Las políticas públicas del gobierno de Jair Bolsonaro no han permitido avanzar, opina la directora de cine Raysa Prado.
Escucha el testimonio de Raysa Prado, guionista y directora de cine brasileña.
Kayleigh Bistrain
Raysa Prado es guionista y directora de cine. Ella vive en el estado de Paraíba, al noreste de Brasil, el país considerado como el epicentro de la pandemia de covid-19 en América Latina.
El camino hasta los más de 11.2 millones de contagios registrados hasta ahora comenzó el 25 de febrero de 2020, cuando el país sudamericano detectó su primer caso en un hombre de 61 años que acababa de volver a Sao Paulo de un viaje a Italia.
De esa fecha pasaron tres semanas para que la Organización Mundial de la Salud declarara que la contingencia sanitaria que atravesaba el mundo se trataba de una pandemia. Al día siguiente, el 12 de marzo, Brasil registró su primera muerte de las 270 mil acumuladas hasta ahora.
Las cifras son contundentes, pero las historias se difuminan entre ellas. A un año de la pandemia, IMER Noticias presenta una plática con una persona en el mundo.
¿Cómo te ha afectado la pandemia a ti, tu trabajo?
“Yo soy guionista, directora. No tuve ningún trabajo porque es un trabajo que se hace en equipo y los equipos de cine son gigantescos. Tuve una ayuda que es una renta mínima para la gente, creo que fueron 60 millones de brasileños que tuvieron 600 reales, que son como 100 dólares al mes, para vivir sin trabajar. En enero de este año cayó por la mitad, 50 dólares por mes. Eso es surreal, no tienes cómo vivir con 50 dólares al mes. Yo he hecho parte de auxilio. Ahorita ya estoy empezando a trabajar, pero superchiquito con 10 personas máximo y haciendo todos la prueba del coronavirus”.
¿Cómo ha enfrentado el gobierno la cantidad de muertes en el país?
“Ahora en Brasil tenemos una variante que viene de la Amazonía y también está el caos al norte. Bolsonaro dijo una vez ¿Qué puedo hacer? La gente se muere todos los días, independientemente de tener coronavirus o no. Entonces imagínate lo que es para la gente. Al inicio de la pandemia morían muchas personas viejas, entonces se creó un mito que solo mata a la gente más vieja y no es verdad. Ahora hay más gente más vieja y eso demanda un montón de plata por la jubilación, por los cuidados. Y Bolsonaro dijo que, bueno, si mata solo a los viejos, los dejamos que se mueran porque tenemos unos problemas económicos que son posibles de mejorar con esas muertes.
A mediados de diciembre de 2020, el Tribunal Supremo de Brasil estableció la obligatoriedad de la vacuna contra la covid-19. Bolsonaro dijo entonces que no acataría el dictamen y no se pondría la vacuna porque él ya había contraído el virus y su gabinete es reiterativo en que la vacunación no es obligatoria. ¿Este tipo de comentarios ha impactado negativamente en la campaña de vacunación?
“Brasil ha tenido muchas campañas de vacunación en el pasado, de muchas enfermedades que han matado a un montón de gente. Ahora salen artistas en la tele para decir ¡vacúnate! Él dice yo no me voy a vacunar. Hay un montón de gente que lo cree a ojos cerrados y no va a vacunarse también. En poco tiempo vamos a tener la inmunidad de rebaño y habló de que no iba a vacunarse, que la vacunación no va a ser obligatoria, entonces él está diciendo que va a vacunar a poca gente por los sistemas únicos de salud, que es público. Él dice que las empresas de comercio van a vender [la vacuna] ¿Cuánta gente va a tener plata para comprar la vacuna? No van a tener. Acá también estamos en una crisis muy grande”.
El caso de Manaos es un ejemplo de que el virus puede reactivarse. En octubre, un equipo internacional de investigadores dijo que la ciudad había alcanzado la inmunidad de rebaño porque un porcentaje considerable de su población se había infectado. A mediados de enero de este año, la ciudad vivió una crisis de oxígeno y hospitales colapsados debido a una segunda ola de contagios. ¿Cómo se vivieron esos días de enero en otras partes de Brasil?
“Desesperados, porque han tenido dos episodios muy fuertes en esta pandemia. Uno, no tiene que ver necesariamente con la pandemia, pero los dos ocurrieron al norte de Brasil. Uno es que la ciudad de Amapá se quedó sin energía eléctrica por 15 días y Bolsonaro dijo mira, no hay nada qué hacer. Van a poner una estación de energía, pero se va a tardar 15 días, yo no puedo hacer nada. Los números del coronavirus crecieron al cielo. En Manaos dijeron que la gente estaba protegida. La gente empezó a vivir y cuando vimos estaban con 100 por ciento de los hospitales llenos de gente con coronavirus y no tienen oxígeno. Empezó una campaña muy grande en redes sociales para donar oxígeno para Manaos. Ahora el norte todavía tiene muchos casos”.
En mayo, la revista The Lancet dedicó su editorial a Brasil, donde afirmó que “quizás la mayor amenaza para la respuesta al covid-19 era su presidente, Jair Bolsonaro. ¿Cómo ha influido la postura de Bolsonaro, de subestimar el virus, en la población?
“Tenemos un presidente que no cree en la pandemia, que cree que China creó un virus para matar a la gente. Entonces a partir de eso es muy difícil combatir lo que no se cree. Él cambió de ministro de Salud como cuatro veces y ahora el ministro de Salud de la República es un hombre que no es médico, es un militar que trabajó con el Departamento de Logística en el Ejército junto con Bolsonaro. Acá en Brasil tenemos 26 provincias más el distrito federal, los gobernadores han trabajado con planes individuales para sus provincias. Pero ellos no pueden comprar la vacuna, tienen por Bolsonaro. En algunas cosas como la campaña de utilizar mascarillas, el alejamiento social, es posible hacer en las provincias, la prueba de covid; pero las vacunas no, tienen que pasar por Bolsonaro.