En medio de las expresiones culturales que ofrece el Festival de las Artes en San Miguel de Allende, ocurren bloqueos e incendios de tiendas y vehículos en ese y otros municipios de Guanajuato.
Escucha esta crónica con la producción de René Garza.
Adriana Esthela Flores
Concentrados, atentos a su partitura, el cuarteto de cuerdas que está sobre el escenario del Teatro Ángela Peralta empuña con firmeza sus instrumentos para practicar el concierto para violín de Mozart.
Allí están el violinista Axel, solista, de solo 11 de años de edad e hijo de un mariachi; Jesús en la viola, Oziel en violín -ambos, adolescentes- y el joven Luis, a cargo del violoncello.
Meticulosos, combinan la mirada entre la partitura y las instrucciones que les dan su maestra y maestro, Annalee Patipatanakoon y Roman Borys, integrantes del trío canadiense The Gryphon quienes, en este master class, les piden dar más carácter y bravura a las notas.
“Obviamente no se puede aislar uno de todo, pero es un escape para la vida personal, cuando uno tiene problemas, tocar un instrumento o hacer música te lleva a la tentación de que no estás solo, estas con otras personas y estas expresando lo que sientes a través de un instrumento”.
La violencia y su impacto en la música
Luis es el mayor del cuarteto, tiene 23 años y estudia la carrera de instrumentismo con especialidad en violoncello, en el Conservatorio de Música de Celaya.
Para él, las emociones que expresa a través de la música incluyen el impacto de los hechos violentos que han aquejado a Celaya, la ciudad donde estudia y que está a menos de una hora de acá, San Miguel de Allende, Guanajuato.
La situación, incluso, ha llevado a la directiva del conservatorio a dar recomendaciones de seguridad a su alumnado.
“Ha habido pláticas respecto a seguridad, cosas así. Nos dicen como en el aspecto de cuando hay una extorsión o cosas mas básicas, ya entre los compañeros nos cuidamos en que horario salir, donde no ir. Sí se nota una tensión, a nivel cultural no puedo hacer tantas cosas porque corres riesgo si sales a la calle. Siempre tiene que tener eso en cuenta, que no es un lugar seguro para poder desempeñarte libremente”.
Aquella sesión magistral fue uno de los primeros eventos de la fiesta que empezó la noche del viernes 12 de agosto en el Jardín Municipal durante el estreno del Festival de las Artes local, FASMA, como le dicen acá.
La fiesta empezó solo tres días después de que una serie de narcobloqueos e incendios de tiendas alarmaron a Celaya, Irapuato, Salamanca, Silao y Apaseo El Grande, otros de los municipios del corredor del huachicol, de Guanajuato.
Pero esos hechos, al parecer, no disminuyeron el afán de celebración de decenas de asistentes -en su mayoría, personas del extranjero- como Norma Scott, canadiense con más de 12 años vivienda en esta ciudad.
“Es el mejor lugar que he encontrado en todo el mundo por su clima, comida, gente, cultura, belleza. Es perfecta!.. Si escuchas a la radio de Vancouver y el resto de Canadá y Estados Unidos, hay mucha violencia ocurriendo allá. No creo que sea solo San Miguel y no estoy preocupada en absoluto. Creo que si estás involucrado en actividades ilegales tal vez te pondrá en peligro. De otra manera, es una cuestión de suerte, creo”.
La música, un lenguaje universal
Un arpa gigante, con cuerdas de al menos quince metros de largo que se extendían desde el escenario de la plaza principal hasta la Parroquia de San Miguel Arcángel fue la pieza de arranque del festival.
Mientras se escuchaba la música, una serie de imágenes fueron proyectadas en la fachada del templo.
La artista creó el performance hace diez años, inspirada en la cuna del estratega de la independencia mexicana, Ignacio Allende.
Aunque todos sus mensajes fueron en inglés, la barrera del idioma no impidió la fiesta organizada por casi 30 asociaciones, entre ellas la Fundación Casa Europa México, el Ballet Folclórico Representativo de San Miguel o el Centro Cultural Comunitario.
Así lo resaltó el alcalde, Mauricio Trejo Pureco, cuyo lema de gobierno es “Volviendo a los buenos tiempos”.
“En estos tiempos de polarización es interesante como las 27 organizaciones nos hemos unido y nos hemos dado cuenta que unidos podemos hacer algo grande y ser más grandes…”
La violencia no frena el turismo
Los alrededores del centro de San Miguel, caracterizado por sus edificios históricos, hoteles boutique y restaurantes son custodiados por agentes de tránsito municipales.
Los cuerpos de seguridad más visibles de este polo turístico que ostenta varias designaciones: Patrimonio Cultural de la Humanidad, una de las mejores ciudades para vivir y el Mejor Destino de Bodas de México.
Para Miguel Ángel González, vecino de la localidad y trabajador del área de espectáculos, esos títulos son el blindaje contra la inseguridad.
“Al gobierno le conviene que San Miguel no tenga delincuencia porque vamos a ver que a nivel turístico es el más grande de todo el estado. Eso es lo que no deja que se deteriore de una manera tan fuerte por los títulos que nos han otorgado nos ha seguridad, como que nos han blindado”.
“¿Se siente seguro? Pues no tan seguro porque trataron de entrar aquí pero no a gran escala. El gobierno siempre ha estado implementando y en la noche ha habido operativos del ejército y guardia nacional. Ha estado dando vueltas en la noche para proteger a la ciudadanía”.
Para la directora de Desarrollo Económico, Relaciones Internacionales y ONG de San Miguel, Tania Ortiz, esta ciudad de más de 173 mil habitantes es aún segura para el turismo, actividad que representa el 90 por ciento de su Producto Interno Bruto.
El evento tiene más de 70 actividades, destinadas a la música, fotografía, artes plásticas, teatro, literatura, entre otras.
Aunque la funcionaria asegura que el encuentro es para toda la población, la mitad de los eventos tiene algún costo.
El mínimo es de 50 pesos y el más alto es el curso de pintura acrílica en el Instituto Allende de dos mil 350 pesos.
“Una de nuestras ramas para el turismo local y la gente que viene son nuestros happenings, lo que hacemos el viernes de cada mes es un evento en el jardín principal donde hemos tenido desde conciertos de jazz y bazares así que también tratamos de integrar”.
La oferta cultural no es para todos
Pero en este lugar donde conviven 63 nacionalidades y hay una galería por cada mil habitantes, no todos se sienten incluidos en la fiesta cultural, como Tereso, un trabajador de Limpieza que trabaja en el jardín municipal.
Aunque ha pasado toda su vida en esta ciudad, dice que apenas ha visitado uno o dos museos.
“Ha podido venir a comer a los restaurantes? No, la comida no nos gusta, estamos acostumbrados a nopalitos, frijolitos, cosas más sencillitas. Acá en restaurants puras carnes, mole. Pero no ha venido a comer por aquí’. Solamente en el mercado, una torta. ¿Por qué no le gusta o porque no le alcanza? Más bien es eso, es que está muy elevado los platillos”.
El arte como resistencia
La noche de la fiesta, la bailarina de danza aérea, Frida Daniela, fue una de las animadoras en la inauguración.
Para ella, el arte ha resignificado su vida, pues mantiene una disciplina, a pesar de que varios de sus familiares le dejaron de hablar por haber elegido el arte circense y no la carrera de Psicología.
“¿Se puede resistir a la violencia a través del arte? Claro, es una ayuda que te impide pensar en coas negativas y te crea disciplina y ya no te queda tiempo de irte a vagar, estas enfocado a crear algo nuevo o mejor cada día”.
Las dos horas que duró el Master Class rindieron frutos en la capacidad de los cuatro músicos, que al final mostraron un mayor dominio para ejecutar el concierto mozartiano.
A pesar de que, en varios momentos, se mostraron nerviosos por no poder expresarse en inglés. Un idioma común en las calles, establecimientos comerciales, hoteles y letreros de negocio dirigidos a la población de Canadá u Estados Unidos.
“Más que nada, a lo mejor sí entendíamos cosas pero no sabíamos cómo contestar, por los nervios se nos olvidaba. Está bien, el reto para nosotros es aprender inglés, el siguiente reto”.
¿A que suena México?
Después de la clase, llegó al teatro el clarinetista principal de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, el afroamericano Anthony McGill. Un músico que México le suena como una canción de cuerdas y una voz poderosa de mujer.
¿Qué tema le dedicaría a este país?, le pregunté. “El Trío en A Menor para Clarinete, chelo y piano”, respondió.
“La historia que contaría sería sobre un país que está tan vivo. Un país que está tan vivo con la música, la vida, con familia. En conexión con la comunidad y donde, de hecho, como músico me siento en casa. Cómo músico me siento bienvenido y me siento parte de la comunidad”.
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