Oksana Chusovitina tuvo en Tokio 2020 su última actualización olímpica, compitió por URSS, Alemania y Uzbekistán
Alfonso López
En la arena Ariake Gymnastics de Tokio, realizó sus ejecuciones en salto de caballo, que le valieron 14.166 puntos de calificación, lejos de las finales. Tras terminar levantó la mano en señal de agradecimiento, gesto que inmediatamente provocó la reacción de sus compañeras, rivales, jueces, entrenadores, prensa y voluntarios, quienes de pie, la homenajearon entre aplausos. Ella subió de nuevo al escenario, levantó los brazos, dibujó un corazón con sus manos, y entre lágrimas dijo adiós.
Nacida en Bukhara, Uzbekistan, aprendió la gimnasia bajó el estricto rigor soviético de entrenamientos. A los 17 años, fue integrante del Equipo Unificado que compitió en los Juegos de Barcelona 92, donde ganó medalla de oro por equipos. Para Atlanta 96 y Sidney 2000 participó por su natal Uzbekistán.
Debido a la atención médica que necesitaba su hijo, se trasladó a Alemania, donde la beca e ingresos como gimnasta le permitieron solventar los gastos de doctores y tratamientos. Participó por el equipo teutón en Atenas 2004, y Beijing 2008, donde a los 31 años de edad, fue medalla de plata en salto.
Regresó a su país para integrar la delegación de Uzbekistán, que compitió en Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2020 que fue su último escenario olímpico, Oksana Chusovitina deja la gimnasia con cinco elementos, cuya ejecución llevan su nombre.