La aplicación de vacunas anticovid inició en diciembre de 2020 con el personal de salud y para el 1 de marzo ya había alcanzado a más de 3 millones 800 mil personas.
Kayleigh Bistrain Alcázar
Mientras los países ricos acaparan las vacunas y las farmacéuticas se ven rebasadas por la demanda de dosis, Chile pasó de ser uno de los epicentros de la pandemia en Latinoamérica a una de las naciones con mayor avance en su vacunación.
El subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales chileno, Rodrigo Yáñez, se dedicó casi exclusivamente desde los primeros meses de la crisis sanitaria a cerrar contratos con los fabricantes para asegurar suficientes dosis a tiempo y tener una campaña de inmunización veloz.
Esta campaña comenzó a finales de diciembre de 2020 con el personal de salud y para el 1 de marzo ya había alcanzado la vertiginosa cifra de más de 3 millones 800 mil personas, el 20 por ciento de su población. A diario se aplican, en promedio, entre 150 mil y 200 mil dosis.
Yáñez dijo a la BBC Mundo que para este año tienen aprobados 200 millones de dólares para la compra de vacunas, pero prevén ampliar los recursos a 300 millones.
Francisca Crispi, médica, maestra en salud poblacional, académica y presidenta en la región de Santiago del Colegio Médico de Chile, nos habla de cómo ha sido este proceso.
Chile pertenece al puñado de naciones en todo el mundo que consiguieron mantener un ritmo rápido de inmunización.
¿Qué ha llevado a que la vacunación en el país tenga éxito?
A la fecha el proceso ha sido bastante exitoso. Se han vacunado más de 3 millones de personas, que es alrededor del 20 por ciento de la población, y la estrategia ha sido exitosa por varios factores. En primer lugar está la capacidad que tuvo el gobierno de negociar las dosis de vacuna para que llegaran al país hay que reconocer que hubo un esfuerzo por mantener contratos con distintas compañías farmacéuticas que están desarrollando las vacunas, por lo que se establecieron contratos con Pfizer, Sinovac, AstraZeneca.
También el país participó en los ensayos clínicos de fase 3, por lo que es importante en el proceso de negociación. Otra parte es el sistema de atención primaria de salud que hay en Chile, en el cual hay consultorios y centros de atención primaria a lo largo de todo el país. Eso permite llegar fácilmente a la población. Al mismo tiempo hay experiencia en programas de inmunización masiva.
Todos esos factores, el compromiso del personal de salud y el mensaje coordinado de la opinión pública de los distintos actores, ya que había mucha gente con miedo a la vacuna, pero hay una sintonía de la comunidad científica en torno al mensaje pro vacunas que permite los números que hemos logrado hasta el momento.
Cuénteme, doctora, ¿cuáles han sido los desafíos de distribuir millones de dosis en el país?
Al principio había una esperanza de que llegaran muchas vacunas de Pfizer y esos contratos comenzaron a fallar, por lo que al final no llegaron muchas vacunas Pfizer y la mayoría fueron Sinovac. Fue importante no tener todos los huevos en la misma canasta, no discriminar las vacunas según su origen, sino según su eficacia. Otro tema importante fue la priorización.
Se hizo un calendario de vacunación, el primer grupo fue el personal de salud y el segundo grupo fue las personas mayores de 60 años. Luego se priorizó al grupo del personal de Estado. Ahí hubo alguna diferencia entre el gobierno y el Colegio Médico, las organizaciones científicas porque no no hacía mucho sentido sanitario que se priorizara a personal del Estado. Recién ahora comenzamos a vacunar a personas con enfermedades crónicas, eso ha sido un gran desafío por poder identificarlas.
En el caso de las vacunas de Pfizer que necesitan mantenerse a menos 70 grados centígrados, ¿cómo preparó el sistema de salud la cadena en frío?
Las vacunas de Pfizer, como fueron las primeras en llegar, se aplicaron al personal de UCI, personas que trabajan con camas críticas y la distribución fue directo a los hospitales y así la distribución de las primeras partidas fue un poco más fácil que entregarlas a la población general, ya que fue a través de los hospitales que directamente desde el avión la vacuna se trasladaba al hospital y de ahí se aplicó. Ahora llegaron algunas dosis más, pero esas se privilegiaron para las personas con enfermedades autoinmunes, pensando que la vacuna de Pfizer puede generar un proceso mejor para las personas con enfermedades autoinmunes.
Eso ha sido más complicado, porque trasladar la vacuna de Pfizer a lugares muy remotos, rurales del país en realidad no ha resultado muy bien. Por lo que ya salió una resolución que las personas con enfermedades autoinmunes ya sea la vacuna de Sinovac o la de Pfizer, ya que no fue posible llegar a todos los rincones del país con la vacuna Pfizer.
¿Cuál es la meta de vacunación que tiene trazado el gobierno de Chile para este año?
Según el plan, deberían estar cinco millones de personas vacunadas, que es toda la población de riesgo en Chile, en abril, y hay un pronóstico de que el 80 por ciento de la población en Chile podría estar vacunada para junio.
El primer caso de covid-19 en Chile se detectó el 3 de marzo y desde entonces el país ha pasado por varias estrategias de contención del virus. ¿Cómo se ha vivido la pandemia en términos generales?
En términos generales creo que es un país que la pandemia le pegó de forma muy dura. Chile es un país más chico que México y creo que había una esperanza de que como es un país chico y el sistema de salud, dentro de todo, tiene algunas fortalezas pensamos que la pandemia se iba poder manejar de mucha mejor manera. Sin embargo, Chile ha liderado a nivel Latinoamérica la tasa de muertos por covid-19.
Tuvimos un primer aumento de casos entre junio y julio, el sistema de salud se vio muy colapsado y murieron muchas personas y también se contagiaron muchas personas, vamos a llegar a un millón de personas que se han contagiado en el país, porcentualmente es alto por la población pequeña. También han existido diferencias con el manejo de las autoridades en la pandemia.
Tuvimos un primer ministro cuyo liderazgo era bien autoritario y no escuchaba a más actores; ahora estamos con un segundo Ministerio que ha sido un poco más abierto al diálogo, pero de igual forma hay diferencias con el manejo de los distintos actores clave con respecto a la trazabilidad, que ha sido un poco difícil de implementar de forma adecuada. Es un mecanismo que no nos ha resultado para disminuir la infección de casos.
Ante esta alta tasa de mortalidad, ¿cuáles fueron las medidas de contención que aplicó Chile?
Una primera medida fue el cierre de colegios, lo que disminuyó la movilidad y contuvo un poco la transmisión de los casos. Luego se implementaron cuarentenas dinámicas. Chile se divide en comunas y las comunas entraban en cuarentena y salían de cuarentena según su número de casos. Eso no funcionó muy bien, ya que hay mucha movilidad entre las comunas. También se implementó un toque de queda que sigue hasta el día de hoy.
Recién en julio se empezó con la estrategia de trazabilidad que todavía está un poco débil. También empezó un paso a paso, creo que en México tienen algo parecido, los territorios tienen distintos niveles de confinamiento según la situación epidemiológica de cada territorio.
En Chile se ha dado además que venía de un estallido social en el que hubo muchas movilizaciones sociales a partir de octubre de 2019, muchas marchas, movilizaciones, descontento con el gobierno, por lo que llega esta pandemia con un gobierno muy deslegitimado y eso es muy negativo en el manejo de la pandemia, ya que hay pocas credibilidad hacia las instituciones, poca confianza.
Creo que el gobierno ha cometido ciertos errores al no aliarse con actores que son más validados por la ciudadanía, ha tenido pocos espacios de participación, de toma de decisión que sea en conjunto con los expertos. Creo que eso también ha sido negativo para el país en general.