De solo asistir al museo a tomarse la imperdible “selfie” para hacer memorable el momento a través de fotos. ¿Qué te gusta más?
Julián Vásquez
A lo largo de la historia los museos han sido recintos que conservan, investigan y difunden la memoria cultural. Desde una estampa, hasta la historia de una nación entera. Pero ahora, otra de sus funciones primordiales radica en ser un paisaje instagrameable para tomarse una buena selfie.
Me gusta mucho tomar foto de la arquitectura. Y de cómo se ven ciertas cosas. Los pequeños detalles. Para verme asthetic.
Para Sergio Rivera, director de comunicación del Museo Interactivo de Economía (MIDE), estas prácticas permiten a los museos crear nuevos tipos de compromiso y construir una comunidad colaborativa.
Sin duda en la actualidad las redes sociales forman parte ya de nuestra vida cotidiana, del diario vivir y son la forma de compartir y de construir pequeñas comunidades alrededor nuestro. Lo que si es muy cierto es que cuando las personas toman fotografías de las obras lo que hacen es ayudarnos a expandir lo que el museo hace. Lo que el museo puede ofrecer. También nos ayuda a generar mayor tráfico de visitantes.
Es común ver que museos se unan a las redes sociales y de hecho, no lo hacen mal. El Museo del Prado tiene más de medio millón de seguidores en TikTok. Mientras que aquí, el Instagram del Museo Nacional de Arte supera los 260 mil.
Mientras que muchos museos en el pasado han desalentado o prohibido por completo la fotografía o la selfie, museos como el de la Estampa fomentan activamente tomar tantas fotos como se desee. Aunque su director, Emilio Payán, considera que la visita estaría más completa sí la gente se fijará más en el trabajo curatorial:
Nos sirve para difundir de alguna manera el museo, o la obra que está detrás de esta fotografía. Pero lo importante sería que tuvieran más información que les va a dar un conocimiento de la exposición. Un conocimiento de lo que vieron. No se trata nada más de venirse a tomar la foto. Para el museo le sirve en el sentido de la difusión. Pero para el público que viene y se toma la foto y se va. Nada más con su foto y no leyó los textos de lo que habla, ni el texto curatorial, si es un poco más triste. Lo que intentamos es que realmente el público se interese por el arte gráfico y que se interese por lo que está en las paredes.
¿Tomar la selfie o publicar la pintura recién llegada de Monet en el Face, afecta la experiencia de caminar por los museos?
Definitivamente sí, pero hay más pros que contras. Como dice el Alfonso Miranda, director del Museo Soumaya:
Lo que han permitido las tecnologías. Al momento de ver y compartir fotografías es a enterarnos de qué otras imágenes tienen recintos que a lo mejor no las imágenes convencionales que pensábamos tenían los museos. Y a partir de ahí habrá un diálogo afortunado. Un investigador que contemple, hasta tesis, o un estudiante que le sirva para ilustrar su tarea escolar. Tanto inteligencia artificial, como esta manera de comunicarnos a través de las redes. Y que nos lleve a diálogos muy muy afortunados. Comunicarnos entre instituciones a través de los distintos espacios también es una opción.
Eso sí, no en todas las exhibiciones se recomienda difundir socialmente. Por respeto a la memoria. Como lo comenta Cuauhtémoc Medina, curador del Museo de Arte Contemporáneo de la UNAM:
Cuando tuvimos la exhibición ‘Azul de Prusia’, que estaba hecha con pinturas que refería a campos de concentración nazis donde ocurrió el exterminio de los judíos. Tuvimos que solicitar no tomar selfies. Porque hay un carácter ofensivo en que lugares de memoria de hechos trágicos es mal recibido por los sobrevivientes. Por los miembros de las comunidades afectadas. En general se percibe como una falta al recogimiento que requieren estos lugares.
¿Y los visitantes qué piensan de la selfie en el museo?
Pienso que es correcto porque esto es una forma de darle más difusión al arte. Anima a mucha gente a venir. Y se despierta esa inquietud que debe existir en todos nosotros. Es bueno porque permite que los jóvenes puedan apreciar realmente de qué se trata. Y pueda inquietar el que vengan a ver esto.
No hay problema siempre y cuando haya un orden. Muchas veces se acumula mucha gente y no permite ni siquiera ver la obra o la pieza. Si está bien que se tomen fotos, selfies. Preferiría que solo se tome foto al cuadro o la pieza. Pero con un orden.
Una de las claves del rejuvenecimiento y asistencia de los museos a nivel mundial, es internet. Y su capacidad de crear lazos. Y algunas galerías han sabido utilizar el potencial de la era digital.
Los museos están más vivos que nunca. Y más allá de filas largas para tomar fotos a una escultura de hace dos siglos, para Cuauhtémoc Medina, el verdadero reto es lograr diálogos y transparencia de los museos públicos hacia la sociedad.
El hecho de que algunas de las instituciones paraguas de cultura mexicanas, en lugar de difundir tengan estructuras que están dificultando en cómo difunden las instituciones. Eso es un problema. En que los funcionarios están incómodos con el hecho de que la información funcione de la manera en que funciona. Y esa incomodidad es quizá hasta sobrevalorada. Tener un espacio de consideración a que es bueno que en el arte contemporáneo haya discrepancias. Es bueno que se razonen. Y es bueno hacerlo público.
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