La economía de los más de 50 mil mexicanos que se dedican a la elaboración de juguetes artesanales ha visto mermada sus ganancias por la pandemia, la piratería y la falta de juego.
El Museo de Culturas Populares es la sede de la Feria del Juguete Artesanal, un espacio que impulsa, fortalece y promociona la labor de los creadores de 18 estados de la República.
Carolina López Hidalgo
El juego como un impulsor de la imaginación, de la convivencia, de la competencia sana y del desarrollo de habilidades psicomotrices ha sido sustituido por la tecnología, aseguró la maestra Amparo Rincón del Museo de Culturas Populares.
“Para nuestra generación era común tener juegos populares, de diversas índoles, las rondas infantiles, el avioncito, las coleadas, que para muchos niños de hoy es algo lejano. Pero si es lejano, estos juegos, digamos infantiles, mucho más lejanos son los trompos, los baleros, los yo-yos, los maromeros y muchos otros juguetes populares que se han desarrollado a lo largo del tiempo gracias a la creatividad y la imaginación de artesanos de todo el país”.
En nuestro país existen más de 50 mil personas que hacen juguetes artesanales, tal es el caso de Carlos Rodríguez un hombre que inició por el impulso de su hermano menor y de su padre ebanista a trabajar la madera para crear trompos, carritos, la tabla mágica, el balero y el yo-yo.
Para los hermanos Rodríguez el juguete artesanal perdió a muchos de los compradores por el exceso de la tecnología, pero sobre todo por el desconocimiento de los juguetes.
“Me ha pasado que muchos niños no conocen los trompos o los baleros, pero se les enseña cómo se juega y se sorprenden”.