Greenville, California, era famoso por su arquitectura de siglo XIX, pero las llamas lo convirtieron en un pueblo fantasma.
Escucha la tercera entrega de la serie “El planeta, al límite”.
Luis Camarillo Carvajal, con producción de Adria Aceves
El ciudadano James Cane vio cómo las llamas convirtieron Greenville en un pueblo fantasma.
“Es como si alguien viniese aquí y lanzara una bomba. Yo estaba básicamente parado aquí en esta área y todo el cielo estaba iluminado de un color naranja. Favorablemente hay una vía que corta aquí y el fuego no logró cruzar a mi casa, pero fue tan rápido, que ahora la casa de mi suegro ya no existe. Él tiene 88 años y esa casa era toda su vida”.
El poblado en California, Estados Unidos, era famoso por su arquitectura de mitad del siglo XIX, pero ahora no es más que escombros dejados por Dixie, el incendio forestal más grande que el estado ha enfrentado en su historia.
Pero Dixie es sólo uno entre las decenas de incendios que este año devastaron más de 300 mil hectáreas de bosques californianos. Algunos de ellos llegaron incluso antes del otoño.
“En los últimos dos años, los incendios están creciendo, están siendo aún mucho más vigorosos y se están expandiendo de una manera increíble”.
Enfrentar las llamas no es una labor fácil, dice Yassi Wilkins, voz autorizada para informar sobre el incendio Dixie.
El incremento de la temperatura a nivel global ha causado sequías prolongadas en varias zonas de California, que combinadas con rayos o el viento se convierten en una fuente de combustible.
“Los vientos son erráticos, es increíble la manera en cómo se expande. El calor que va a crear va a hacer que la vegetación que está a su alrededor caiga en llamas también”.
Incluso, las llamas alcanzaron zonas húmedas, señala Keith Wade, vocero del Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California. Un efecto del cambio climático.
“Este incendio ha demostrado ser impredecible, impulsado por el terreno y el clima complicados. Es muy activo con una progresión muy rápida”.
Un incendio brutal
Implacable, Dixie ha provocado que bomberos de otros estados como Texas se sumaran a las tareas de contención del fuego.
El bombero texano Paul Morrison recuerda cómo es un día de trabajo en ese “infierno”.
“Estoy a las afueras de Mammoth Lakes, California, actualmente una zona muy caliente y muy seca. Es algo intempestiva esta sequía, que este año ha durado más, pero realmente aquí se han preparado para una temporada de incendios realmente malos. Hemos trabajado todo el día. Hoy se nos presentó un fuego que tuvimos que combatir más tiempo de lo normal, pero es parte del trabajo”.
La naturaleza pierde
Hasta el momento 3 mil 600 secuoyas gigantes –un árbol del tamaño de la Estela de Luz y que es un orgullo en California– han sido devastadas por las llamas en incendios forestales sólo este año.
Las pérdidas son irreparables para la naturaleza y dañan irreversiblemente al medio ambiente; sin embargo, miles de personas también lo perdieron todo, como Vanessa Rodríguez, una joven de origen mexicano, nacida en Sacramento.
“Teníamos un hogar maravilloso y ahora ya no sabemos que hacer, o sea, ya ni siquiera tenemos adónde ir. Nada es seguro, quisiéramos regresar y sabes que cuando regreses a la casa, ahorita estamos en un albergue, pero sabes que cuando regreses a la casa no va a ver nada, absolutamente nada, solo vamos a encontrar cenizas y además no vamos a poder regresar inmediatamente, sino que hay que esperar, porque también es peligroso, no podemos rescatar nada de nuestras cosas y básicamente nos quedamos sin nada, nuestra vida se redujo a nada”.
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