Las personas migrantes refieren sentirse libres y tranquilas caminando por el centro de la capital mexicana. “Ahora no estamos siendo perseguidos”, dicen.
Adriana Esthela Flores
Cuando Cristian Leyva, hondureño de 42 años, buscaba en Internet fotografías y videos de la Ciudad de México, no se imaginaba que un día estaría recorriendo sus calles de cerca, acompañado por decenas de compañeras y compañeros y sin temor a los policías que iban a su lado. Lo deslumbraron el Palacio Nacional, el de Bellas Artes, el de Correos y los hoteles.
“Todos los edificios se miraban muy bonitos, bastantes fotos tomé por todos lados porque sí es un cambio, miramos algo diferente a lo que hemos visto atrás y la tranquilidad es lo que también nos relajó, la tranquilidad de que no estamos siendo objeto de persecución, es una paz, una tranquilidad, muy bonito, libre me sentí”.
El recorrido de la caravana migrante se convirtió en un tour por el centro de la capital, que inició después de las cinco de la mañana, cuando el contingente de 250 hombres, mujeres, niñas y niños abordaron cuatro autobuses para enfilarse al Zócalo, adonde llegaron a las seis.
Los reciben en Palacio Nacional
Aunque en la plancha del Zócalo ya estaban instalados árboles de Navidad y tarimas como parte de la Verbena Navideña, el contingente no pudo entrar a verlos porque se toparon con vallas que instaló el gobierno capitalino. Sólo una comisión de 18 personas pudo avanzar y tener acceso al Palacio Nacional para sostener el diálogo que han solicitado desde que la caravana llegó a la ciudad. La reunión fue con la directora de Atención Ciudadana, Leticia Ramírez, en un patio del lugar, a la intemperie. El activista Luis García Villagrán, uno de los representantes de la caravana, agradeció el gesto.
“Nos prometieron diálogo y resolución, tener la certeza jurídica de cada uno de los compañeros migrantes que salieron desde el 23 de octubre desde Tapachula, que tengan residencias permanentes aquí en México”.
El encuentro duró apenas veinte minutos. La promesa del gobierno federal fue dar certeza jurídica a la caravana: permisos de residencia permanente. Para Irineo Mujica, director de Pueblo Sin Fronteras, los esfuerzos de la autoridad pudieron ser mayores.
Siento que se podría hacer un poco más para realmente sentarse y escuchar, falta poco, pero llegar aquí era simbólico y representaba un esfuerzo, una lucha, un caminar que fue tortuoso”.
Siguiente punto en la ruta: el Senado.
Esta vez, el trayecto fue a pie.
La caravana avanzó rumbo al Paseo de la Reforma y en el camino, migrantes aprovecharon para sacarse la foto del recuerdo y contemplar edificios la Torre Latinoamericana. A su lado, personal de la Secretaría de Gobierno y la Comisión de Derechos Humanos locales y agentes de Tránsito y Seguridad Ciudadana, les iban custodiando.
“Está muy lindo todo, me encanta. Venía conociendo el Palacio y todo está muy lindo”, dijo Brenda, una de las integrantes de la caravana.
A las diez de la mañana, el contingente llegó a las oficinas de Segob, donde estaba ya agendada una reunión con el subsecretario Rabindranath Salazar. Llegaron a las 8:30. Irineo Mujica exigió que el Congreso también atienda la crisis migratoria y convocó a una oración colectiva.
Cruzaron Reforma para llegar a la sede de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados a las 8:45. Ahí le pidieron a Andrés Ramírez Silva, coordinador de Comar, que obtenga más recursos para atender a la población migrante.
A las 10:00, el contingente llegó a la reunión en Segob. La cita era con el subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos y otras instituciones como el Instituto Nacional de Migración y Cancillería. Al encuentro entró una comisión de 13 personas, incluyendo representantes de Honduras, Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Cuba y Haití.
Ahí comenzó una espera de más de cuatro horas que la caravana pasó entre juegos de las y los niños, reparto de tacos de canasta y agua y música proveniente de las bocinas que han acompañado el recorrido. Fueron horas distintas a las que suelen enfrentar las y los viajeros.
“Estamos siendo tratados como personas y ahora no estamos siendo perseguidos, ahora estamos tranquilos. ¿Qué hay de malo que ande por acá un hondureño? Así debería ser, pasar tranquilamente por un lugar sin especificar nada, venir, caminar, tomar fotos. Ya hasta me dan ganas de quedarme aquí”.
Te recomendamos:
Caravana migrante, día 3: La caravana podría disolverse en la CDMX