Mario Benedetti Farrugia, escritor y periodista uruguayo, dejó un gran legado en el ámbito de la literatura latinoamericana por lo que te compartimos seis datos que no sabías de él.
Diego Aguilar
La tregua, Pedro y el Cápitan, La noche de los feos, entre tantos otros escritos más colocan a Mario Benedetti como un icono de la “Generación del 45”.
Hoy, 14 de septiembre se conmemora el natalicio de uno de los autores uruguayos más reconocidos pues con sus textos provocó que se pudiera contar con él, aunque sea hasta dos, aunque sea hasta cinco.
Nacismo durante su formación
Estudió la primaria en un colegio alemán por lo que constantemente tuvo riñas con niños de dicha nacionalidad debido a la discriminación consecuencia del nacismo al separar a niños alemanes en clases “A” y uruguayos en clases “B”. Su padre, al enterarse que el colegio incitaba a tales prácticas, optó por sacarlo.
Prólogo del escritor
Benedetti sólo estudió la secundaria. Desde entonces trabajó de todo: vendedor de repuestos para automóviles hasta vendedor de terrenos, pasando por cajero y taquígrafo siendo esta la profesión con que más se ganó la vida.
Vida de oficinista
En uno de aquellos tantos trabajos previo al periodismo y el reconocimiento literario, fue empleado de una empresa inmobiliaria en la que entró con uno de los últimos puestos en contaduría llegando a ser gerente. Esto le dio como inspiración para muchos de sus textos con eje burocrático y de oficina como Poemas de la oficina y cuentos de su antología La muerte y otras sorpresas.
Inicio de la leyenda
Desde pequeño escribió poesía y algún que otro cuento pero su primera novela llevó por nombre El trono y la vida. A los ocho años ya escribía su propio periódico que redactaba en la máquina de escribir de su padre y posteriormente vendía en su barrio.
Traductor de otro genio
No todo fue malo en aquel colegio alemán pues debido a estar más de tres años en él, pudo aprender bien el idioma teutón. Por ello comenzó a ejercer como traductor de otro grande de las letras: Franz Kafka
Adiós al nombramiento en premios
En los años sesenta, tras haber publicado ya un par de obras y conseguir un reconocimiento continental, opta por renunciar a una beca de la Fundación Guggenheim así como a los premios de mención pública.
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