La imagen de la Embajada de México en España fue dañada por una situación que se debió abordar de manera mas discreta y no ante la opinión pública, comentó en entrevista el ex agregado y gestor cultural, Eduardo Cruz Vázquez.
Amelia Rojas
Malas decisiones y el temperamento de dos personajes que olvidaron que la diplomacia requiere de discreción fueron los factores que jugaron en contra del ex agregado cultural en España, Jorge F. Hernández y el ex director ejecutivo de la Diplomacia Cultural, Enrique Márquez.
Así lo señala el gestor y ex diplomático cultural, Eduardo Cruz Vázquez, al analizar la situación que desde hace una semana ha provocado críticas y comentarios negativos en las redes sociales y los medios de comunicación.
En entrevista, Eduardo Cruz Vázquez explicó que ambos personajes olvidaron que la diplomacia representa la imagen de México en el exterior y que un conflicto interno no debió mostrarse ante la opinión publica.
“Podrán verlo con cierta sorpresa, por ejemplo los agregados culturales de Francia o de Argentina o o de cualquier otro país. Podrán ver sorprendidos que es lo que pasó con su colega y la manera en que fue separado de su encargo.
Que no son los usos y costumbres en la diplomacia. Su nombre lo indica, se hacen las cosas de otra forma.
Más que todo pierde, la imagen de una embajada y de una cancillería frente a otro gobierno, que por no conducirse adecuadamente hacen trascender a la opinión pública, un asunto que debía haberse resuelto, diré caseramente”.
Eduardo Cruz, quien fuera agregado cultural en Chile y Colombia, comentó que estas designaciones pueden ser asumidas por personas que no cuentan con carrera diplomática, pero sí deben respetar un proceso interno en la Secretaría de Relaciones Exteriores que evidentemente por la premura, la nombrada agregada en España, es posible que no haya cumplido.
“El siguiente rasgo de este proceso, que es otra mala decisión, es salir con una nueva funcionaria en un plazo tan corto y necesariamente además faltando a ciertas normas del propio servicio exterior para entradas y salidas de funcionarios que están en el servicio diplomático.
Sin haber cuidado además, que siendo una autora con ciertos antecedentes de su visión sobre el gobierno, se tendría que haber buscado la manera de hacer que esto, por el momento, no fuera a que agregarle más leña a la hoguera”.
El gestor cultural agregó que estos hechos deberían propiciar una reflexión en la Secretaría de Relaciones Exteriores sobre el verdadero proyecto que debe enfrentar la Diplomacia Cultural, especialmente ante la evidente falta de recursos y el reto que afronte quien asuma la dirección ejecutiva.