El doctor Gustavo Reyes-Terán pide cautela frente los resultados de las pruebas de vacunas contra la COVID-19, porque solo hasta la fase tres de los ensayos clínicos, cuando el tratamiento sea probado en miles de personas, se sabrá si es capaz de prevenir la enfermedad.
Las personas necesitan más cautela con los resultados de los ensayos clínicos de las vacunas contra la COVID-19 requieren de mesura, porque hasta ahora no refieren una prevención de la enfermedad. Frente al optimismo de los últimos días, el doctor Gustavo Reyes-Terán, titular de la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad, se posicionó como una voz mesurada.
Reyes-Terán es infectólogo con posgrado en virología y durante la pandemia se ha encargado de varias acciones para hacer frente a la enfermedad, una de ellas el Programa de Reconversión Hospitalaria. En entrevista para la Tercera Emisión de IMER Noticias explicó las particularidades que todavía faltan por probar en las cuatro vacunas actualmente en fase de prueban en el extranjero.
El objetivo primordial de una vacuna es prevenir la infección y las consecuencias graves de una infección. Los avances hasta ahora son alentadores en ese sentido, pero, desde el punto de vista del doctor, fueron magnificados por los medios de comunicación.
Por ahora, los ensayos publicados solo indican la capacidad de inducir una respuesta de anticuerpos. Únicamente hasta la fase tres de los ensayos clínicos, cuando el tratamiento sea probado en miles de personas, se sabrá si la vacuna es capaz de prevenir la enfermedad provocada por el nuevo coronavirus.
Reyes-Terán consideró importante que durante la fase tres se prueben las vacunas en grupos de población con mayor riesgo de morir por la infección, porque los resultados en esta población pueden varias con respecto a la población joven.
Debido a que las inyecciones dependen de un sistema inmune para funcionar, una persona joven sin enfermedades tiene mejores probabilidades de responder favorablemente en comparación a la población vulnerable, por ejemplo, diabéticos, hipertensos o mayores de 60 años.
“En una fase tres tendría que involucrar a la población vulnerable y ver si la respuesta es alta en qué proporción ocurre este fenómeno y qué diferencia hay con la población joven. No se debe olvidar que ese sector es el que más interesa” explicó el especialista.
Finalmente, el servidor público reconoció la urgencia atender problemas de salud pública como diabetes, hipertensión y obesidad, debido a que estas enfermedades hacen más vulnerable a la gente frente a otras afecciones y han recortado años de esperanza de vida en México.
Para el especialista, el sistema de salud debe “dar mejores tratamientos, tramitar a la mayor cantidad de personas, de manera que se pueda controlar y no formen parte de la población en riesgo frente a un agente infeccioso”.