Integrantes de la caravana migrante realizaron un viaje en Metro hasta la sede del Instituto Nacional de Migración, donde protestaron de manera pacífica.
Adriana Esthela Flores
Todo el cargamento de denuncias de la caravana migrante llegó entre flores, carteles y batucada a las oficinas centrales del Instituto Nacional de Migración, en la zona de Polanco, una de las más exclusivas de la Ciudad de México. Eran las siete de la noche y después de un día y medio de descanso, migrantes de El Salvador, Guatemala, Honduras y otros países, le pusieron ritmo a la protesta.
La caravana desahogaba así todos los reportes de malos tratos, abusos, persecución y campañas de agentes migratorios en su contra. En el contingente de 211 personas, caminaba la hondureña Isabel.
“Pues la verdad yo no veo eso….que nos escuchen, sí existimos y estamos aquí tanto yo como todos mis hermanos”.
En esta familia que inició su caminata desde Tapachula, el pasado 23 de octubre, también van 76 niñas, niños y adolescentes que se convirtieron en el centro de atención durante la segunda jornada de estancia en la Casa del Peregrino. Por cada cuatro personas adultas, hay una menor.
Con solo diez años de edad, Alex ya sabe de qué se trata el “impuesto de guerra”, llamado así por los grupos delincuenciales en Honduras. Eso fue lo que hizo que toda su familia tuviera que salir del país y llevara su proyecto de vida dentro de unas mochilas con ropa, zapatos y documentos.
“- Me ha gustado que venimos en raid, la Guardia no nos deja pasar, eso no me gusta.
– Con quién vienes?
– Con tres. Y mis dos papás: Nelson y Annie.
– ¿Por qué se fueron de Honduras?
– Porque las pandillas nos están extorsionando.”
Cerca de él, jugando dentro de una caja de cartón, está Darwin, un niño de cuatro años originario de San Pedro Sula. A él, su madre Lucy, la ha explicado en qué consiste la caravana.
“Él piensa que, yo le digo que vamos a donde mi mama y me dice es que nunca llegamos. Yo le digo que vamos para la casa porque él no sabe nada, nunca llegamos, agarramos y agarramos y nunca llegamos, él ya no quiere caminar.
Darwin y su familia han soportado de todo: frío, lluvia, dormir en la banqueta y hambre.
“Ha aguantado hambre, hasta tres días. Hasta ahora le ha pegado gripe, pero hasta ahorita se enferma. ¿Cómo le hizo esos días? A veces agua, a veces pan.”
Hay varias bebés de menos de un año, como la pequeña Ashley, de once meses. Ella acapara el equipaje más grande en su familia, pues su madre Heidi debe llevar carriola, varios cambios de ropa, pañales y medicinas.
“A veces tuve que cargarle ropas más a ella que a mi, sus zapatos, porque a veces ni para mi llevo ropa porque a veces no me gusta para mi, tengo que andarle cargando mas a ella que a mí. Me tocó en Guatemala que ella se puso bien mal, hasta con las flemas, no las podía expulsar, me tocó entrar en farmacias con ella, pero nos han tocado personas buenas y un señor me la atendió gratis, pero ha venido con tos y gripe también.”
Organizaciones civiles y varias dependencias del gobierno capitalino convirtieron una carpa en un espacio de juegos, instalaron una sala de cine llamada “Cinebrije” y diseñaron una agenda de actividades solo para las infancias. ¿El objetivo? Que se dediquen a jugar, explicó Andrea Márquez, de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México.
Para la atención de las infancias en la #CaravanaMigrante, se ha habilitado en el albergue un espacio lúdico. Este martes, el enfoque está en niñas, niños y adolescentes y diversas organizaciones realizarán actividades deportivas y artísticas.
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— IMER Noticias (@IMER_Noticias) December 14, 2021
Para las personas adultas, también hubo entretenimiento, como el que llevó la estudiantina Santo Domingo.
Protesta a ritmo de batucada
Después de las cinco de la tarde, el contingente salió de la Casa del Peregrino para iniciar un nuevo recorrido. Irían a una protesta a las oficinas centrales del Instituto Nacional de Migración. La ruta: 16 estaciones del metro, desde Martín Carrera hasta El Rosario y después, el trasbordo en la línea naranja, hasta Polanco.
El viaje, en un vagón exclusivo, inició minutos antes de las seis de la tarde y sorprendió a decenas de personas usuarias que no podían abordarlo.
En medio de restaurantes, edificios y tiendas de lujo y plazas comerciales con árboles de Navidad iluminados, el contingente avanzó hasta llegar al número 1832 de la avenida Homero, la sede del Inami y de ahí se fueron a las otras oficinas del instituto, sobre la avenida Ejército Nacional.
En este punto, la caravana guardó un minuto de silencio, realizó un pase de lista y montó un altar con velas y flores en memoria de los 56 de Chiapas. Por este y otros casos, los activistas Raúl Romero y Luis Villagrán, cuestionaron la política migratoria del gobierno federal.
El migrante guatemalteco, Carlos Carrillo, denunció que dos migrantes -un hondureño y un venezolano- están desaparecidos y que entre 70 y 80 personas que recibieron visas humanitarias del gobierno mexicano fueron deportadas.
La voz de una mujer migrante rompió con la escalada de reclamos y puso el enfoque en la causa del viaje que, para 322 caravaneros, ha significado un antes y un después en sus vidas.
“Si alguno de los del pueblo mexicano se siente ofendido que nos disculpe, no tenemos otra forma de ser escuchados sino ésta; quiero que le demos un aplauso al pueblo mexicano que nos ha apoyado”.
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