Los sentimientos más arraigados trastocan a miles de familias mexicanas, que no sólo luchan para combatir una enfermedad, sino que tienen que aguantar “en silencio” la exclusión, el rechazo y la intolerancia de la familia o de una sociedad que no ha entendido que estamos ante virus, no una peste.
Rita Cerón
En tiempos de Covid-19 la humanidad enfrenta no sólo una emergencia sanitaria, sino una falta de empatía y deshumanización contra las personas contagiadas por el virus, que no sólo enfrentan miedo, dolor, angustia, sino discriminación por parte de familiares, vecinos e incluso de personal de salud.
En México, al principio de la pandemia la discriminación se centró en contra de los trabajadores del sector salud, del denominado “Ejército Blanco” que lucha para salvar vidas.
Sin embargo, con el paso del tiempo está situación se trasladó a las familias, a los barrios y al entorno social, donde por miedo y falta de información, muchos han decidido ocultar esta enfermedad y han preferido los servicios médicos particulares, que acudir a los hospitales públicos, donde advierten no hay medicamentos.
Marisol, que pidió el anonimato, estuvo al límite de ser hospitalizada. Dijo que fueron 10 días de estrés e impotencia, de dolores de cabeza y pecho, falta de aire, sin olfato y oxigenación baja.
Afirmó que lo más triste fue haber sido ser discriminada por sus primas que no sólo la veía como un bicho raro, sino que alertaron a las autoridades sanitarias para que se la llevaran de su hogar.
«Mis primas me veían salir y decían Háganse para allá porque ahí viene Marisol, va a bajar las escaleras. Mis vecinos me veían como diciendo: Esa, ¿qué tiene? ¿porqué viene tan tapada? Es horrible sentir que casi te desmayas. Y da tristeza que la propia familia te tenga miedo, porque están como apestados».
Marisol, paciente recuperada de Covid-19
Marisol señaló que esos días estuvo con su esposo e hija en la misma habitación sin poder abrazarlos, porque había que guardar la sana distancia. No había de otra, dos cuartos han sido su confinamiento. Y gracias al apoyo y cuidados de su familia, sobre todo de su madre, que a la distancia le echaba porras, tomó fuerzas para no caer.
«Me dio mucha impotencia pero a la vez me tuve que agarrar para tener fuerza, seguir luchando y poder salir de esa enfermedad tan rara. La familia y la unión, la oración, siento que es lo quy me dio la fuerza para poder salir adelante».
Marisol, paciente recuperada de Covid-19
Sin miedo, Lucila Javier, una mujer de más de 50 años, luchó durante mes y medio para sacar el virus de su cuerpo, que le dejo secuelas de depresión y fatiga. Lamentablemente en su memoria quedará grabado el maltrato de parte de un radiólogo y el desaire de su hermano, que le aventó las llaves para no contagiarse
«Sentí coraje y me dio mucho pesar que nos traten así como apestados, no nos quieren ni ver. Fue el radiólogo el que me sacó la placa y me trató bien mal. […] Otra persona por la que también me sentí discriminada, y desgraciadamente fue de mi propia familia, fue mi hermano. Sentí feo porque me aventó las llaves en la mesa y no se quiso acercar».
Lucila Javier, paciente recuperada de Covid-19
Reconoció que su miedo fue morir sola en un hospital, por lo que decidió ponerse en manos de su doctor y al cuidado de su familia, que sin ellos dijo, habría muerto.
Para Andrea, quien prefiere que le llame así, reconoció que la falta de medidas sanitaria podrían ser la causa del contagio de coronavirus. Su esposo fue asintomático y ella tuvo dolor de espalda y los síntomas comunes de un refriado, nunca al grado de llegar al hospital.
Dijo que ni los ataques de ansiedad ni el confinamiento la hicieron derrumbarse, pues está convencida que el ejercicio y la actitud la hicieron enfrentar la enfermedad.
«Lo que hice fue levantarme y tratar de hacer mis cosas; lo hice más lento porque me faltaba la respiración, pero lo hice. Realmente enferma, estuve como cinco días. Al momento de salir a la calle para ir al doctor no se me veía que estuviera enferma, porque me arreglaba, me pintaba, me vestía como deportiva y no se me veía que estuviera enferma y nadie se enteró».
Andrea, paciente recuperada de Covid-19
No obstante, señaló que, por temor, ocultó en todo momento que tenía Covid.
«Si yo les decía que mestaba enferma, aunque sea por celular, yo sentía que me iban a discriminar. A nadie, a ninguna amistad le dije que tenía Covid; nadie se enteró».
Andrea, paciente recuperada de Covid-19
Evangelina Hernández y su familia enfrentan el peor dolor de su vida, la muerte de un sobrino ocurrido el 28 de marzo pasado, prácticamente cuando inicio el confinamiento en todo el país.
Dijo que se trata de uno de los primeros casos importado, pues él trabajaba en una empresa estadunidense y constantemente realiza viajes al extranjero, el último a Colombia con escala en Estados Unidos y en cuyo vuelo viajaban unas personas de nacionalidad china.
Relata que desde que ingresó a un hospital particular de Morelos, su sobrino estuvo aislado hasta el día de su muerte y su padre sólo pudo observarlo esos 15 días a través de un cristal, El duelo ha sido enfrentado por la familia con impotencia, coraje y discriminación, por no despedirse de él.
«No pudimos como familia despedirlo, abrazarnos, consolarnos, rezarle. De alguna manera, eso sirve para sacar algo del dolor y todos nos quedamos con mucha impotencia, enojo, tristeza, ira».
Evangelina Hernández, familiar de víctima de Covid-19
Por su parte, la señora María del Carmen Ávila, quien vive en Santa Martha Acatitla, una de las zonas rojas de Iztapalapa, señala que prácticamente ha vivido seis meses de confinamiento total, debido a que seis integrantes de su familia estuvieron contagiados del virus, tres al borde de la muerte, a quienes logro sacar adelante.
Sin embargo, dijo que la experiencia más amarga de esta pandemia ha sido la falta de humanidad y solidaridad en el entorno social, donde fue discriminada por tener este virus.
«Tuvimos un reporte de mi misma familia, tengo un cuñado y no quería que nos hablara, que nos viera; eramos apestados, encerrados en nuestros cuartos, nadie nos auxiliaba. Y cuando me reportaron a la territorial, una compañera me hablaba diario para llevarnos a un hospital, y yo le dije que no, que gracias, porque ya tenía una atención».
María del Carmen, paciente recuperada de Covid-19
El 2020 marcará para el resto de su vida a miles de mexicanos, que como ellos no formaran parte de las estadísticas oficiales de la Secretaría de Salud que señalan que México ya rebasó los 100 mil muertos y más de un millón de casos positivos por Covid-19. Pero también hará patente que el derecho a no ser discriminado, está muy lejos de alcanzarse.
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