El 15 de mayo de 2019, una niña de origen guatemalteco murió en la estación migratoria Las Agujas, en la Ciudad de México. Ella fue la primera muerte reconocida de un menor de edad detenido por autoridades migratorias.
Escucha este trabajo especial con producción de Hazel Zamora.
Perla Miranda
Como una niña sonriente, valiente, lista y muy independiente, así recuerda Ada a su hija quién murió en una estación migratoria de México.
Pero, también están las otras memorias, las que duelen, las de la estación migratoria Las Agujas, en Ciudad de México. Hace casi cuatro años su “nena” murió por una negligencia médica, memorias a las que aunque no quiera se aferra para exigir justicia.
La madrugada del 15 de mayo de 2019, Ada, su hija y una prima llegaron al centro de detención ubicado en Iztapalapa. Ahí les dijeron que en unas semanas serían devueltas a su natal Guatemala, mientras eso pasaba, podían descansar en el dormitorio 59.
Después de ir dos veces al servicio médico para atender una infección en la garganta, madre e hija por fin se fueron a dormir.
Entre sueños, Ada reparó en que estaban en la parte superior de una litera. Abrió los ojos y vio a su niña caer, actuó lo más rápido posible, corrió al consultorio y pidió que la revisaran. No obstante, la prescripción de una pastilla de ácido acetilsalicílico fue la única respuesta.
“Se acostó la nena. Me acosté yo, no habíamos dormido mucho cuando volteo a ver y veo que gira en la cama y cae. Me tiré detrás de ella y me dice ´mami no me toques´ la levanté como pude. Voy y le digo a la señorita, había una policía que daba el pase y le dije que mi nena se acaba de caer de la cama.
Nos dejaron pasar, cuando pasa la nena solo la medio revisó y le dice ´ay no tienes nada´ y me dice ´no tiene nada, no tiene costillas rotas. No tiene nada´ ,pero con una forma tan despectiva de revisarla, de tratarla”.
Del desdén a la muerte
Al enumerar las omisiones del médico de la estación migratoria, la que más condena es la acusación de que “seguramente la niña quería llamar la atención”.
Ada insiste en que, a pesar de que tenía solo diez años, su hija era muy fuerte, honesta y no había forma de que inventara los vómitos, la temperatura corporal fría y el tono de piel amarillo, síntomas que aparecieron tras la caída.
El incidente fue más o menos a las dos de la tarde y para las nueve de la noche, la menor ya no podía caminar, tenía dificultad para respirar y en sus piernas había moretones.
Estos últimos síntomas motivaron al médico a solicitar el traslado a un hospital, mismo que se tuvo que hacer en una camioneta de migración porque la ambulancia de la estación estaba descompuesta.
“Yo la llevé como mínimo ocho veces y al doctor le importaba más que tenía que salir a comer. O sea, en ningún momento le puso la atención debida a la nena, entonces las demás personas que estaban ahí empezaron a hablar, a decirle un montón de cosas.
Las personas acostaron a la nena en la camilla y yo le dije mire esas manchas del cuerpo de mi hija, fue donde él se asustó, eran entre siete y ocho de la noche. El médico corrió y le dijo a uno de las personas que maneja las camionetas de migración ´llévatelas para el hospital, llévatelas´.
El sabía que lo que venía, ya no se podía hacer nada, a la nena ya se le habían reventado sus órganos y el médico ni siquiera tuvo la decencia de venir y decir yo las voy a acompañar, por lo menos para prestarme una ayuda en el camino”.
Esta fue la primera muerte de un menor detenido por migración reconocida por el instituto a cargo de Francisco Garduño. Entre 2019 y 2021 el organismo reportó ocho fallecimientos de migrantes adultos en centros de detención en la Ciudad de México, Nuevo León, Chiapas, Tabasco y Michoacán.
Las extorsiones de las autoridades
Tres años y once meses después de su paso por México, Ada reprocha que nunca quiso ir a Estados Unidos. El asesinato de la hija mayor de su esposo a manos de mareros la obligó a huir de Guatemala, precisamente para proteger a su niña, sueño que le arrebataron en Las agujas.
Pero, la muerte de su hija no acabó con las violaciones a sus derechos humanos. En el hospital pediátrico, un agente de migración le impidió comunicarse con su familia y en el Ministerio Público le recomendaron no denunciar al médico negligente para agilizar el traslado de su “nena” a Guatemala.
“Cuando yo estaba en el Ministerio Público, llegaron los de migración a ofrecerme de todo: tarjeta verde, a ofrecerme trabajo, a ofrecerme una estadía en México, a ofrecerme lo que usted no se imagina para que yo no pusiera la denuncia.
Indicándome a la vez que si yo ponía la denuncia no iba a poder regresar a mi país. Yo no iba a poder traerme el cuerpo de mi hija, o yo tenía que enterrar a mi hija allá en México. Yo le indiqué a estas personas que no, que yo no iba a poner denuncia, que yo no quería nada.
Tampoco de lo que me estaban ofreciendo porque yo no buscaba quedarme en México. Yo estaba buscando cómo salvarle la vida a mi hija en otro país, cómo evitar que a ella le pasara lo que le pasó a su hermana grande acá, cosa que no fue así verdad, entonces me prepararon todo”.
Las recomendaciones de la CNDH
Ada no regresó a la estación migratoria, le aconsejaron evitar a periodistas y a las mujeres que la acompañaron un día antes.
Al mismo tiempo, su prima relataba a una visitadora de la CNDH lo ocurrido, gracias a eso se supo el paradero de Ada y antes de su regreso a Guatemala, la comisión le hizo saber que podía ir a despedir a su hija y después presentar su denuncia.
En septiembre de 2019, la CNDH emitió una recomendación a Francisco Garduño, comisionado del INM por omisión, negligencia e inadecuada atención que derivó en la muerte de una niña de 10 años.
Un juicio a petición del Órgano Interno de Control del instituto determinó la inhabilitación de un año para ejercer como servidor público al médico negligente.
Al continuar con vómito, presentar temperatura baja, color amarillo y con los ojos desorbitados, fue valorada de nueva cuenta por el médico, quien dijo “seguramente la niña quiere llamar la atención”.
— CNDH en México (@CNDH) October 7, 2019
La batalla por alcanzar la justicia
Para Ada y su representación legal a cargo del Instituto para las Mujeres en Migración (IMUMI) la batalla por acceder a la justicia apenas inicia.
Pero, confían en que sentarán un precedente para que los tratos inhumanos contra personas migrantes, nunca más queden en la impunidad.
“Todavía estoy yo en espera de una continuidad de la primera audiencia, tengo yo todavía que declarar. Tengo todavía que hacer lo que tenga que hacer para que esto no quede impune y yo lo voy a hacer, porque es la vida de mi hija.
Lo que pedí es que este médico ya no ejerciera como médico, porque no es un médico, porque un médico no deja morir a una persona. No ve su nacionalidad, no ve si tiene dinero, no ve si vale la pena la vida de esta persona o no para atenderlo.
Solo le pido a dios que a lo que lleguemos, a lo que la justicia determine sea algo para que en realidad él aprenda, si le pido a dios que se haga justicia, que la justicia mexicana exija a ese médico que de una u otra forma pagué por el error que tuvo”.
En 2016 la Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió la primera recomendación por hacinamiento en una estación migratoria, justamente en Las Agujas.
A la fecha se han dirigido 30 recomendaciones a estos centros, en su mayoría por detenciones arbitrarias, violencia física, negligencias médicas y por violentar a niñas, niños y adolescentes en situación de movilidad.
Desde su hogar en Guatemala, Ada lamenta la muerte de 40 migrantes en la estación migratoria de Ciudad Juárez. En su experiencia, las protestas al interior de los centros de detención siempre surgen de la exigencia de un trato digno y humano.
Reitera que hoy su lucha no es solo por su hija, sino por todas las personas que salen de sus países con la esperanza de tener una mejor vida.
“Salimos de acá porque en realidad la situación ya sea económica, ya sea de seguridad o porque en realidad necesitamos irnos. Por eso salimos de nuestros países, pero no deberían de tratar a las personas así.
No sé cuántas vidas más se vayan a perder para que las personas o migración se den cuenta del error en el que están, que mal han instruido a su personal.
Lo que se vive en una estación migratoria es algo muy duro. Es algo muy fuerte y no entiendo por qué es qué suceden estas cosas, qué más tendrá que pasar para que ellos cambien”.
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