La canciller alemana se retira tras 16 años de gobernar ese país, de mantener a flote la estabilidad económica y ganar adeptos.
Te contamos algo de lo que hizo Angela Merkel en los años que estuvo al frente de Alemania.
Kayleigh Bistrain
Mamá se va de casa. Angela Merkel está a punto de retirarse. Los alemanes llaman de manera cariñosa mutti, madre, a quien gobernó por 16 años el país con la mayor economía de la Unión Europea y la cuarta a nivel mundial. Ahora, solo espera la conformación de una coalición en el parlamento alemán para cerrar esta era.
Rudolf de Baey, director del Instituto Goethe en México, y Gregor Matti, también del Instituto Goethe, con 54 y 25 años respectivamente, pertenecen a dos generaciones con intereses y preocupaciones diferentes; sin embargo, coinciden en definir la era Merkel como un periodo de estabilidad.
“Ella fue la piedra de la estabilidad. Aunque la gente no fuera seguidora de Merkel, ella hacía sentir a los alemanes como que mamita estaba a cargo, entonces podíamos dormir tranquilos”, dice De Baey.
“Estabilidad, tanto de una manera positiva como negativa: positiva, por ejemplo, en estos tiempos de pandemia, Merkel logró explicar a la sociedad qué era necesario hacer y no aprovechó la situación para ampliar su poder; por otro lado, su estilo político de sólo administrar, conservar, estabilizar, también tuvo un lado negativo de no promover grandes visiones”, señala Matti.
A pesar de que algunas decisiones y la falta de acción en temas clave le restaron simpatía, Merkel se retira con el 66 por ciento de aprobación a su administración, según una de las últimas encuestas de la radio pública alemana.
Una líder moderada
Merkel llegó por primera vez al poder en Alemania en 2005 y se reeligió cuatro veces como candidata del partido Unión Demócrata Cristiana, de tendencia conservadora.
En los años que estuvo al frente del país le tocó negociar con cuatro presidentes estadounidenses, cinco primeros ministros británicos y cuatro presidentes franceses. Todos ellos hombres.
Como una líder moderada, su gobierno fue más de administrar en lugar de reformar. Buscaba los puntos medios para cuidar de todos. Algunos le critican que en 16 años no logró avances en temas que eran necesarios, pero no arriesgó mucho y por eso los alemanes se sentían tranquilos con ella.
“Fue una mujer que nunca hizo grandes reformas en el país y nunca arriesgó mucho del presupuesto. Al contrario, en sus cuatro periodos fue haciendo cosas para que el país retomara y después mantuviera una competencia económica a nivel europeo y a nivel mundial”, considera Yaotzin Botello, periodista mexicano radicado en Alemania.
Eso para el alemán promedio se transcribe en “voto por este partido y para que esta mujer esté en el poder porque no arriesga mi dinero, porque mis ahorros no están en riesgo, porque mi patrimonio no está en riesgo”.
“Pero le faltó hacer más reformas, por ejemplo en el mercado inmobiliario, para que las personas tuvieran más bienestar”, agrega.
Administrar la crisis
A Merkel le tocó atender una crisis tras otra, que la fueron definiendo ante la Unión Europea y el mundo, pero dejaron fuera de su agenda reformas económicas como al mercado inmobiliario para reducir los costos de las rentas y la digitalización del país, explica Botello.
Las crisis económicas de 2008 y la del euro en 2010 la convirtieron en la canciller de la austeridad, una política que sólo cambió en 2020 cuando apoyó el mayor plan de estímulos en la historia del bloque europeo para hacerle frente a la crisis del covid-19.
Pero en medio de esta turbulencia, nunca dejó sentir a los alemanes que las cosas estaban cambiando, esa es la razón por la que, considera Gregor Matti, fue elegida tantas veces.
“Daba la sensación de que nada estaba cambiando y que tampoco tenía por qué cambiar. Esa siempre fue su promesa y visión, conservar”.
La más poderosa
Su liderazgo la llevó a ser elegida por 10 años consecutivos como la mujer más poderosa del mundo en el listado de Forbes. A pesar de esto, la continua desigualdad entre el este y el oeste, así como el tema migratorio, provocó el repudio de un sector de la población. No todos encontraron en ella a una madre protectora, como explica Botello.
“Hay gente que quedó muy contenta con el papel de Merkel durante estos 16 años y seguramente la hubieran seguido votando porque era una líder nata. Fue una mujer que supo manejar muchas crisis y que lo hizo de una manera conveniente para muchos. No arriesgó el pellejo de Alemania, el presupuesto, la pensión de los ciudadanos”.
Pero hay otra parte de la sociedad que también la odiaba, que la veían como una líder que se quería perpetuar.
La crisis que mayor costo político tuvo para Merkel fue la de refugiados en 2015. Más de un millón de migrantes llegaron a Europa ese año. Según cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, el 75 por ciento huía de los conflictos en Siria, Afganistán e Irak. Además, unas tres mil 550 personas perdieron la vida durante el viaje, la mayoría en el Mediterráneo.
Entonces Alemania dio un paso al frente y anunció que aceptaría a 800 mil solicitantes de asilo.
La decisión polarizó a la sociedad y le generó simpatías entre los integrantes moderados de su partido y sus rivales políticos, pero también se tradujo en un aumento del apoyo al partido de extrema derecha Alternativa para Alemania, explica Rudolf de Baey.
“No todos los que apoyan a la ultraderecha son nazis. Hay nacionalsocialistas, hay fascistas, hay nazis. Pera la mayoría no vota por estas razones ideológica. La mayoría son personas que no se sienten representadas en el gobierno actualmente y votan por la ultraderecha como protesta”.
El retiro
Las elecciones que siguieron a la crisis de refugiados fueron en las que menos votos recibió. Se calcula que hasta un millón de personas que apoyaban su partido le votaron a la extrema derecha. Además, tardó cinco meses en formar una coalición para gobernar.
Merkel asumió toda la responsabilidad de los resultados electorales del 2017. En octubre del siguiente año dio a conocer que no se reelegiría en 2021 y que dejaría la presidencia de su partido, puesto que ocupaba desde 2000. Rudolf de Baey vio en este anunció una estrategia para retener el poder.
“Con estas decisiones fuera de su estilo, cariñosas, emocionales, tuvimos problemas. Después de estas decisiones, para mantenerse en el poder ella probó calmar a la oposición adelantando que iba a partir en 2021. Fue una estrategia para quedarse en el poder”.
Con excepción de la ultraderecha, no fue un gran deseo que ella dejara el gobierno, porque ella fue como la mamá. “Tú la quieres o no, pero con ella en su oficina tenemos calma”.