Con la confirmación del estudio del pigmento “Azul Maya” del “Códice Grolier” se autentifica este libro de por lo menos 762 años, destacó el Doctor Omar Jimenez del Cinvestav Querétaro.
Carolina López Hidalgo
El Códice Maya de México, constituido por 10 folios, fue saqueado en 1960 y fue presentado por primera vez en una exposición en el Club Grolier en 1971, de ahí su nombre, lo que sembró dudas de su origen, además de contar con un estilo un poco diferente a los tres códices que se encuentran en Europa (Alemania, España y Francia).
En el 2018 se realizó un estudio multidisciplinario que le confirmó su origen prehispánico, sin embargo, las investigaciones continuaron y hoy se afirma que este libro sagrado corresponde al periodo Posclásico Temprano que va del 1159 al 1261 después de nuestra era, asi lo destacó el investigador del Cinvestav Querétaro, el doctor Omar Jimenez.
“A partir de estos descubrimientos, de estos estudios se puede decir que existe un códice Maya de México que es el manuscrito legible más antiguo que tenemos en el continente americano y pues está aquí en nuestro país en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia bien resguardado”.
Los investigadores de ciencias naturales y sociales como la arqueobotánica, la antropología física, química y geología, la iconografía, historia del arte y arqueología realizaron técnicas de espectroscopía vibracional para la verificación de materiales profundizando así en la imprimatura, que es la base donde se ponen los glifos o palabras y los pigmentos aplicados en el códice.
Esto gracias a los aparatos con los que cuenta el Cinvestav Querétaro, como el micro espectrómetro Ram con el que se pueden realizar mediciones puntuales.
“Se pudo hacer la identificación del índigo que es la porción orgánica del azul, maya, la porción inorgánica, que ya había sido identificada, es una arcilla. El compuesto que nosotros identificamos en el laboratorio del Cinvestav fue el índigo, con el infrarrojo nos permitió corroborar la estructura y encontramos carbono hidrógeno, carbono nitrógeno, oxígeno, azufre, y con los rayos X exploramos las diferentes capas del códice”.
Posteriormente se verificó que el azul maya es un pigmento hibrido con una fase orgánica y una inorgánica identificando fehacientemente la palygorskita y el índigo, como componentes esenciales del azul maya.
Los investigadores del Cinvestav Querétaro encontraron otros materiales que certifican aún más la antigüedad e importancia del códice que plasma el estudio del planeta Venus de los Mayas.
“Se identificaron también por primera vez otros pigmentos y otros materiales usados en la imprimatura como, por ejemplo; se determinó que uno de los colorantes rojos era la grana cochinilla, que es un pigmento a base de ácido carmínico el cual se extrae de un gusano que vive en un nopal; se encontró también otro material como parte de la imprimatura que es un mineral llamado basanita que es una fase del yeso”.
Los códices son hechos de papel amate, se pone la preparación llamada imprimatura constituida por la basanita y los elementos encontrados como resinas pigmentos vegetales, celestina, hematita terrosa y especular, así como el carbono amorfo.
El Doctor Omar Jimenez aseguró que se continuará trabajando con este documento histórico, por lo que hace falta una mayor inversión por parte del gobierno federal para dar seguimiento a la investigación