El pueblo de Xaltocan cedió territorio para la construcción del AIFA a cambio de servicios y obras públicas. Al día de hoy aún quedan muchos pendientes.
Escucha esta nota con la producción de Uriel Gámez
Aura García y Perla Miranda
Una nube de tierra que envuelve carros y personas anuncia la llegada a Xaltocan. Este es el primer y único pueblo consultado para la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).
Por ubicarse a 700 metros de la megaobra, poseer tierras necesarias para la ampliación del proyecto y cumplir con el requisito de comunidad originaria, el Gobierno Federal escogió a esta localidad de entre otras 19 para negociar el nuevo aeropuerto e intercambiar obras y servicios por hectáreas. Xaltocan cedió.
“Les adelanto a nuestros adversarios, los conservadores, que se llevó a cabo la consulta en los pueblos de alrededor de Santa Lucía y ¿qué creen? la gente aprobó el proyecto, es una muy buena noticia”
Habían pasado sólo tres meses de que Andrés Manuel López Obrador asumió el cargo. Fue entonces que los habitantes del municipio de Nextlalpan, Estado de México, dieron el “sí” a la construcción.
Convencidos de que una de las obras emblema del gobierno contribuiría en el desarrollo del pueblo, el 10 de marzo de 2019, en una Asamblea Consultiva, más de 600 pobladores de Nextlalpan y San Miguel Xaltocan acordaron ceder 180 hectáreas de terreno común y vender 302.
Eso sí, para dar el visto bueno a la construcción del aeropuerto, la comunidad exigió el cumplimiento de 18 acuerdos. Destacan:
- Regularizar la posesión ancestral de sus tierras.
- Instalación de una red de abastecimiento de agua potable.
- Construcción de escuelas, un centro de salud y una plaza pública.
El comienzo de las obras
En octubre, las obras del aeropuerto empezaron a caminar. Para los vecinos de San Miguel Xaltocan se hizo costumbre el ruido de la maquinaria, el polvo, ver a cientos de trabajadores ir y venir. Sin embargo, en el pueblo nada cambió.
Virginia Pérez, miembro de la Mesa de seguimiento del proceso de obras, supervisa el avance junto a otros vecinos. Reconoce que predomina la decepción frente a los proyectos incompletos, tomando en cuenta que el Aeropuerto Internacional ya abrió sus puertas. “Nos dejaron al final y se les olvidó el lema de ‘primero los pobres’”, dice.
“Nunca nos llegó un proyecto ejecutivo para nuestra población ni qué tanto nos iba a perjudicar el aeropuerto. En la asamblea del 10 de marzo (del 2019) se quedaron 18 acuerdos a cambio de las tierras, pero hasta ahorita no vemos ni un acuerdo cumplido. Ya vamos para la inauguración del aeropuerto y no tenemos ni uno”.
Para junio de 2020 no había ni una señal del inicio de obras de infraestructura. Entonces, sin importar la pandemia por Covid-19, los vecinos de Xaltocan bloquearon los accesos del frente 2 del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, instalaron un campamento, detuvieron la construcción de un puente y exigieron solución a sus demandas.
“Hubo un compromiso de impulsar el desarrollo de los pueblos, hacer mejoras en lo urbano, introducir agua, drenaje, obras públicas, eso quedó establecido. Y eso se había demorado, pero ya se habló, ya se llegó a un acuerdo, ya está el presupuesto, vamos a cumplir nuestros compromisos”.
Un año y medio después aún no hay resultados.
Hola aeropuerto, adiós escuelas.
Leo sabe poco del nuevo aeropuerto, solamente lo que sus papás platican al respecto. Pero el niño de nueve años entiende que su antigua primaria ya no existe por los aviones.
“Lo que más extraño es jugar con compañeros y así, extraño mucho mi escuela. Ya quiero mi escuela porque ya me aburrí mucho en las clases en línea y quiero jugar con mis amigos en la escuela, quiero ver a mi maestra en persona”.
En Xaltocan las únicas escuelas que había antes del aeropuerto Felipe Ángeles eran un kinder, una primaria y una secundaria.
Los tres planteles fueron demolidos bajo la promesa de que el gobierno los devolvería en otros predios, con instalaciones más grandes y modernas. Hoy están a medio construir.
“No es justo que nos tiraron nuestras escuelas y no nos entreguen nada. Estas obras son por parte del pueblo, que fue perjudicado del aeropuerto. Esto fue a cambio de las tierras. Estas obras son el acuerdo, nadie nos las quiso regalar”.
Ahora, con el regreso a clases presenciales, no hay escuelas a donde volver. Algunas familias de escasos recursos han optado por llevar a sus hijos a otras localidades, aún cuando les cuesta invertir 50 pesos diarios en transporte.
Pero no todos los menores corrieron con la misma suerte en casa. Ante la dificultad o el tedio de tomar sus clases en línea abandonaron sus estudios y entraron a trabajar, según dice el director de uno de los planteles.
La señora María Sánchez, madre de dos niñas, una de 11 y una de 13, urge a las autoridades resolver el problema.
“Ya tenemos dos años sin escuela, a parte la pandemia. En línea no es suficiente. Se fastidian los niños. Mis hijas tienen 11 y 12. Sí se conectan, pero hay muchas situaciones de que muchos niños se salieron, porque ya no quieren estudiar y ya mejor están trabajando. Muchos ya se dieron de baja”.
Su vecina, por ejemplo, tiene un hijo que cursaba tercero de secundaria. Sin embargo, cuando la escuela no reinició labores, prefirió dedicarse a vender parrillas. “Los niños lo resienten”, dice.
Los pendientes
En el centro de San Miguel Xaltocan, las obras de la plaza pública, el museo local y la casa de cultura tienen un avance del 40 por ciento. La iglesia de la comunidad está rodeada por las obras de rehabilitación de un quiosco y la construcción de locales comerciales. La edificación barroca destaca entre zanjas de tierra, martillazos y caminos sin forma.
“Mire el Centro no avanza, ya tenemos como un año así. Lo ponen, lo tiran, lo ponen, lo tiran y así están. Está mal el agua. La tubería la rompen, luego quitan la luz por días, que porque están arreglando o acomodando algo, que el puente. No siempre tenemos agua, porque están trabajando.”
Rubén Cruz, enlace entre Sedatu y la comunidad, justifica que el retraso en las siete obras del pueblo se debió a que los habitantes no estaban conformes con el material de construcción. Esto derivó en la pausa de los trabajos durante unos meses.
El director de la secundaria apoya esta versión. Cuenta que al inicio, un grupo de vecinos consideró que los materiales de la zona escolar y otros sitios no eran de calidad. Realizaron bloqueos y manifestaciones para mostrar a Sedatu la molestia. Tras mesas de diálogo y algunos ajustes, la delegación federal retomó el proyecto, pero la protesta no es el único factor que propició el retraso.
Nadia, ingeniera a cargo de la obra de la Casa de Cultura, reconoce que la empresa para la que trabaja es nueva en el programa de mejoramiento de Xaltocan y que asumió la titularidad del proyecto con avances mínimos.
“Había otra empresa, nosotros retomamos para terminar los trabajos y poner en operación la obra, actualmente más o menos llevamos un 45% de avance de la obra. Estamos tardando un poquito por el sistema constructivo de bóvedas y muros aparentes. Pero nosotros creemos que nos vamos a tardar un mes más o tal vez más, por la dificultad de este sistema”.
La oportunidad económica en los alrededores del AIFA
Del centro de Xaltocan al puente que conecta con Nextlalpan y otras localidades aledañas, hay que caminar menos de diez minutos. Debajo del distribuidor vial, se encuentra el Frente 2 del nuevo aeropuerto, por el que cada día ingresan cientos de trabajadores.
Aunque la calle no está pavimentada y el paso constante de pipas de agua que riegan la zona provoca charcos de lodo, Meryland, vecina de San Miguel Xaltocan, encontró en el AIFA una oportunidad de emprendimiento.
Todos los días, desde las cuatro y media de la mañana, la mujer llega al Frente 2 acompañada de su suegra y su cuñada para vender desayunos. Ofrece café, atole, galletas, tortas y cuernitos. La demanda es tant,a que para las 10:30 ya terminaron. Relata que en días de paga, que suelen ser en sábado, aprovechan para vender tacos y quedarse hasta tarde.
Meryland reconoce que su negocio es próspero. No sabe qué pasará una vez que el aeropuerto entre en funciones. Lamenta que en San Miguel Xaltocan, las mejoras urbanas prometidas por el gobierno no hayan concluido.
Para ella tener calles pavimentadas, un centro histórico, una plaza cívica y un museo podría ayudar a que los viajeros que lleguen al aeropuerto tengan interés en conocer sus tradiciones. A su vez, eso traería un beneficio en su economía.
Sin embargo, con el pueblo a medio construir, no hay muchas esperanzas.
“Queremos explotar lo que hay aquí, para que entre más economía, tengamos gente. Para que vean los usos y costumbres y se lleven algo bueno de aquí, tengan ganas de regresar, pero ya no porque van a volar, sino solamente para pasear un ratito”.
Te recomendamos: