La penetración de la corrupción en el gobierno afgano abrió la puerta para la permanencia del grupo islamista y hoy se ha renovado el caos.
Maruan Soto Antaki, en entrevista con Elia Baltazar.
IMER Noticias
Cuando en 2001 los talibanes eran derrocados del poder en Afganistán, se abría la puerta para consolidar incipientes instituciones de Estado, un cambio para la población que había vivido inmersa en años sangrientos, sin libertades y con numerosas violaciones a los derechos humanos.
Pero transcurrieron dos décadas y no ocurrió el cambio. Ahora los talibanes se han instalado nuevamente en el poder y en Afganistán se ha desatado el caos en las últimas horas.
El escritor mexicano Maruan Soto Antaki, autor de Pensar Medio Oriente (2016) y una de las voces expertas en temas del mundo árabe, considera que influyeron varios aspectos, como que en Afganistán se instauró un gobierno corrupto que no impidió el avance de los talibanes –que permanecieron ahí y se fortalecieron– y también el hecho de que Estados Unidos no interfirió para evitarlo, a pesar de permanecer ahí desde el atentado a las Torres Gemelas.
Sin el régimen talibán, Afganistán intentó construir una serie de instituciones frente a las cuales la gente no vio representatividad y terminó en una encrucijada: o tenía a los talibanes o a un gobierno corrupto y odiado.
“Lo que pasó son muchos fracasos. Se ha dicho mucho alrededor del fracaso de la política de Estados Unidos, y es evidente, pero es sobre todo el fracaso en la generación de anticuerpos locales que impidieran el avance de grupos como el talibán. El talibán tiene alrededor de 200 mil miembros que llegan a tener a un país sumergido en el terror”.
Ese terror generó un vacío gigantesco entre la población afgana, pues los talibanes seguían actuando como criminales en contra de mujeres, niñas, defensores de derechos humanos y periodistas.
Tras la toma del poder por parte de los talibanes, el fin de semana, los gobiernos de Estados Unidos, Francia y Reino Unido sacaron a su personal diplomático de Afganistán –con excepción de China y Rusia– y hoy el presidente estadounidense Joe Biden anunció que también sacaría a sus tropas, tras 20 años de permanecer ahí.
La situación, dice Soto, evidenció que el mundo está dispuesto a la mayor indiferencia e indolencia posible.
“Lo que hay que hacer es exigir a estos países que puedan estar alrededor que vean por los derechos humanos, que es nuestra principal preocupación en este momento, no es Estados Unidos, no es Biden, no son las aberraciones de los últimos 20 años. Nuestro principal foco hoy tienen que ser los derechos humanos”.
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