En 2020, 155 millones de personas necesitaron ayuda humanitaria para acceder a alimentos; en Centroamérica, unas 11.8 millones de personas estuvieron en esa situación.
Eduardo Benítez, de la FAO México, en entrevista con Elia Baltazar.
IMER Noticias
Si se toma en cuenta que la crisis alimentaria en el mundo ha provocado que 155 millones de personas necesitaran ayuda humanitaria y que los episodios de escasez de alimentos empeoraron durante la pandemia, el panorama para 2022 no es nada halagüeño.
Eduardo Benítez Paulín, representante asistente de Programas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO en México), dijo que son preocupantes los resultados del Informe de la Red Global sobre las Crisis Alimentarias, en los que se revela que en países de Centroamérica como Honduras, Guatemala, El Salvador y Honduras, además de Haití, hay 11.8 millones de personas sufriendo por la crisis alimentaria.
“Lo más importante allí es ver cuáles son las causas que, independientemente de algunos aspectos de carácter estructural dentro de los países, vemos los efectos del cambio climático, cómo impacta en estas regiones, y que ello repercute en las dificultades de acceso que puedan tener las familias más pobres para acceder a los alimentos”.
Un problema estructural en los países puede ser la pobreza, pero además hay otros aspectos como fenómenos meteorológicos que provocan inundaciones.
“Hay problemas de pobreza en nuestros territorios y aun cuando los países han hecho el esfuerzo por salir, vemos efectos climáticos en zonas que ya presentan aspectos de degradación muy importante, como es el corredor seco que va desde Nicaragua hasta prácticamente Chiapas, es una región donde si uno se va a las estadísticas uno podría ver que hay precipitaciones casi igual, el problema que se está dando es que son precipitaciones que si antes ocurrían en dos tres meses ahora ocurren en una semana con efectos devastadores”.
Otro aspecto que actúa en contra del acceso de alimentos es el encarecimiento de los precios, por ejemplo de los cereales como el maíz y el trigo, principales cultivos que alimentan a la población.
“Y como siempre los más afectados es la gente más pobre porque no tienen el acceso a estos alimentos o no tienen la disponibilidad de estos alimentos y en ellos repercute; ello es la causa de muchos de los movimientos que vemos a nivel internacional, de los migrantes, cómo van buscando mejores áreas de oportunidad en la acceso a los alimentos y lo que ello conlleva y su parte de las consecuencias”.
En este contexto, Eduardo Benítez Paulín estima que para el próximo año el panorama “desafortunadamente no se ve muy halagüeño”, por lo que consideró importante que Naciones Unidas convoque a los países a trabajar para construir mejores escenarios y buscar que los impactos negativos de las crisis alimentarias sean menos fuertes entre la población.
Dijo que este año hay una serie de eventos a desarrollarse, como la cumbre del G20, la conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático o la cumbre de Naciones Unidas sobre el sistema alimentario, que podrían servir para encontrar estrategias que permitan paliar la situación y concretar cambios estructurales.