El papa Francisco cumplió diez años al frente de la iglesia católica y, aunque ha hecho algunos cambios, varios critican la lentitud para realizarlos.
Escucha este trabajo especial con producción de Hazel Zamora.
Kayleigh Bistrain Alcázar
Jorge Mario Bergoglio abrió las puertas a la renovación de la Iglesia Católica.
Dirige una religión en crisis en una época en que la gente cuestiona cada vez más su fe. Cambiar a una institución de dos mil años no es tarea fácil, pero lo ha hecho, algunos critican que de manera lenta y otros, los más conservadores, piensan que está yendo demasiado lejos.
Desde su elección como papa, hace diez años, trajo aires nuevos al culto católico, ya que es el primer jesuita y latinoamericano en ser sumo pontífice.
También es el primero en adoptar el nombre de Francisco, una declaración de principios pues San Francisco de Asís es conocido por su sencillez y dedicación a los pobres.
Jorge Mario nació el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina. Con formación como químico, inició el camino religioso en 1958.
Once años después recibió la ordenación sacerdotal, pero nunca detuvo sus estudios eclesiásticos. En 1998 fue nombrado arzobispo de Buenos Aires y en 2001, el entonces papa Juan Pablo II lo designó cardenal.
Aunque proviene del continente con más católicos, América es uno de los que menos visita. De las 60 giras oficiales que ha realizado en esta década, solo 12 han sido a las Américas.
Esto le ha generado desencanto en la región porque Latinoamérica tenía altas expectativas con tener un papa que los representara.
Así lo explica Fabián Acosta Rico, investigador del Centro de Estudios de Religión y Sociedad de la Universidad de Guadalajara.
“Hay una especie de desencanto por parte de los latinoamericanos. Cuando lo designaron había muchas expectativas en su pontificado, ya que por primera vez teníamos a un papa de la región. Pero todo esto ha venido a menos. Tuvo más fama, más proyección, el papa Juan Pablo II, sobre todo en México, que la que ha tenido Francisco”.
Las pugnas al interior del Vaticano
Donde sí ha calado más hondo el “efecto Francisco” es al interior de la iglesia que dirige.
Tres días después de ser elegido sumo pontífice, el papa dijo que deseaba una “iglesia pobre para los pobres”. Desde entonces los cardenales han dejado de usar autos de lujo manejados por choferes.
El propio Francisco rechazó usar la limusina pontifica y su anillo del Pescador es de plata dorada en lugar de oro, como es la costumbre.
A inicios de este mes, el papa emitió un decreto para establecer que ningún dirigente de la Curia tenga un inmueble gratuito o en condiciones favorables en la Santa Sede.
Esto quiere decir que los obispos y cardenales deberán pagar una renta por sus viviendas en Ciudad del Vaticano para aumentar los ingresos de la iglesia.
“El papa Francisco es un papa jesuita, una congregación que ha practicado la pobreza y la austeridad, de tal manera que sí nos encontramos ante un pontificado donde no ha habido tanta suntuosidad en cuanto al culto, sino que ha adoptado la sencillez. En esto sí ha marcado línea el papa Francisco, incluso ha sido crítico con otros obispos que llevan vidas más suntuosas. Más llenas de lujos y comodidades”.
Tras la pandemia, Francisco también ordenó un recorte de sueldos en la Curia romana, pues la situación económica de la Santa Sede es “grave”, según el prefecto de la Secretaría para la Economía, Maximino Caballero Ledo.
Las donaciones de los fieles son el principal ingreso de la Iglesia Católica, pero la crisis de fe ha golpeado las finanzas del Vaticano.
La pandemia por Covid-19 agudizó el problema, pues los presupuestos del 2020 y 2021 cayeron 15 por ciento, al recibir 37 millones de euros en donativos, según cifras de la Secretaría de Economía de la Santa Sede.
¿Sanciones en el vaticano contra pederastas?
Los casos de pederastia han impulsado la crisis de fe y los cuestionamientos a la iglesia.
La llegada de Francisco al Vaticano pareció renovar el enfoque frente a los casos de abuso sexual de menores por parte de sacerdotes. Pero los avances han sido escasos.
En 2018 salió a la luz uno de las investigaciones más grandes de pederastia por parte de sacerdotes en Pennsylvania, Estados Unidos: 300 eclesiásticos estaban involucrados y daba cuenta del encubrimiento sistemático de funcionarios del Vaticano
Ese mismo año, en Chile, revelaron que 100 curas eran investigados por casos abuso sexual.
En Canadá más de mil 300 tumbas de menores indígenas fueron descubiertas en antiguos terrenos de internados católicos que funcionaron hasta finales del siglo XX.
El caso más reciente es el de Portugal. Una comisión independiente reveló en febrero de este año que tiene al menos 4 mil 815 víctimas documentadas.
Para el investigador Acosta Rico estos casos cuestionan la moral de los clérigos y minan la confianza en la iglesia.
“Para que una religión se empiece a desmoronar hay que cuestionar la moralidad de sus sacerdotes, de sus clérigos, de su jerarquía espiritual. (…) En el caso de la Iglesia Católica, una manera en que ella misma se ha ido dinamitando es precisamente a través de estos casos de pederastia.
Se puede decir que aquellos que mantienen un posicionamiento frente a la Iglesia Católica antagónico o de rivalidad han sabido capitalizar precisamente esos casos para sembrar entre las personas el descreimiento que opera bajo la lógica.
Si estos son los hombres de Dios, si estos son los bendecidos y cometen este tipo de abusos, pues entonces me cuestiono si realmente las verdades que ellos predican, si la influencia divina que dicen tener es realmente verdadera”.
Tras los casos de Pennsylvania y Chile, el papa Francisco promulgó dos leyes que pusieron fin al secreto pontificio en casos de abusos de menores por parte de clérigos.
En junio de 2021, el pontífice también reformó las leyes canónicas para reconocer que los adultos también pueden ser víctimas sexuales de sacerdotes y laicos en posiciones de poder. Pese a estos cambios, hay pocos casos de curas expulsados de la iglesia.
La postura del papa sobre la comunidad LGBTIQ+
La población homosexual católica también sigue esperando la renovación de la catolicidad para que dejen de ser considerados pecadores y puedan casarse por la iglesia.
Si en el caso de la pederastia el efecto reformador de Franciso ha tenido poco impacto, en temas de diversidad sexual ha llegado a cuentagotas.
El papa Francisco es el primero en expresar abiertamente su apoyo a las uniones civiles de parejas del mismo sexo y en rechazar las leyes que criminalizan la homosexualidad y discriminan a la población LGBTQI+.
Pero no ha consentido las uniones por la iglesia. Fabián Acosta Rico describe al pontífice como un líder que no le da gusto a nadie.
“El papa Francisco pues si se ha mantenido por un lado respetuoso de esta comunidad a la que no ha agredido directamente. Pero por otro lado como lo podrían estar proponiendo los obispos alemanes del sínodo. Tampoco se ha decidido a bendecir las uniones entre personas del mismo sexo.
Nuevamente el papa no le da gusto a nadie. Este tipo de declaraciones lo ha dejado en mal con cierto sector conservador de la Catolicidad. Por otro lado los católicos más progresistas lo han notado un tanto tibio”.
Otros temas pendientes del pontificado de Francisco, señala el investigador, son la consagración sacerdotal de mujeres para que puedan dar misa.
En un contexto donde las comunidades son cada vez más plurales religiosa y culturalmente hay mayor presión para que la iglesia tenga mayor apertura.
“Ante estos nuevos creyentes es para quienes tiene que trabajar el Papa Francisco, no lo tiene nada sencillo. Hoy en día muchos quisieran ver una Iglesia cada vez más desdogmatizada y centrada solamente en un principio universal como sería el amor al prójimo.
El amor a nuestros a nuestros congéneres más allá de las explicaciones o interpretaciones más minuciosas que se le pueda dar a la Biblia y el dogma”.
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