El gobierno colombiano identifica a cuatro organizaciones delictivas mexicanas que operan en ese país, en la compra y el tráfico de cocaína.
Aldo Franco
Entre la cocaína producida en Colombia y la vendida en Estados Unidos existe un puente que va más allá de una simple escala en la ruta: México. De este país son cuatro las organizaciones delictivas que controlan la compra y el tráfico de esa droga en territorio colombiano.
Se trata de los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Los Zetas y Beltrán Leyva, aseguró el consejero presidencial para la Seguridad Nacional de Colombia, Rafael Guarín, en entrevista para la agencia Reuters.
“El papel que ellos cumplen básicamente aquí es el envío de emisarios y de negociadores y también de individuos que verifican la calidad de los estupefacientes que salen por Venezuela o que salen del Pacífico o el norte de Ecuador hacia Centroamérica y el mercado de los Estados Unidos”.
Rafael Guarín, consejero presidencial para la Seguridad Nacional de Colombia
Así lo explica el funcionario de Colombia, país que produce el 70 por ciento de la cocaína que se consume en todo el mundo y que el año pasado rompió récord en la producción de esa droga, al pasar de 879 a 951 toneladas respecto de 2018.
El conocimiento de las autoridades colombianas sobre los cárteles mexicanos no se limita a revelar el dominio que estos tienen en el tráfico de cocaína, sino que han logrado identificar los vínculos directos que guardan con grupos armados ilegales que controlan las rutas de salida en aquél país.
Según Guarín, el Cártel de Sinaloa es el más activo en Colombia, en donde tiene nexos en diferentes regiones con el Ejército de Liberación Nacional, las disidencias de las FARC y el Clan del Golfo.
Los Zetas, por su parte, se vinculan con la organización colombiana “Los Pelusos”, que opera en la frontera con Venezuela. En Buenaventura, el principal puerto de Colombia en el Pacífico, el cártel Jalisco Nueva Generación compra cocaína al grupo denominado “La Local”.
Fronterizo con Ecuador, el departamento del Putumayo es el punto de encuentro entre el cártel de los Beltrán Leyva y el grupo delincuencial “La Constru”, que también tiene negocios con el de Sinaloa.
“Aquí lo que hay es una relación muy pragmática de los cárteles mexicanos que compran a quien les vende. Quien tiene el control de las áreas de cultivo y de los laboratorios y puede cumplir con la demanda, pues es ese es el que mantiene las relaciones con los mexicanos”, puntualiza el funcionario colombiano.
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