El estadio Alfredo Harp Helú resguarda en sus muros el archivo histórico y artístico de los Diablos del México, así como obras de Francisco Toledo dedicadas al béisbol.
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José Antonio García
Antonio Sierra, de 77 años, es aficionado a los Diablos del México y guarda en su memoria los momentos más importantes de su equipo en las cinco sedes en las que ha jugado desde su creación en 1940. Desde entonces el béisbol ya era popular.
Así lo cuenta el sociólogo Eduardo Flores Clair en el ensayo Diversiones Públicas en la Ciudad de México de 1920-1940.
En esos años, los empresarios invirtieron sumas millonarias para darle al béisbol un nuevo rostro y colocarlo en el gusto de las y los mexicanos, dice el autor.
Hoy, el llamado “rey del deporte” es el segundo más popular en el país después del fútbol, según una encuesta de Mitofsky. Su popularidad alcanza las transmisiones de televisión y también llena los estadios.
Uno de ellos está ubicado en la zona oriente de la capital: el estadio Alfredo Harp Helú. Es un recinto en el que se entrecruzan la historia, el arte y el béisbol, con un museo que rinde un homenaje al artista plástico Francisco Toledo, fallecido en 2019 y quien era aficionado a esta disciplina.
“El parque del Seguro Social que fue el primero que conocí, pues recuerdo que estaba muy bonito el estadio. Recuerdo ahí se jugaba antes de hacer lo del parque de Seguros Sociales en el Parque Delta y después fue en el Seguro Social también muy bueno ahí fui muchísimo, muchísimas veces. Los ambientes son muy familiares, o sea que no hay como en otros deportes que llevan el riesgo de andarse peleando y todo eso. Donde han jugado ellos o siempre han tenido a la gente ahí”.
El museo de los “Diablos”
“Pues es uno de los últimos trabajos. De hecho ya no tuvo la oportunidad de conocer este estadio, pero la reja es su obra y y pues es muy significativo para nosotros que haya sido ese último trabajo que hizo”.
“Él quería, pues ver qué sucedía si pintaban las costuras de la pelota de rojo en fin y además pues es muy importante que el tono rojizo que se ve en la reja perimetral, pues así lo pensó él. Él sabía que con la intemperie iba a tomar ese rojo precisamente de los Diablos y pues por ahora vamos en naranja, pero vamos a ver con el paso de los años, cómo queda”.
Son las palabras de Agustín Castillo, director del museo ubicado al interior del estadio, que el mes pasado abrió sus puertas al público.
¡Bienvenidos al Museo Diablos! 📚👹#HagamosH1S7ORIA 🏆 pic.twitter.com/HCF5yASw6Z
— DiablosRojosMX (@DiablosRojosMX) April 19, 2022
Este espacio cuenta con obras de Toledo, murales, esculturas y pinturas de artistas como Sergio Hernández y Leonora Carrington. Todas esas obras tienen en común, el béisbol.
“Es un museo que incluye obras de muchos artistas y relaciona una cosa el arte y el béisbol. El arte y el deporte entonce pues es un museo de arte y en otras un museo de los Diablos”.
Un estadio con mucha historia
Un museo que además es un archivo. En su interior también resguarda toda la historia del equipo: archivos, fotografías y los 16 trofeos ganados por el equipo escarlata.
Once de ellos transmutados en esculturas realizadas por los artistas que decoran las paredes del también llamado “infierno”.
La premisa es hablar de la identidad de los diablos, de lo que es “ganar a la diabla”. A través de un recorrido que no es lineal y que también busca resaltar a “los diablos más diablos”.
Es decir a aquellos jugadores que han destacado dentro del equipo, en una especie de salón de la fama, que incluye a los cronistas y a la afición.
La visión de la casa de los Diablos del México como un lugar de enriquecimiento más allá del estadio deportivo siempre estuvo latente y era la idea que la familia Harp Helú tenía en mente desde que puso el proyecto sobre la mesa.
Pasaron tres años desde la apertura del estadio para hacerlo realidad. Así lo cuenta el director del recinto, Francisco Ramos Peña, durante un recorrido para Impacto Deportivo.
“La propuesta original del estadio consideró en todo momento no solamente un estadio de béisbol, sino un espacio de convivencia. Un espacio de fomento social en materia de cultura de arte y por supuesto deporte. Entonces prácticamente puede ser que desde el acta constitutiva del proyecto se está haciendo mención a el aspecto tanto cultural como artístico del proyecto sin dejar a un lado el béisbol y una casa propia para el equipo.”
El cariño de la afición
Desde el estadio, los asistentes tienen una perspectiva distinta de la Ciudad. Es como si pudieran salir de la Ciudad estando en ella. Cuando no hay contaminación, se puede apreciar la cadena de volcanes.
También es posible asomarse a otras disciplinas deportivas, como el atletismo o el ciclismo, pues en el circuito donde se ubica el coloso confluyen otros deportes.
Al interior, los aficionados al béisbol también pueden disfrutar de un paseo por la historia. No solo la del deporte, también la de los Diablos del México, resguardada en el museo que forma parte de un conglomerado donde se mezclan distintos Méxicos, dice Ramos Peña.
“Estuvo también la intención en el tema de representar el México moderno y en México antiguo. No sé si lo hubo relación de esto las estructuras piramidales el material con apariencia volcánica todo lo que tiene que ver con la construcción en las épocas prehispánicas, pues se trata de reflejar de ese lado. En México moderno, en México el futuro, el México de la tecnología y lo mejor para el mundo pues en temas de tecnología de ingeniería”.
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