A casi tres meses de la erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma, España, los ríos de lava no cesan y los daños podrían superar los 900 millones de euros.
Así vivieron la erupción del volcán los habitantes de la isla española.
Ana María Muñoz, con producción de Gabriel Ortiz
Eran las tres de la tarde con doce minutos del domingo 19 de septiembre de 2021 cuando la erupción del volcán Cumbre Vieja sorprendió a Federica Ceiner, guía de turistas en la isla española de La Palma.
Esa región no vivía una erupción volcánica de consideración desde hacía 50 años; pero ese día sintió la furia del Cumbre Vieja. Una fuerte explosión generó una columna de humo y ceniza que alcanzó los cinco kilómetros de altura. Casi enseguida brotó la lava, que comenzó a avanzar una velocidad de 700 metros por hora, destruyendo todo lo que encontraba a su paso.
“Yo me acerqué desde mi casa a la carretera, desde donde empecé a ver a todos los vecinos, que se subían a las azoteas, y gritando y enseñando con el dedo la zona donde ya se empezaba a ver el humo y en breve también las llamas. Entonces me subí a la azotea de un vecino y desde ahí pude ver prácticamente todo. Era una emoción muy extraña; entre el miedo, la emoción… porque es algo que se ve pocas veces en la vida. A lo mejor una vez sola, una única vez en la vida.”
Las evacuaciones comenzaron. La tarde de aquel domingo más de cinco mil personas tuvieron que abandonar sus hogares. Cinco días después, el viernes 24 de septiembre, tuvieron que salir otras 350.
La lava, de una temperatura de mil 250 grados, abrió la tierra y llegó al mar, donde generó explosiones. Los habitantes de la costa tuvieron que confinarse y sellar puertas y ventanas para protegerse de los gases tóxicos.
El martes 12 octubre nuevos ríos de lava provocaron el desalojo de otras mil 200 personas. La erupción ya casi cumplía un mes. Los habitantes de La Palma, quienes en un principio no imaginaron cuánto se prolongaría el evento, tuvieron que acostumbrarse a vivir con la actividad del volcán, como lo relata Federica, quien vive a solo tres kilómetros de la zona donde se abrió la tierra.
“Pasamos un poco por todas las fases, las fases iniciales. El ruido. Muy fuerte, como si encima de nuestra cabeza pasaran constantemente aviones de guerra o como si hubiese un temporal con truenos fuertísimos [sic]. Y con las explosiones, claro, en la vivienda tiemblan todos los cristales, las puertas. Al principio es algo que asusta mucho. Estuvimos muy asustados durante semanas, muchas semanas. Y luego la gente se acostumbra.”
La erupción ha arrasado con más de mil 100 hectáreas y ha dañado más de 70 kilómetros de carreteras en La Palma. De los 85 mil habitantes de la isla, más de siete mil han tenido que ser desalojados, y de ellos, alrededor de dos mil perdieron definitivamente su hogar. Además, el fenómeno ha dejado una víctima: un hombre de 70 años que murió luego de que su casa se derrumbó por el peso de la ceniza.
Pero los daños van más allá. Federica comenta que La Palma, isla que vive de la agricultura, también vio afectadas sus plantaciones por la erupción.
“La Palma es una isla que vive sí, de turismo, pero sobre todo de agricultura. Y tenemos una superficie de plataneras sobre todo, que es la principal fuente económica de la isla, que han sido sepultadas por la lava y no solo… también que no pueden tener riego porque el canal de agua ha sido también cortado por la colada. Entonces todas estas cosechas han sido perdidas. El plátano y fruta como el mango, por ejemplo, que se cultiva aquí, o también las naranjas, son toda fruta con cáscara muy fina; y la ceniza va a estropear lo que es la fruta en sí, que no se puede vender al mismo precio que se podía vender antes.”
En cuanto al turismo, este cambió. Los turistas, quienes antes acudían a la llamada Isla bonita para practicar senderismo, ciclismo de montaña, buceo o parapente, han regresado a La Palma exclusivamente para ver el volcán. Ramón Just, un empresario originario de Cataluña que visitó recientemente La Palma, comparte las sensaciones que experimentó al observar el Cumbre Vieja.
“Un poco la sensación es de pena, por todo lo que está pasando esa gente, pero por otra parte es de asombro, en el sentido de cómo en cualquier momento la naturaleza puede… que pues ahí erupciona y no hay nada más que hacer y todo lo que esté por allí pues… se lo va a llevar por delante. Y cuando veías todo lo que es la cumbre y luego la lengua y hasta el mar y demás, oye, es que… bueno, es que ha hecho lo que ha querido el volcán, básicamente.”
Más de dos meses después del comienzo de la erupción, las afectaciones continúan. El gobierno español anunció un plan de apoyo para La Palma por 206 millones de euros y el gobierno de Canarias informó que el próximo año destinará 100 millones de euros para la reconstrucción de la isla. Sin embargo, los daños podrían superar los 900 millones de euros, de acuerdo con estimaciones de las propias autoridades de Canarias.
Mientras tanto, los habitantes que viven cerca del volcán Cumbre Vieja han aprendido que los sismos constantes no son un verdadero terremoto, pues duran muy poco. También se han acostumbrado a usar mascarillas especiales para filtrar el 94 por ciento de las partículas del aire; y saben que si el viento sopla en dirección al noroeste, su casa se llenará de ceniza.
Federica, con satisfacción, destaca la fortaleza y solidaridad del pueblo palmero y de los seres humanos en general.
“Llegas a un momento en que ya no tienes la energía para seguir adelante ¿no?, pero afortunadamente el ser humano es resiliente; entonces, en los momentos de dificultad, siempre encuentras una fuente de energía más y sigues, sigues adelante. No queda otra. Y la gente aquí, de verdad, el pueblo palmero ha dado una muestra de una fortaleza increíble, sobre todo a nivel de solidaridad, de voluntariado. La Palma es un lugar seguro. Aunque estemos viviendo esta situación, el territorio afectado por la erupción volcánica es un 10 por ciento de la isla, y es mucho porque era una zona muy densamente poblada; pero se puede seguir visitando esta isla, es un lugar seguro. Nosotros seguimos haciendo nuestra vida como podamos, y eso es muy importante que se sepa.”
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