A una semana de iniciado el ciclo escolar, ¿cómo se adaptan profesores, tutores y estudiantes a la modalidad a distancia? En Tamaulipas, la maestra Lilia Leyva tiene que viajar 45 minutos a bordo de una lancha para llegar hasta la comunidad donde imparte clases.
Adriana Esthela Flores
Para impartir su primer día de clases en la primaria “Narciso Mendoza”, ubicada en el límite de Tamaulipas con Veracruz, la maestra multigrado Lilia Leyva tuvo que viajar 45 minutos a bordo de una lancha.
Esa fue solo la segunda parte del recorrido que realizó esa mañana del lunes 24 de agosto, cuando salió de su casa en el municipio de Altamira, Tamaulipas, para viajar en su automóvil rumbo al ejido El Fuerte y de ahí abordar la lancha que la llevó al ejido Cues de Palmas Altas, donde la mayoría de sus 33 alumnos no tiene teléfono celular y si hay, es uno para el uso de toda una familia.
Acá, las clases por televisión no son opción, pues solo 21 de sus alumnos tiene el aparato, pero la señal es mala, igual que la de radio.
<<Muchas mamás me decían no encuentro el canal o yo tengo planta de luz, no puedo estar gastando todos los días para que funcione>>.
Maestra Lilia Leyva
El dinero es otro reto. La maestra debe costear el combustible para el viaje en lancha, unos 180 pesos, ya que la autoridad municipal dejó de aportar este recurso debido a que las escuelas cerraron por la pandemia. Eso llevó a Lilia, quien también es directora de la primaria, a diseñar sus propios cuadernos educativos e implementar, junto a la otra maestra del plantel, sus métodos de enseñanza.
<<Tuvimos que gestionar la gasolina para ir a entregar los cuadernillos de este ciclo escolar, pedir quien nos otorgara la gasolina y si hubo una persona que nos apoyo y con eso pudimos ir a otorgar cuadernillos […] Todas las mañanas me comunico con los papás via WatssApp y ya les mando un mensaje de motivación, cualquier duda estoy disponible. La madre de familia me dice hubo estas dudas, yo le respondó y ella va y se lo comunica a las madres o padres de familia que no cuentan con celular>>.
Por la falta de recursos, ella solo puede ir cada trimestre a la escuela, aunque quisiera ir cada semana para evaluar a las y los alumnos. La profesora pidió apoyo a las autoridades educativas federales y estatales para que volteen a ver no solo a esta, sino a las demás zonas rurales del país e implementen métodos de enseñanza adecuados para estas regiones.
<<Siento que ahorita la educación no está siendo inclusiva, y más para las comunidades rurales>>, señala.
Allá mismo, en Altamira, la maestra de quinto grado de primaria, Reyna Campuzano, cuenta que ella y más compañeros enfrentan otros desafíos: los requerimientos de las autoridades para que les envíen, de manera continua, evidencias de que sí está impartiendo clases.
<<Al mismo tiempo que estamos atendiendo a los papás y a los alumnos, y preparando las clases, la autoridad educativa nos está pidiendo cien mil evidencias. Eso provoca mucho estrés. Creo que la autoridad educativa no ha sido empática>>.

Por ello, expresó tres peticiones concretas a las autoridades educativas: una línea especial de atención a salud mental de docentes, una hora diaria de clase para tutores sobre herramientas digitales y la posibilidad de que empresas de tecnología diseñen una aplicación especial para que docentes, tutores y estudiantes descarguen material educativo a precios preferenciales. Mientras, su tarea es seguir innovando.
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