tema.
Además, pidió que en este esfuerzo para atender el rezago de personas desaparecidas sin identificar se evite la genetización.
Es decir, erradicar la idea generalizada que existe de que la genética por sí sola va a resolver la crisis.
“En el proceso de identificación humana se reconoce que la genética es una herramienta importante, pero se necesita la contextualización de los casos y el trabajo de otras disciplinas”.
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