Durante 30 años, el periodista y escritor Diego Fonseca ha observado este fenómeno y sus apuntes los plasmó en el libro “Amado líder”.
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IMER Noticias
El populismo en Latinoamérica es un peligro para la democracia y la convivencia pública, pues no sólo tiene la intención de perpetuar a una sola persona en el poder, sino que en ese afán produce crisis económica, estallidos sociales y autoritarismo.
Así lo resume Diego Fonseca, autor del libro “Amado líder”, que retrata 30 años de gobiernos populistas y su impacto en la vida pública y la democracia.
En esta entrevista con IMER Noticias partimos de una idea: ¿cómo identificamos a los populistas? ¿Tienen características compartidas?
Desde Carlos Menem en Argentina, Alberto Fujimori en Perú, Álvaro Uribe en Colombia, Fidel y Raúl Castro en Cuba y Andrés Manuel López Obrador en México, todos están incluidos en el libro porque comparten aspectos que los engloban en este concepto.
“El manual populista es un proyecto personalista que tiene como condición general tratar de mantener la conexión entre el líder y el pueblo lo más directa posible, saltándose las cadenas de representación tradicional de la democracia, evitando los mecanismos de control o destruyendo esos mecanismos de control por parte del Estado; no tenemos supervisión, se tiene como criterio de construcción ya no la razón, sino un subjetivismo muy cultivado; es un asunto de fe y creencias”.
Los populistas también dividen al pueblo en dos bandos: los buenos y los malos. Los buenos, por un lado, son definidos por el líder, y los malos son los que él cree que están en contra: la prensa, los conservadores, los complotistas y las fuerzas internacionales.
“Esa polarización es indispensable porque le facilita al líder mantener el estado de emergencia y crisis existencial de la nación bajo la cual opera, para poder mantener cohesionado a su grupo tribal, por llamarlo así”.
Los populistas rara vez discuten programas o ideas y son una acumulación de eslóganes y de mantras semirreligiosos. Nayib Bukele, en El Salvador, es un ejemplo de esto, pues ha construido en sí mismo una imagen casi divina, al grado de decir públicamente que ha hablado con Dios.
¿Entonces por qué esto es peligroso?
Diego Fonseca explicó que en esta construcción de imagen, el populista lleva adelante cualquier acción de manera determinada, incluso endeudar a la nación o descargar una gran cantidad de dinero para asegurarse votos en las elecciones y perpetuarse en el poder.
“En América Latina es absolutamente personalista, es antisistémico, es autoritario en general, y las pruebas están al canto, y tiene provocación en la permanencia en el poder, no en el ejercicio de la alternancia democrática. Los movimientos latinoamericanos de populistas son básicamente hegemónicos, su proyecto es instalarse en el poder y convertir a las fuerzas de la oposición en apéndices que apenas actúen como mecanismo de legitimación democrática porque están presentes ahí pero son incapaces de disputar el poder”.
Fonseca dijo que la gente no debería confiar el futuro de una nación a la voluntad de una sola persona.