Elena Poniatowska celebra 91 años de vida y agradece por tantos años de periodismo y cultura a México. También país de su abuela y madre.
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Carolina López Hidalgo
Elena Poniatowska celebra la vida. La mujer que encontró en el periodismo la satisfacción de vivir, de reencontrarse, de ser historiadora y narradora de las épocas en la que ha transitado cumple 91 años.
Como observadora, narradora y conversadora Héléne Elizabeth Louise Amelie Paula Dolores Poniatowska Amor se ha hecho acompañar de la palabra para dar voz a los que no han tenido la oportunidad de tener un foro.
A través de sus libros podemos encontrar a las mujeres que han sido sobajadas, anuladas, acosadas y olvidadas. Aún así, la que da gracias es ella, en especial a quienes la han acompañado en sus más de 70 años de carrera. Que recientemente fue reconocida con el Premio Belisario Domínguez.
Gracias a ustedes que acompañan en este gran día. Gracias a México, el país de mi abuela, Elena Iturbe Amor y el de mi madre, Paula Amor.
Desde que nació en Francia el 19 de mayo de 1932 se acostumbró a “buscar”. Desde que tuvo que viajar en barco a los 10 años huyendo de la guerra, admirando nuevos países, escuchando nuevos idiomas. Pasando por sus oficios, por las calles y los diversos “Méxicos” con los que se encontró.
María, María, ya se acostó. Vino la muerte y se la llevó. O esta que es aún más aterradora. Cuchito, Cuchito maó a su mujer con un cuchillito del tamaño de él. Le sacó las tripas y las fue a vender. Mercarán tripitas de mala mujer.
En 1953 se asentó en el periódico Excélsior realizando el oficio que le cautivaría y le ofrecería la posibilidad de conocer al otro.
Soy periodista. Es difícil para mi ser juez porque soy parte. Yo siento que le debo todo al periodismo. El periodismo me enseñó todo lo que yo sé de México. Tuve la suerte de conocer a grandes periodistas. No hago tanta diferencia entre escritores y periodistas. No siento que los escritores sean tan superiores como se dicen. Porque también los escritores recogen la realidad de su propia vida y al realidad de otros.
Han pasado años entre el diarismo, la reflexión y la palabra. El elemento de su convivencia diaria en ellos nos ha mostrado el devenir de personajes como las madres de los jóvenes del 68, la vida de Jesusa Palancares, Rosario Ibarra de Piedra, Oriana Fallaci, de las costureras aplastadas por el sismo de 1985, las indígenas de Chiapas o Frida Kahlo, Tina Modotti y Leonora Carrington.
Todas ellas hablan y nos platican sus historias desde libros como Hasta no verte Jesús Mío, La Noche de Tlatelolco, Lilus Kikus, Tinísima y Las soldaderas, textos que surgen de la observación y la escucha, pero su mejor escuela fue sin duda las cárceles.
Tuve la dicha de entrevistar a personajes como don Alfonso Reyes, Diego Rivera, Octavio Paz, Alfonso Caso, María Félix, Dolores del Río y muchos otros. Pero fue la cárcel preventiva, en el Palacio Negro de Lecumberri donde encontré un mundo tan distinto al mío que entré a la mejor escuela de vida.
Su vida, sus miedos, abusos y la violencia del hombre hacia la mujer lo plasma en el Amante Polaco un libro en el que da a conocer el abuso del que fue objeto.
Ha recibido diversos premios y reconocimientos a lo largo de su vida como el Cervantes en 2013, el Rómulo Gallegos y recientemente el Belisario Domínguez, el máximo reconocimiento del Senado de la República.
Los premios son una puerta que se abre, que se abre de pronto. Un regalo, una posibilidad de futuro y un reconocimiento al pasado para las que como yo se despiden.
Elena Poniatowska convive con los lectores, le gusta estar presente en diversos espacios contagiando el gusto por contar historias y por crear lectores, es una dama que como el quijote busca luchar contra los molinos de la injusticia para vivir en un mundo más esperanzador.
Me enorgullece caminar al lado de los ilusos. Los destartalados, los candorosos. Que soy una evangelista después de Cristo, que pertenezco a México y a una vida nacional que se escribe todos los días. Y todos los días se borra. Porque las hojas de papel de un periódico duran un día. Pretendo subir al cielo y regresar con Cervantes de la mano para ayudarlo a repartir como un escudero femenino premios a los jóvenes.
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