Blanca Paredes inició una huelga de hambre el pasado viernes en Casa Jalisco, aunque dichas condiciones ponen en riesgo su integridad.
Aura García
Blanca Paredes lleva más de 70 horas sin consumir alimentos. Está recostada en el piso, sobre unas cobijas y dos mujeres la abanican con platos de plástico y cartones. A su alrededor, hay botellas de suero y un grupo de compañeras que se turna para sobar sus manos y dedos acalambrados, poner fomentos y untar alcohol.
Según instrucciones médicas, debe permanecer en esa posición, ya que levantarse implica un enorme gasto de energía. Durante el fin de semana, su color de piel pasó de rosado a amarillo y quienes la acompañan temen por su salud.
La mujer inició el pasado viernes una huelga de hambre frente a la residencia oficial del Gobierno de Jalisco, a cargo de Enrique Alfaro, para exigir justicia en decenas de casos de violencia vicaria y hoy cumple tres días desde que empezó la protesta.
Ella solicitó, como medida desesperada, que el gobernador atienda personalmente un conjunto de peticiones, pero hasta ayer Alfaro no había acudido al encuentro.
Paredes es abogada y feminista y no llegó sola a manifestarse, sino que lo hizo arropada por mujeres que integran la colectiva “Madre, yo sí te creo”, quienes denuncian un tipo de violencia de género conocida como “vicaria”.
El término fue acuñado en 2012 por una psicóloga clínica y perito judicial, y se define como aquella que se ejerce sobre los hijos e hijas para herir a la madre. La experta en violencia contra la mujer detalló que el fin último del maltratador es lastimar a la que fue o es su pareja, pero a través de daño contra terceros, que por lo general tienen una relación consanguínea con la víctima.
Paredes, por ejemplo, señala que ha sufrido amenazas de muerte y acoso desde que denunció a quien fuera su pareja, el exmagistrado José de Jesús Covarrubias por abusar sexualmente de su sobrina, menor de edad, y negarse a dar la manutención de sus hijos.
El medio local independiente Zona Docs la entrevistó en el lugar de la protesta y Paredes apuntó que su caso retrata la omisión y complicidad generalizada que existe en el poder Judicial.
“Aunque el Magistrado ya fue desaforado desde inicios de este año, actualmente se encuentra prófugo de la justicia y Paredes teme por su integridad”.
Con la huelga de hambre, no sólo intenta atraer la atención sobre su historia, sino sobre la de otras mujeres que atraviesan algo similar, o que llevan décadas sin poder comunicarse con sus hijos e hijas luego de que su pareja fuera beneficiada por el sistema de justicia aún y con denuncias de violencia doméstica que pesaban en su contra.
Junto a la casa de Gobierno dos cartulinas, con apenas una frase, enmarcan esta protesta y ejemplifican este tipo de violencia machista:
“Me puso una pistola en la cabeza, pero mi hijo evitó que me matara”.
“No te lo vas a llevar contigo, porque es mi sangre y me pertenece”.
Ven falta de empatía
Las víctimas e integrantes de colectivos reprocharon que Alfaro y su gabinete no hayan mostrado empatía con las mujeres violentadas, quienes pacíficamente acudieron a solicitar una reunión.
A través de redes sociales, denunciaron que los únicos que acudieron a ofrecerles ayuda fueron integrantes de la Comisión Estatal de Justicia, por lo que responsabilizaron al mandatario estatal de la salud de Paredes. Así lo hizo Isela González.
“¿Qué tan difícil es hablar con mujeres que claman justicia? y ¿cuánto tiempo más nos van a seguir ignorando? Son preguntas que las manifestantes escribieron en pequeños pedazos de papel y que aventaron por debajo de la puerta de la residencia oficial del Gobernador como reclamo contra su ausencia.”
Entre desconfianza y urgencia, ayer solicitaron que envíe cuando menos a un representante a atenderlas, para evitar que Blanca Paredes continúe poniendo en riesgo su vida.
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