Por primera vez, una mujer tiene posibilidades de ser presidenta en México. Las electoras esperan que esto represente una nueva forma de gobernar.
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Hazel Zamora
Estén de acuerdo o no con su proyecto político, las mujeres muestran empatía porque una mujer pueda ser electa por primera vez como presidenta en México.
Testimonio 1: Es un buen logro que alguna mujer llegue a gobernar en México y que pueda cambiar lo que ningún presidente hombre ha hecho o que todo lo que se ha quedado estancado. Que lo que quieren hacer sí lo cumplan y que México crezca y sea un mejor país.
Testimonio 2: Me gusta que haya una mujer porque nunca había habido una mujer como siempre había personas más que nos robaban y siempre tenían el poder precisamente por eso no. Y sí, estoy contenta de que haya sido una mujer en esta ocasión.
Testimonio 3: Yo pienso que nos va a generar a todas las mujeres y a todo el pueblo tranquilidad.
Testimonio 4: Mira es agradable saber que ya llegamos a ese punto en donde ya hay candidatas porque yo como niña crecí con puro candidato y creo que hasta cuando fue la esposa de Calderón. Pero no me siento a gusto porque siento que estas dos candidatas no están preparadas.
A pesar de la diversidad de opiniones, es un hecho histórico. Antes de que se reconociera legalmente el derecho a votar de las mujeres en 1953, se creía que eran incapaces de tomar esta decisión y su única preocupación debía ser el bienestar de sus familias.
Hoy, las mujeres no solo representan el 52 por ciento del padrón electoral. Claudia Sheinbaum Pardo, de la coalición “Sigamos haciendo historia”, y Xóchitl Gálvez Ruiz, del frente “Fuerza y corazón por México”, tienen posibilidades reales de ser electas para encabezar el máximo puesto de poder en el país.
La representación no es suficiente
“Nunca antes ninguna niña mexicana tuvo la posibilidad de ver en la realidad a una mujer presidenta en México, imagínate qué mensaje tan poderoso van a tener las niñas que lo van a vivir”, indica Ana Karen Rodríguez Ballesteros, politóloga por la Universidad Autónoma de Querétaro.
La experta explica que esta posibilidad comenzó con la introducción de las cuotas de género hasta llegar a la paridad constitucional en 2019.
Estos cambios fueron fundamentales para incrementar la proporción de mujeres en la vida política del país. También abona a reconfigurar el imaginario social sobre el papel de las mujeres en los asuntos públicos.
“Cuántas generaciones no crecimos identificando que la política era algo de hombres. De repente estaba la reunión familiar y las mujeres estaban relegadas a tareas domésticas en la cocina, mientras los hombres discutían lo que pasaba en el país”.
¿Un gobierno feminista?
Estudios de organismos como ONU Mujeres han indicado que la presencia de mujeres en funciones de liderazgo aumenta la probabilidad de que se consideren sus necesidades en la toma de decisiones, motiva a otras mujeres a desempeñar esos cargos y promueve políticas de género como eje central de la democracia.
Sin embargo, Rodríguez Ballesteros acota que las candidatas presidenciales están bajo un sistema partidista en el que deben cumplir con los objetivos de las coaliciones a las que representan. Esto hace difícil que realicen propuestas autónomas o que favorezcan las luchas sociales como el feminismo.
“Creo que les generaría un costo político que no creo que estarían dispuestas a tener, sobre todo considerando también que dependen de una estructura partidista, de una elección y una aceptación ciudadana.
Definitivamente, que haya una mujer en el gobierno no garantiza que la administración federal vaya a ser feminista, pero creo que sigue siendo un avance en nuestros derechos políticos-electorales”.
La agenda en materia de género de las candidatas es similar y no abordan problemáticas diferentes a otras campañas electorales.
Aunque con diferencias en su implementación, ambas tratan como temas principales la consolidación del Sistema Nacional de Cuidados y entrega de apoyos económicos a aquellas en condiciones de vulnerabilidad. Gálvez propone dar tarjetas con cinco mil pesos mensuales y Sheinbaum otorgar apoyos bimestrales a mujeres entre 60 a 64 años de edad.
En temas de violencia, las dos proponen fortalecer las líneas telefónicas de ayuda y la especialización de la policía en delitos por razón de género.
Sheinbaum propone una ley que permita a las víctimas de violencia permanecer en sus hogares. Gálvez busca promover la efectividad en las órdenes de protección.
Coinciden, además, en impulsar el acceso de las mujeres indígenas a la tierra, becas con énfasis en jóvenes y niñas indígenas, así como acceso a derechos sexuales y reproductivos, pero sin ahondar en demandas sociales concretas como la despenalización del aborto.
La joven intérprete y lideresa por los derechos políticos-electorales de las mujeres indígenas, Cristina Solano Díaz, cree que la próxima presidenta de México continuará el proyecto político de la coalición a la que pertenece.
“Esa plataforma política está construida desde una visión partidaria, según sus documentos, objetivos de partidos, misiones, pero veo que en ambos casos no recogen realmente las demandas sociales, el sentir del pueblo, de las familias mexicanas. Considero que la mitad de la población que vota son las mujeres, sus voces son los que deberían de traducirse en esas propuestas de campaña”.
¿Un avance para “todas”?
Ataviadas en huipiles, ambas candidatas no solo se han válido de la retórica de su género para promocionar su campaña, también de la representación de las comunidades indígenas por medio de sus mujeres.
Xochitl Galvéz se identifica como una otomí que logró escapar de la pobreza, Mientras Claudia Sheinbaum porta un “bastón de mando”, el símbolo que representa la máxima autoridad en varias comunidades indígenas de México.
Para Mijane Jiménez Salinas, defensora de los derechos humanos del pueblo afromexicano y representante de su comunidad ante el Consejo General del Instituto Electoral del Guerrero, esto no garantiza una política enfocada a sus necesidades, por el contrario, es un uso político de sus costumbres.
“Existen personas que están a favor de uno de otro proyecto, pero no dejan de ser personas institucionales que están buscando un cargo, una delegación.
Pero también habemos personas que lejos del tema electoral trabajamos de a pie y de alguna manera esa cosmovisión, esa entrega y folclorización de las raíces, como pueblo afromexicano (…) el pueblo afroamericano está muy invisibilizado.
Más allá de la entrega de nuestra identidad a cualquier ente gubernamental deberíamos reflexionar si funciona eso, si funciona solo tomarte la fotografía para después vivir en un vacío legal o en un estado de indefensión jurídica o si realmente somos parte del proyecto de nación que traen todas las candidaturas presidenciales”.
Tanto Cristina Solano como Mijane Jímenez, coinciden que el ascenso de una mujer a la presidencia no es el equivalente a cambios para “todas”. En especial para quienes se ven atravesadas por su raza, clase y geografía, como las mujeres indígenas y afromexicanas.
Si bien es cierto, que hay techos de cristal que se han logrado romper para algunas, habemos unas que nos cuesta todavía el doble o el triple de trabajo llegar a estos espacios.
Hoy no estoy visibilizando políticas de género inclusivas en ninguna candidatura presidencial. Para mí, este 2024 no hablaría de una representación ideal para el pueblo afroamericano y mucho menos para las mujeres afroamericanas, dice Mijane Jimenez.
“Definitivamente hay un uso político electoral porque no hay una participación democrática de nosotras. Situación muy diferente sería que en los dos equipos donde está cada candidata presidencial se respetara, por ejemplo, los derechos de las mujeres indígenas a la participación política, están violentando a mujeres indígenas en esos partidos políticos usurpando candidaturas indígenas”, señala Cristina Solano.
Uso político del género
Quien sea que gané las elecciones afrontará desafíos para asegurar a las mexicanas el acceso a sus derechos.
En México, 10 mujeres son asesinadas al día y siete de cada 10 han experimentado al menos una situación de violencia a lo largo de su vida, según ONU Mujeres.
De acuerdo con la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) del Inegi, nueve de cada 10 personas que dejan el mercado laboral por realizar cuidados son mujeres. Asimismo, tres de cada cuatro personas cuidadoras del país son mujeres.
Según un análisis del Instituto Nacional para las Mujeres (Inmujeres), México es el cuarto país con menor participación económica de las mujeres en América Latina. En tanto, la brecha salarial indica que por cada 100 pesos que gana un hombre, una mujer recibe 65 pesos.
“Quizá que ponga un poco más de atención en las chicas desaparecidas. A lo mejor es un poco difícil porque es la presidenta y son bastantes estados, pero creo que es importante, darle como prioridad a estas situaciones que se han estado viviendo de violencia contra la mujer”, indica una joven.
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