El pasado 29 de junio se rompió el récord de altas temperaturas en Columbia Británica; la ola de calor dejó al menos 486 personas muertas.
Escucha la segunda entrega de la serie “El planeta, al límite”.
Nayeli Valencia
Evelyn durmió en el piso. El calor era tan insoportable que parecía que vivía adentro de una olla. Nunca había sentido nada igual, ni ella ni los habitantes de la provincia de la Columbia Británica, quienes el 29 de junio alcanzaron una temperatura récord de 49.6 grados, la más alta en Canadá desde 1937.
El desastre climático alcanzó al menos a 486 personas que murieron a causa de las altas temperaturas, además se registraron cientos de incendios forestales y tres récords de temperatura, dos de ellos registrados en menos de 24 horas.
Nadie estaba preparado. Ni Evelyn Encalada Grez, doctora en sociología e integrante de la organización Justicia para Trabajadores Migrantes, ni la escuela donde imparte clases, la universidad Simón Fraser.
“Fue así, como estar en una olla, calor, calor que estaba todo concentrado; mucha gente, 700 personas, murieron esos días. Uno de los problemas es que no tenemos la infraestructura para poder sobrevivir este tipo de extremos, aquí en Columbia Británica la mayoría de la gente no tiene aire acondicionado porque no es necesario. Muchos de los edificios de la universidad no tienen aire acondicionado para nada y eso generó que muchas personas que ya estaban débiles de salud, gente mayor, muchos fallecieron, incluyendo mascotas”.
Para que fenómenos como este ocurran, “la troposfera, es decir, la capa de la atmósfera terrestre que está en contacto con la superficie de la Tierra, debe registrar una alta presión. Su intensidad es mayor si existen sequías”, señala un artículo de Ciencia UNAM.
Instalan centros de enfriamiento
Las personas adultas mayores y las infancias son los sectores más vulnerables. Por ello, el primer ministro de la Columbia Británica, John Horgan, anunció medidas como la instalación de fuentes provisionales de agua y centros de enfriamiento.
“Una de las principales razones por la que lo hemos intentado es que nuestras ciudades, por lo general, no están acostumbradas al calor como este y tienen programas implementados para proteger a las personas, llamándoles a que vengan a los centros de enfriamiento para asegurarse de que estamos controlando a las personas que nos preocupan y a las personas que conocemos que pueden estar en peligro”.
La ola de calor que vivieron entre el 25 de junio y el 1 de julio de 2021 afectó más a migrantes mexicanos trabajadores agrícolas, recuerda Evelyn.
“No había nada de alivio para ellos en ese tiempo y un compañero en particular me dijo que para tratar de mantenerse sanos y bien se tenían que levantar a las cuatro de la mañana para trabajar lo más temprano que se podía. Este compañero yo le decía ‘abre la ventana’ y me dijo ‘Evelyn, no tenemos ventana’, entonces ellos tienen que aguantar si ellos quieren mantener su trabajo para apoyar su familia, callarse y aguantar”.
El clima extremo también los orilló a trabajar en medio de incendios forestales provocados por las altas temperaturas.
Se avecinaba otra crisis
El aislamiento social y la pobreza también aumentaron el riesgo de morir, según reveló el informe “Canadá: el impacto desastroso del calor extremo”, de Human Rights Watch. La población local más afectada fue la que vivía sola, en hogares subvencionados, en edificios sin ventilación adecuada o sin sombra natural y que no podrían permitirse comprar dispositivos de enfriamiento.
Cuando las autoridades de Columbia Británica todavía reforzaban las medidas para atender la cúpula de calor, poco sabían que en unas semanas enfrentarían una nueva crisis provocada por el cambio climático.
En noviembre, la región sufrió severas inundaciones que dejaron cientos de casas bajo el agua y al menos cuatro personas fallecidas.
“Las inundaciones prácticamente cortaron el camino por tierra, al principio se supo de los granjeros y cómo perdieron su cosecha y se veían imágenes de toda esta serie de agua en tierras que estaban cultivando, después se habló de las vacas, de los animales, al último se habló de los trabajadores mexicanos agrícolas. Este es otro problema del cambio climático, pero es parte de todos estos procesos que estamos viviendo en el planeta por el capitalismo salvaje que tenemos y en ninguna parte del mundo se puede escapar de eso”.
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