Ante el aumento de las desapariciones en Nuevo León, mujeres y colectivas han implementado mecanismos de protección que van desde apps de localización hasta cámaras de vigilancia.
Escucha la segunda parte de este trabajo especial.
Adriana Esthela Flores, con producción de Jorge Jaramillo
Poco a poco, por varias calles del centro de Monterrey, se ha expandido la huella de las personas desaparecidas en Nuevo León, más de seis mil desde 1964, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas.
En el cruce de la avenida Cuauhtémoc y Ocampo, sobre un mural amarillo, hay nueve carteles blancos con los nombres de las y los ausentes desde el año 2005. A la vuelta, una leyenda: “Tu ausencia dolor infinito: justicia para las personas desaparecidas”.
Nueve carteles enlistan los nombres de personas desaparecidas. Foto: Adriana Esthela Flores
Hay que caminar unas quince calles para llegar hasta la Plaza de los Desaparecidos, lugar que se ha vuelto espacio para reuniones de familiares, manifestaciones y especialmente, un sitio de memoria. Aquí hablé con dos activistas de la organización “Buscadoras Nuevo León”: Lourdes Huerta busca a su hijo Kristian Karim Flores, desaparecido el 12 de agosto de 2010 y Maricela Alvarado busca a su hijo César Carmona, desaparecido el 24 de junio de 2011. Para Maricela, las desapariciones recientes le recuerda los llamados “años de la guerra”.
Mira en el 2010, Nuevo León era mucha inseguridad, a mucha gente se la llevaban, muchos aparecían en bolsas y luego ya no sabíamos de ellos y veo que en este año como que vuelve a lo mismo, a nosotros en el colectivo se comunican o muchos que tenían desaparecidos pierden el miedo para denunciar.
Para Lourdes, el aumento comenzó durante la pandemia. Según el registro, desde el 28 de febrero de 2020 hasta el 30 de mayo de 2022, 521 mujeres desaparecieron.
Solamente en 2020 teníamos más de 35 casos que llegaron al colectivo, dijimos qué esta pasando? Si se supone que estamos encerrados y nos la tomaron de que se fueron por su voluntad, no lo sé, no le tomaron importancia y ahora tenemos un grave problema.
Guilermo Williams busca a su hija Blondy. Foto: Adriana Esthela Flores
En aquellos días, organizaciones sociales convocaron a mesas de trabajo para hablar sobre las desapariciones. Por eso, acá también están dos “padres coraje”: Guillermo Williams, quien busca a su única hija, Blondy, y David Alonso Alfaro, papá de Azalea Magdiel, la última de seis mujeres. Ambas desaparecieron en 2010, con apenas unos días de diferencia, en el municipio de Apodaca, donde operaban Los Zetas.
Esto está relacionado a trata de personas porque el tiempo. Mi hija me estuvo hablando a mi después de que se las llevaron. Mi hija me decía que estaba bien y voy a regresar algún día.
David dice que son bandas organizadas y que son las autoridades las que no quieren destapar la situación. Asegura que la misma policía se detiene al tratar de nombrar lo que ocurre en su estado.
David Alonso busca a su hija Azalea. Foto: Adriana Esthela Flores
El diagnóstico
Después de que se dio a conocer la muerte de Debanhi, el grupo de música norteña “Intocable” recordó a la joven y a las víctimas de feminicidios y desapariciones con la canción “Día 730”, durante un concierto a finales de abril.
Para ese mes, Nuevo León se ubicó en en el lugar doce, a nivel nacional, en el total de muertes violentas de mujeres con presunción de feminicidio, homicidio doloso y homicidio culposo, según un recuento de la organización Arthemisas por la Equidad. ¿Qué significa ser mujer hoy en Nuevo León?, le pregunté a su fundadora, Irma Alma Ochoa.
“El tejido social en Nuevo León está roto y no hay respeto a derechos humanos ni diferencias y nosotras somo las otras, las diferentes y esta cultura androcéntrica, misógina, machista está propiciando que cada día se incrementen violencias contra mujeres”.
La situación llega a tal grado, que en la entidad no existe una ley estatal sobre desaparición y el artículo 432 del Código Penal, que abordaba este delito, fue derogado en 2018.
“Tenemos en Nuevo León una secretaria de mujeres que no tiene ley, una comisión de búsqueda que no hay una ley, nuevo león no tiene una ley estatal de desaparición donde se hable de un sistema estatal de búsqueda y donde te hable de la comisión local de búsqueda y donde te diga cuales son las líneas a seguir pero no tenemos esa ley”.
Consulté a la investigadora Deisy Hernández sobre su análisis “Violencia crónica y desaparición forzada de niñas y mujeres adolescentes en el noreste de México: una lectura feminista de los datos oficiales”, que concluye que en la región hay un ambiente de “corrupción e impunidad endémica”, que favorece actividades ilícitas y criminales.
“Las adolescentes entre 14 y 17 años… se encuentran en mayor vulnerabilidad porque la desaparición puede estar vinculada con crímenes, como la trata para fines de explotación sexual y el feminicidio”, indica el estudio, que forma parte de un libro colectivo elaborado para un proyecto de Conacyt.
“Los modus operandi van cambiando en cuanto al ejercicio de la fuerza y de la demostración de poder ya no solo va contra los cuerpos de los hombres que son mayoritariamente ellos guerreando entre ellos sino también hacia las mujeres, por diferentes circunstancias: venganzas, mera demostración de poder, comercialización de sus cuerpos en esta zona donde se da la exportación o trata con fines de explotación sexual, la cosificación de la mujer en este sistema patriarcal”.
La resistencia
Para evitar trámites burocráticos de la fiscalía o las comisiones locales de búsqueda, que llegan a tardar hasta dos meses para entregar videos relacionados con desapariciones de mujeres, la colectiva Nueva Leona Radical prepara el proyecto “Cuida a las leonas”, un circuito ciudadano de cámaras de vigilancia. Buscan que sean cien cámaras y ya les donaron diez, explicó Clever Maze, integrante de la colectiva.
“Es para acelerar el proceso de que los padres podamos acceder a cámaras y decir por aquí pasó, es ganar tiempo, sabemos que ver un video no la ayuda directamente pero sí puede acelerar proceso de qué pasó y cuál es el paso a seguir, lo estamos llevando por zonas y código postal”.
Clever Maze, integrante de Nueva Leona Radical. Foto: Adriana Esthela Flores
Para el diseño de la red, el proyecto considerará lugares que hayan sido reportados como de riesgo de desaparición, como paradas de autobuses, sitios oscuros o donde no exista ningún tipo de vigilancia. Es una herramienta que se suma a los tasers, cutters y otros objetos que utilizan mujeres en la entidad para protegerse.
“No podemos dejarnos llevar por el miedo porque no vamos a vivir y no es justo, los que deben vivir con miedo son feminicidas, violadores, acosadoras, no nosotras, entonces es válido estar con miedo, la autodefensa, es entendible que se quieran armar y algo que siempre hemos dicho: no violencia, sí autodefensa. Me gusta bailar k pop y estaba grabando mi primer proyecto y pues ahorita estaba grabando mi primer proyecto como solista”.
Hay mujeres que toman otras medidas de precaución, como enviar constantemente a sus familiares la ubicación vía teléfono celular o a través de una aplicación llamada “Live 360”. Lucy, una joven de 14 años que suele practicar k-pop, como lo hace ahora en el Parque Fundidora, sale acompañada por su madre.
“Antes llegaba a las once a la casa y ahora llego más temprano y van por mi a casa de mi amiga aunque viva a dos cuadras y van por mi, a dos calles de ahí, es que cualquier cosa puede pasar, incluso en la esquina”.
La violencia feminicida de Nuevo León, según el informe del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, con corte de abril de 2022, se traduce en: Segundo lugar nacional en presuntos casos de feminicidio; segundo en feminicidios por cada cien mil habitantes, con una tasa de 1.18, superior a la media nacional de 0.47; quinto en trata de personas; cuarto en la tasa de violencia familiar y tercero en presuntos delitos de violación.
Mientras Lucy baila, a unos pasos de ella, dos estatuas de león ostentan leyendas de protesta escritas en colores rojo y morado: “Monterrey feminicidio”, “Ni Una Más” y “Soy hija de la mujer que no tocarás”.
Estatuas de leones en Parque Fundidora. Foto: Adriana Esthela Flores
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