La crisis en ese país, que ya suma 30 días, es compleja y estructural, por lo que su resolución es incierta, destacaron académicos de la UNAM.
José de la Garza y Ariel Escalante
Fue una propuesta de reforma tributaria lo que provocó que los colombianos salieran a las calles en manifestaciones masivas, pero hay una trayectoria histórica de agravios que explica la profunda crisis en ese país.
Durante una conferencia virtual, académicos de la UNAM analizaron las causas y las posibles salidas al conflicto en ese país que ya suma 30 días.
Antecedentes
La violencia por la que atraviesa Colombia y que ha dejado más de 50 muertos en los últimos días se debe principalmente a décadas de un proyecto social “fracasado”, explicó la doctora Silvia Soriano Hernández, del Centro de Investigación sobre América Latina y el Caribe (CIALC).
Dijo que la indignación ciudadana creció debido al descontento de décadas y a un acumulado de frustraciones.
“El impacto de la violencia es difícil de medir en una sociedad violentada por largos años, donde la constante es el asesinato de líderes sociales y la violencia contra defensores de derechos humanos; en resumen, es un país que demanda una democracia”.
La doctora Nathaly Burbano Muñoz, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, agregó que el llamado de paro hecho el mes de abril tuvo una amplia aceptación por diversos sectores de la sociedad debido al paquete de reformas que presentó el presidente Iván Duque, orientada a una política gubernamental de protección fiscal a sectores empresariales y financieros, dándoles subsidios en plena época de pandemia.
“El Estado colombiano es un Estado capturado, que históricamente ha sido gobernado por unas elites oligárquicas y terratenientes que actualmente se están disputando el país […]; la crisis viene fraguándose desde el año 2000 cuando el Estado colombiano duplicó y triplicó el gasto en el contexto de la bonanza de los precios del petróleo, que terminó en 2014, pero que no se tradujo en una reestructuración del gasto del país, por lo que se viene arrastrando un déficit que se agudizó en el marco de la pandemia”.
El doctor Fernando Neira Orjuela, también investigador del CIALC, dijo que uno no puede entender lo que pasa en Colombia si no entiende la historia de violencia política de ese país. Enfatizó que la represión que se ha dado ante las protestas refleja un modus operandi de un Estado represivo, agresor y violento.
“Colombia es uno de esos casos de América Latina donde las fuerzas armadas tienen un poder muy importante, se les dio ese poder supuestamente para contrarrestar el problema de la guerrilla y del narcotráfico […] y por eso cuando tienen que ir a atender procesos de movilización no puede actuar de otra manera sino vía armada”.
Perspectivas de resolución del conflicto
La doctora Nathaly Burbano Muñoz planteó que un conflicto tan complejo y estructural no se puede resolver en un mes, por lo que deben tomarse en cuenta escenarios en corto, mediano y largo plazos.
“Si en el corto plazo la aspiración es que terminen los bloqueos tiene que haber un pronunciamiento al diálogo genuino del gobierno colombiano; en el mediano plazo deben generarse condiciones que sean constatables en cuanto al acceso a servicios de educación y salud a través de estrategias sostenibles, no paliativos”.
Fernando Neira Orjuela agregó que mientras el Estado se niegue a ser democrático y participativo, este tipo de movimientos no van a parar.
“No es al azar que quienes están en las calles son jóvenes, porque son ellos quienes no tienen futuro en este momento; son jóvenes a los que se les ha negado por décadas la participación política, se les ha negado el acceso a la educación que cada vez se privatiza más, el acceso a sistemas de salud que han sido coartados por empresas privadas, que no tienen posibilidad de insertarse en el mercado laboral porque está destruido”.