Bajo distintos argumentos, el arte que ha sido censurado cuestiona el sistema establecido y la injusticia prevaleciente.
Por Carolina López Hidalgo / Juan Carlos Valdés
“El arte no es un espejo para reflejar el mundo, sino un martillo con el que golpearlo”
Esta frase de Vladimir Maiakovski explica por qué el arte y la ciencia históricamente han sido vistas como una amenaza para los poderes establecidos, una situación que se traduce en censura, procesos judiciales y persecuciones.
El caso más reciente es el de la colectiva Las Tesis, quienes a raíz del performance feminista “Un Violador en tu Camino” fueron denunciadas por el cuerpo policial de Chile, que consideró aquel acto contra la violencia machista como “un atentado contra la autoridad”.
La justicia chilena desechó la demanda al considerar que todo se hizo en un contexto artístico, y que la actuación de la colectiva “no representa un peligro para los policías”, un hecho que para expertos en arte y creadores muestra un cambio en los parámetros con los que se mide el impacto de una obra en la sociedad.
A los intentos de censura por la vía judicial se suman también situaciones como las diferencias ideológicas, sin embargo, para el pintor Fabián Chairez, autor de “La Revolución” que muestra a Emiliano Zapata feminizado, los cambios sociales de los últimos años han evitado que tengan que ocultar sus creaciones.