En el suburbio de Chicago conocido como Bensenville, y en lugares parecidos a lo largo del país, adolescentes pasan sus días en clases aprendiendo inglés y álgebra y química. Durante la noche, mientras sus compañeros de clase duermen, ellos trabajan para pagar deudas a los coyotes que les ayudaron a cruzar y a sus patrocinadores, para contribuir en el pago de alquileres y facturas, para comprar provisiones y zapatos, y para mandar dinero a casa de los padres y hermanos que dejaron atrás.
Redacción / IMER Noticias
En entrevista para IMER Noticias Primera Emisión la periodista Melissa Sánchez nos contó los detalles de su más reciente investigación, titulada: “El mundo secreto de los adolescentes inmigrantes que trabajan en peligrosos turnos nocturnos en fábricas suburbanas”.
“Yo me enfoqué en una comunidad en particular, un complejo de apartamentos en el suburbio de Bensenville en Chicago, donde han llegado muchas familias guatemaltecas. Entrevisté a 15 jóvenes que han llegado en años recientes, algunos no acompañados, otros con sus padres u otros familiares desde el 2015 hasta la fecha. Llegaron con deudas porque como bien se sabe, en México la travesía hacia Estados Unidos cuesta dinero, le tienes que pagar alguien o a un coyote para que te traiga. Especialmente si eres un menor. Sus padres en Guatemala que muchas veces no querían que vinieran los chicos, pero ellos sí quisieron venir para huir de las pandillas o hacerse una vida acá”.
Melissa Sánchez, reportera de ProPublica
La reportera de ProPublica en Illinois, Chicago, explicó alguno de las razones que los jóvenes le contaron sobre arriesgar su vida.
“En Guatemala la vida es muy difícil, todo cuesta y la gente es muy pobre. Muchas veces tenían que sacar préstamos, muchas veces empeñando sus terrenos o sus casas y así poder enviar a los chicos. He escuchado de deudas desde 3,000 hasta unos 15,000 dólares por muchacho y otros chicos salen sabiendo que son responsables de pagarla, porque sus padres no tienen los suficientes ingresos para pagar esa deuda. Entonces llegan a los Estados Unidos y en la frontera son integrados en los refugios por semanas o meses y finalmente cuando son liberados con un familiar empiezan a buscar trabajo, pero el trabajo que hay es en fábricas y el turno que hay, el que más les favorece a los muchachos, es el turno de noche, porque les permite ir la escuela durante el día”.
Melissa Sánchez, reportera de ProPublica
La periodista indicó que en Estados Unidos el trabajo infantil no sorprende a las autoridades, pero tampoco están haciendo mucho para erradicar ese tema.
“No hay ninguna denuncia y eso es sorprendente porque yo hice varios pedidos de información tanto a las agencias estatales como federales que regulan las leyes de trabajo infantil y en Chicago (donde yo estoy) no había ninguna (denuncia). A nivel federal sólo había una queja y hay cientos de fábricas que contratan temporalmente y es aquí donde más encuentran trabajos estos menores de edad. Están trabajando en muchas partes del país, desde el sur de California o Massachusetts o donde hay trabajo y la mayoría son jóvenes. Aquí es ilegal trabajar a cierta edad, pero no son chicos de 16 o 17 y eso se puede entender, que ya casi son hombres, pero hay niños de 13 o más jóvenes contratados, esto se da gracias al uso de papeles falsos, donde hay niños con identificaciones que dicen tener 24 años y muchas veces los agentes hacen caso omiso de algo tan evidente”.
Melissa Sánchez, reportera de ProPublica
Sobre el actúa de estos jóvenes, incluso niños, Melissa Sánchez contó un poco de la manera en que estos menores socializan.
“No dejan de ser niños, aunque hablan como hombres. Van a la escuela durante el día, donde muchas veces se quedan dormidos y tiene sentido, si has trabajado un turno de ocho horas, es difícil mantenerte despierto para tu clase de álgebra o química. En el grupo en el que me enfoqué, tienen maestros que los adoran mucho y que les dan espacio y tiempo, incluso camitas en la clase para qué descansen una hora y se despierten listos para el examen, así que tienen una vida social en la escuela y después de escuela se van a casa a dormir”.
Melissa Sánchez, reportera de ProPublica
La reportera de ProPublica narró como son los fines de semana o los descansos de estos jóvenes.
“Sus fines de semana lo usan para practicar o ver deporte. A veces juegan entre ellos mismos, a veces juegan contra un equipo de otras fábricas, a veces juegan con un grupo de vietnamitas y esa es la parte más linda que yo he visto de sus días acá, porque, aunque estén cansados llegan a las canchas para jugar por dos o tres horas, comen pizza o platican con sus maestros o con las chicas que van a verlos jugar, al final son muchachos, aunque tienen una vida pesada”.
Melissa Sánchez, reportera de ProPublica
Para leer o escuchar este trabajo de la periodista Melissa Sánchez de ProPublica usted puede acceder al siguiente sitio: