Con recursos de madres, padres y de los estados, las escuelas de tiempo completo operarán en 15 estados, pese al decreto de la SEP para eliminarlas.
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Elsy Cerero
Las escuelas de tiempo completo no recibieron un solo peso en 2021. El contexto sirvió de argumento: los planteles estaban cerrados por la pandemia de Covid-19.
Lo cierto es que desde un año antes este programa ya había sufrido un recorte del 53 por ciento de los recursos que se destinaban para alimentación de alumnos y horas extras de maestros de este programa educativo.
El 28 de febrero de 2022, el Gobierno Federal eliminó de un plumazo las escuelas de tiempo al superar el tercer pico de la pandemia, y con la mayoría de los menores en los planteles.
Hasta 2018, este programa tenía una cobertura de 17 mil escuelas y 3.6 millones de estudiantes.
A través del Diario Oficial de la Federación, la Secretaría de Educación Pública emitió las nuevas reglas de operación de ‘La Escuela es Nuestra’, donde desapareció el programa.
Un día después, la titular de la dependencia, Delfina Gómez, lo confirmó:
“Todavía faltan muchas escuelas para poder mejorar las instalaciones básicas: agua, aulas, sanitarios… Eso era algo que se pedía, tener las aulas en buenas condiciones al momento del regreso a clases. Al hacer ese balance, es algo que para nosotros es muy prioritario, darle la atención a esas escuelas que todavía tienen esa necesidad“.
Las opiniones no tardaron en llegar
El anunció provocó las reacciones de las familias, autoridades escolares y hasta de los gobiernos estatales.
Desde entonces, 15 entidades han confirmado la continuidad el programa, entre ellos, están ocho de gobiernos morenistas tales como la Ciudad de México, Puebla, Michoacán, San Luis Potosí, Baja California, Colima y Baja California Sur.
Además del Estado de México, Guanajuato, Tamaulipas, Querétaro, Nuevo León, Yucatán y Jalisco. A la par, las propias escuelas y las familias afectadas ya se movilizan para continuar con el programa.
Flavio Mendoza Rodríguez, director de la primaria “Ernesto Corona Amador”, ubicada en Guadalajara, Jalisco, presentó dos amparos para evitar la desaparición del programa.
“Uno en lo laboral por los maestros y otra por la afectación directa al interés superior de la niñez”.
Actualmente, la entidad sólo sobreviven nueve de las 945 escuelas de tiempo completo que llegaron a existir.
Uno de esos planteles es el que dirige y donde las clases de tiempo completo continuarán a pesar de que no contar con presupuesto y haber perdido maestros que les cancelaron plazas en estos últimos años.
Para él, las horas “extra” que estudiantes dedican a su formación en áreas como la robótica, la nutrición o las artes han tenido un resultado favorable en su rendimiento académico
“Hay evaluaciones internacionales que ha hecho UNESCO y CONEVAL. Ahí hemos demostrado que las escuelas de tiempo completo tienen un incremento de 0.2 hasta 2 puntos porcentuales de rendimiento académico”.
Las afectaciones de fondo
Viridiana Sánchez es mamá del Cristian, quien estudia en tercero de primaria. A ella, la escuela de tiempo completo “la salvó” de las afectaciones económicas provocadas por la pandemia. Sin embargo, esta decisión vuelve incierto el futuro de la educación de Cristian.
“Ahora resulta que ni siquiera se va a poder contar con la escuela en las condiciones que opera, supero muchas las expectativas”.
Daniela y Víctor, hijos de Sergio García, son ejemplo de cómo el programa ha ayudado en su aprendizaje, según los logros que él mismo ha observador en sus menores.
Víctor estudió en una primaria de tiempo completo y ahora está en tercero de secundaria. Durante estos tres años ha logrado permanecer en el cuadro de honor y su papá lo atribuye a la disciplina forjada por sus maestros.
Por ello, Sergio habla sobre defender su escuela sin importar que sean las familias las que paguen los recursos extras.
“Los padres hablamos que vamos a pagar los extras para cubrir ampliación del horario, la alimentación ya la estamos pagando”
La posibilidad de que los menores pasen la parte de su vida diurna en los planteles también ayuda a que sus madres y padres tengan una mayor flexibilidad para continuar con sus trabajos.
Así lo considera Alan Leo, empleado de la Comisión Federal de Electricidad y papá de Nicolás y Paulina, estudiantes de primaria.
“Es importantísimo la permanencia del programa de TC está hecha para papas trabajadores e incluyendo mamas muchas madres solteras”.
Una oportunidad para revisar el programa, no para desaparecerlo
Las escuelas de tiempo completo nacieron en 2007 con el propósito de ir a las comunidades de alta marginación para que niñas y niños tuvieran la posibilidad de tener alimentación adecuada.
Durante su existencia, este programa fue reconocido por la UNESCO e incluso Chile, Brasil, Uruguay, Alemania y Estados Unidos han seguido con su implementación.
Pero sus beneficios tampoco han estado exentos de claroscuros. David Domínguez Zepeda es maestro y especialista por la Universidad Nacional Autónoma de México y ha estudiado el programa de escuelas completas.
Él asegura que administrativos de la SEP se adueñaron del programa estableciéndolo al por mayor en zonas que no son consideradas de alta vulnerabilidad.
“Que el gobierno federal no diera revés total a la ETC, que hiciera un diagnóstico necesario de donde deberían operar de la mejor manera”.
Además, el país requiere perfiles profesionales y no que al maestro de grupo sea un cuidador y expositor de talleres.
Como exdirector de la primaria “Emiliano Zapata” de Culiacán, Sinaloa, el especialista recuerda que desde 2018 él y la comunidad educativa pelearon por la reconstrucción de su plantel.
Por ahora Sinaloa es una de las entidades donde no continuarán con escuelas de tiempo completo porque la prioridad es rehabilitar sus planteles pues la mitad no están en condiciones de operar, según Protección Civil del Estado.
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