La activista y defensora de los derechos humanos, Rosario Ibarra de Piedra, falleció este sábado en Monterrey, Nuevo León, a los 95 años de edad.
Adriana Esthela Flores
El sepelio de la activista Rosario Ibarra de la Garza, en Monterrey, quedó marcado por el llamado a regresar a las calles y mantener las demandas de justicia.
Familiares y amistades de la fundadora del grupo “¡Eureka!” pidieron a la sociedad civil mantener su lucha y espíritu combativo vivo.
No obstante, su ceremonia fúnebre también estuvo marcada por las críticas al decreto que creó la Comisión de la Verdad sobre la “Guerra sucia”.
Claudia Piedra, la tercera hija de la activista, reprochó que el decreto no incluyó casos documentados de desapariciones que ocurrieron antes y después del periodo de 1960 a 1990.
“No puede haber una transformación verdadera si sigue el problema de los desaparecidos políticos”.
Durante la ceremonia, en el Panteón Dolores, Rosario Piedra, hija mayor de la y presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, pidió continuar el legado de lucha de su madre.
“Tenemos que volver a nuestros años de activista cuando la acompañamos en todas sus luchas durante más de 40 años”.
Los “mal agradecidos” de su lucha
A la par, Laura Gaytán, integrante del Comité Eureka y sobreviviente de desaparición, cuestionó la ausencia de quienes fueron víctimas de persecución política.
Para ella, gracias al trabajo de Rosario y otras madres, lograron obtener amnistía y mantenerse con vida.
“Ojalá que este remordimiento y esta conciencia incómoda los acompañe el resto de la vida por mal agradecidos, por ingratos, por infames”.
En el sepelio, las y los asistentes despidieron a Rosario con flores a su tumba y con consignas al aire como homenaje a su memoria en las calles.
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