En una de sus movilizaciones más grandes, el presidente Andrés Manuel López Obrador tardó seis horas en recorrer tres kilómetros debido a la cantidad de simpatizantes.
Adriana Esthela Flores
Estaban los tambores y silbatos, la música norteña y la guerrerense, los Tlacololeros de Chilpancingo, los muñecos, pancartas, mantas y una consigna en común:
“Vengo acarreado por la Cuarta Transformación” y “Hoy marchamos los Patarrajadas”.
Ese fue el prólogo de la marcha que, por primera vez, Andrés Manuel López Obrador encabezó como presidente de México.
El momento más esperado de la mañana fue la llegada de López Obrador al Ángel de la Independencia. Desde una noche antes, integrantes de Morena acamparon para obtener un lugar cercano.
A pesar de que la primera fila ya estaba apartada por las llamadas “corcholatas”: el canciller Marcelo Ebrard, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López y la Jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
Pero las miradas estaban puestas en el dirigente que, hace 17 años, había caminando por estas mismas calles en protesta por un juicio que buscaba quitarlo de la carrera por la Presidencia.
Así lo describió la secretaria de Energía, Rocío Nahle, quien estuvo en aquel entonces en la “Marcha del silencio”.
“No es ninguna movilización, es una marcha, un festejo de la transformación, del pueblo, es histórico que un presidente en funciones marche en un festejo es la respuesta del pueblo a este movimiento”.
Asistencia superó cercos de seguridad
El operativo de seguridad estuvo revesado por varios momentos donde las personas querían observar de cerca al presidente.
Entre empujones, gritos, flores y brazos estirados, el presidente avanzaba lento, mientras personal de Ayudantía y Logística le abría el paso. Aun así, de lejos y de cerca, sus simpatizantes le aderezaban la marcha.
Tres horas después iniciar la marcha y bajo el intenso calor, personal de Ayudantía le acercó dos vehículos Jetta para trasladarlo al Zócalo, pero él decidió continuar el paso ahí, junto a los suyos.
En su trayecto al Zócalo, las corcholatas se alejaron. Marcelo Ebrard se adelantó mientras que Claudia Sheinbaum se mantuvo cerca de López Obrador, al igual que Adán Augusto.
En esta marcha no se extrañaron las ausencias de otros que por acá anduvieron junto al fundador de MORENA.
Pero, quienes sí estaban fueron esos “patarrajadas”, los que han marchado con él cuando las marchas de 2005, el plantón de las presidenciales de 2006, la marcha de 2013 por la defensa del petróleo o la de 2016, por el magisterio.
Después de recibir saludos en piso, balcones de hoteles y restaurantes en la avenida Madero, López Obrador se enfiló hacia el último tramo de la marcha.
Esa manifestación que conoce desde sus protestas para exigir la democracia en Tabasco y en la que se portó como coordinador, ordenando liberar tramos para poder llegar al templete “muévanlos a un lado, despejen el camino”.
El discurso a cuatro años de la transformación
En las primeras filas del Zócalo había otros “acarreados”: gobernadoras y gobernadores de Guerrero, Colima, Tamaulipas, Quintana Roo.
Además, de legisladoras y legisladores, integrantes del gabinete legal y ampliado. Así como empresarios como Francisco Cervantes del Consejo Coordinador Empresarial, Antonio del Valle del Consejo Mexicano de Negocios y Carlos Bremer, de Value Grupo Financiero.
El presidente arrancó su discurso con una promesa:
“No, no a la reelección. Nosotros somos maderistas. Sufragio efectivo, democracia efectiva, no reelección”.
En su discurso de casi dos horas, López Obrador hizo un corte de caja de sus cuatro años de gobierno, con 110 acciones.
En su lista prometió que quedará listo el Tren Maya, el Interurbano México-Toluca y el de Lechería-Buenavista.
También destacó que, en México, ya está derrotado el clasismo, el racismo y la discriminación.
‘Mira, si se llena al vaso, si se llena la copa, se derrama’. No, esa es una mentira, un sofisma, se va llenando la copa y ponen otra, y nunca se derrama nada. ‘Es también —decían para justificar a los políticos corruptos— se baña, pero salpica’. ¡Al carajo con todo eso!”
También prometió que no habrá pleito con ningún gobierno, incluyendo al del país vecino.
“No nos vamos a pelear con ningún gobierno, no nos vamos a pelear con el gobierno de Estados Unidos, que quede claro, ni con diputados o senadores; solamente que echen a andar una política que ofenda la dignidad de los mexicanos que están en Estados Unidos trabajando honradamente.
Nada de que ‘yo quiero el voto en Texas, quiero el voto en California, pero hablo mal de los mexicanos’. Les vamos a decir lo que contestaron los de Champotón a los invasores: Toma tu Champotón”.
Humanismo mexicano: su modelo de gobierno
El presidente López Obrador compartió la definición del modelo político, económico y social que guía a su administración el “humanismo mexicano”.
Una teoría basada en la “grandeza cultural milenaria”, así como la historia política de México.
“¿Saben que Ricardo Flores Magón dejó muchas enseñanzas? Y tenía una frase que a mí me gusta mucho y la repetí y la repetí y la sigo repitiendo, decía: ‘Sólo el pueblo puede salvar al pueblo’.
Y otro oaxaqueño, el presidente más grande que ha tenido México, el mejor presidente en toda la historia, Benito Juárez, un indígena zapoteco, decía: ‘Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada’.
Por eso, ¿quién respalda la Cuarta Transformación? El pueblo. Por eso, nunca, jamás vamos a traicionar al pueblo.”
Después de afirmar que la gran participación de jóvenes en la marcha es muestra de que ya hay relevo generacional, el dirigente de la movilización dejó una misión para los dos últimos años de su sexenio:
Sigamos haciendo historia, continuemos impulsando el cambio de mentalidad, la revolución de las consciencias. Hagamos realidad y gloria el humanismo mexicano
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