A partir del recuerdo de los años 80 en Argentina y con el fútbol como telón de fondo, el escritor Eduardo Sacheri aborda en el libro “El funcionamiento general del mundo”, temas como la normalización de la violencia, el papel de la mujer y la recuperación del pasado.
Juan Carlos Valdés
La derrota en un juego, en un deporte y también en la vida, cumple una función pedagógica que no tiene la victoria, sin embargo, en nuestras sociedades se hace todo para no perder, para no aprender.
Así lo explica el escritor argentino Eduardo Sacheri quien en su más reciente novela “El funcionamiento general del mundo”, aborda la transición de la sociedad argentina en 1983, en los últimos meses de una dictadura militar.
“Una sociedad dispuesta a pensar en sus errores, reconocer sus errores y buscar soluciones de largo plazo a esos errores, sin duda es una sociedad mucho más madura y mucho más inteligente que una sociedad que es todo el tiempo intente cambiar las reglas del juego para no perder.
Si uno se encontrara con deportistas que hacen eso, casi se reiría frente a esa ingenuidad pero muchas veces nuestras sociedades, parecen empeñadas en eso con tal de evitarse dolor y la frustración”.
La sociedad argentina no sabía a qué partido jugaba en 1983, en medio de una dictadura militar, tras la derrota de la guerra de las Malvinas y en una repentina transición a la democracia, los argentinos afrontaban ese momento con bastante confusión y bastante ingenuidad.
“Cualquier juego cualquier deporte es una fuente de conocimiento sobre la vida en general.
La derrota es uno de los escenarios de aprendizaje, cuando uno gana lógicamente va a un lugar de placer ,de alegría y de satisfacción, pero uno a uno de reflexión o de duda, de paciencia, de renovación del esfuerzo.
Creo que todos nosotros vinimos atravesando derrotas en las esferas más diversas de nuestra vida. Lo que mejores seres humanos nos hace es qué tan bien seamos capaces de procesar esas derrotas”.
Contar el pasado a una nueva generación siempre es un reto porque nuestras experiencias son tan diversas y parecen mundos ajenos, nos separa un mundo de significados, siempre habrá un fracaso parcial en ese sentido, afirma Sacheri.
En su novela, un padre de familia que fue adolescente en los años 80, transmite a sus hijos adolescentes aquel momento de incertidumbre y una realidad que a ellos les parece primitiva
“Me interesaba llamar la atención sobre que el ser humano tiende a la violencia y tiende a la crueldad en cualquier época, aunque puedan cambiar las formas, aunque cambian los vehículos de esa crueldad.
En todo caso siempre tenemos que estar atentos o intentar al menos evitar esa crueldad, que hoy no aceptemos probablemente esa violencia física, evidente no significa que no haya otras formas, que también son crueles”.
Una de las cosas que más ha cambiado, es el lugar de las mujeres en la sociedad, aunque todavía falta un largo camino.
Candela, la hija del protagonista es una mujer del siglo XXI que encuentra aquel pasado como algo medieval, lo que para ella es normal, para jóvenes de su edad en 1983 era algo impensable.