Por su lucha en contra de los cultivos de soya transgénica en Campeche y lograr que la Suprema Corte de Justicia de la Nación suspenda las siembras de la multinacional Monsanto, Leydy Aracely Pech Martín ganó el Premio Goldman, equivalente al premio Nobel en medio ambiente.
Por Nayeli Valencia
La abeja melipona no tiene aguijón, pero “muerde” a toda amenaza a su colonia, incluso hasta perder la vida. Esta característica la entendió muy bien Leydy Pech, originaria de Hopelchén, Campeche.
Allí las comunidades utilizan la miel para curar heridas, quemaduras y enfermedades; también ayuda al sistema inmunológico. Un litro y medio es lo que una colmena produce al año, en cambio, las abejas europeas producen 30 litros.
Esta escasez y múltiples propiedades fueron las causantes de que la miel de abeja melipona haya sido objeto de pagos tributarios antes y después de la llegada de los españoles.
Pero a tierras mayas llegó Monsanto en el año dos mil para cultivar parcelas de soya transgénica, ahora propiedad de Bayer, según indicó el Premio Goldman. Entre 2010 y 2011 los proyectos piloto continuaron, su principal ingrediente: el glifosato, un probable carcinógeno.
Para ese entonces Leydy Pech sabía de apicultura gracias a su abuelo, aunque la actividad se realizaba mayormente por hombres, como declaró para organización independiente AIDA. También desde 1995 la conocida como “guardiana de las abejas” ya pertenecía a Koolel-Kab, cooperativa integrada por mujeres mayas de Hopelchén.
“Empezaron a deforestar grandes extensiones… cuando me di cuenta que se empezaron a morir mis abejas, decidimos organizarnos. Nos empezaron a confrontar, amenazar, desprestigiarnos”.
Leydy Pech
Leydy Pech reunió a apicultores y ambientalistas. A través de la organización Sin Transgénicos demandaron al gobierno mexicano detener la siembra de soya transgénica porque violaban la Constitución y Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo al no consultar a las comunidades antes de aprobar los permisos de Monsanto.
Con integrantes de la Universidad Autónoma y el Programa de Desarrollo de la ONU registraron los impactos del glifosato: Había herbicida en el suministro de agua y en la orina de los habitantes de Hopelchén, información que difundieron en campañas de educación.
Para noviembre de 2015 la Suprema Corte de Justicia de la Nación dictaminó por unanimidad que debían consultar a las comunidades indígenas y dos años después se cancelaron definitivamente los permisos de Monsanto en siete estados, incluidos Campeche y Yucatán.
De esta manera Leydy Pech y su comunidad garantizaron el sustento de 25 mil familias en Campeche, quienes producen el 40 por ciento de miel en el país.
También lograron la supervivencia de la abeja melipona, que polinizan cultivos de achiote, aguacate, café, calabaza, chayote, chile habanero, mango, entre otros.
De acuerdo con el Premio Goldman, un abogado de Monsanto comentó que no podía creer que una “mujercita” los golpeara. Lo que la multinacional no consideró es que Leydy Pech es como una abeja: organiza su colmena de los invasores que la creían “indefensa”.
“Miedo no lo sentí porque me vi en una unidad, sentí mucha fuerza para poder luchar. Fue una victoria del pueblo maya, la lucha apenas empieza, vivimos en un país de impunidad, de corrupción. Sentimos que dimos un gran paso en resistencia por nuestros bosques y la tierra. Estamos volviendo a nuestros conocimientos y eso es lo que le quiero decir al mundo, los mayas estamos vivos y los mayas estamos luchando, es una lucha de vida”.
Leydy Pech